Una de las preguntas que más recibo es por qué no hay edición en papel de La Cosmonave Perdida. Lo que suelo responder es que no es un libro lo bastante extenso para hacer una edición decente en rústica y no voy a inflarlo aumentando el tamaño de la letra o el interlineado. Pero la verdadera razón es que no lo veo necesario; quiero tener mi libro en papel, pero no a cualquier precio.

Si imprimo mi libro por mi cuenta pagando por ello a una editorial de coedición, tardaría demasiado en recuperar la inversión y tampoco tengo sitio en mi casa para almacenar los libros que no se vendieran. No es casualidad que estas editoriales reciban en el mercado anglosajón el nombre de vanity presses (imprentas de vanidad). Yo no soy vanidoso, así que no me interesa.

La otra opción es mandar mi manuscrito a editoriales o presentarlo a concursos, confiando en que la fortuna me sonría. También podría jugar a la lotería, posiblemente tendría la misma suerte. Las editoriales clásicas siguen siendo la única manera de acceder a los canales tradicionales de distribución; si quieres estar en la Casa del Libro, por ejemplo, tienes que ser publicado por una editorial.  Yo quiero estar ahí, pero soy realista: es muy difícil que las editoriales apuesten por autores nóveles y menos con los tiempos que corren.

Frente a eso, la edición electrónica me permite poner mi libro a disposición de los lectores de forma rápida y barata, con unos costes de producción mucho más asequibles. Una vez que ya está publicado, ya no hay más gastos: no tengo que pagar un almacén, no tengo que preocuparme de que el librero retire mi novela para poner las novedades en el escaparate y tampoco hay peligro de que el libro se agote. Definitivamente, para un autor novel la edición electrónica es el camino a seguir.

¿Significa eso que esté en contra del libro en papel? Claro que no, simplemente no es el camino adecuado para mí, al menos en este momento de mi carrera.

La única constante en la vida es el cambio

El libro impreso nos ha acompañado durante cientos de años y es una parte integral de nuestra cultura y sociedad tal y como la conocemos hoy. Pero si hay algo que podemos decir de ese siglo XXI apenas comenzado es que su principal característica es el cambio. La revolución digital ha llegado a los libros y todo lo que pensábamos que era inmutable ya no lo es tanto.

En menos de una década hemos pasado de leer libros solo en papel a poder leerlos en papel y en formato electrónico, y de la editorial como único modo viable para publicar al auge de plataformas de autoedición que permiten que cualquiera pueda tener su libro. Todos estos cambios están transformando la industria editorial, cuyo papel como intermediario ya no es imprescindible, y a los propios autores, que ven —vemos— la oportunidad de llegar directamente a los lectores. A eso sumamos las ventajas de la edición electrónica para los autores noveles y no tan noveles y el futuro del libro impreso parece muy negro… pero no es así.

Soy un convencido de las virtudes del libro electrónico, pero también de las del libro impreso. Mientras el libro impreso siga teniendo utilidad, se seguirán imprimiendo libros, es tan simple como eso; hasta que el sistema educativo no cambie y empiece a usar ordenadores y tabletas, los libros de texto seguirán siendo en papel. Las ediciones de lujo seguirán siendo ediciones impresas, en las que el continente importa más que el contenido. El libro impreso tiene mucho recorrido por delante, negarlo es de tontos.

Pero también es de tontos negar que el libro electrónico ha venido para quedarse y revolucionar la industria editorial. Sus ventajas son indudables y es por eso por lo que el mercado del ebook crece año tras año. No está sustituyendo al libro impreso ni mucho menos, pero es cierto que fagocita una parte del mercado,  la correspondiente al libro de bolsillo.

Todas las virtudes del libro de bolsillo —ediciones populares, precio, facilidad de transporte…— las posee el libro electrónico elevadas a la máxima potencia. No es de extrañar que, en el mercado anglosajón, las ventas digitales de ciertos géneros como romántica, misterio o ciencia ficción superen en mucho a las correspondientes en libros de bolsillo. Poder llevar tu lector repleto con decenas de libros de tu género favorito es mucho mejor que cargar con los libros, no cabe duda.

El libro de bolsillo es el único que tiene razones para temer al libro electrónico y, aún así, todavía tiene muchas posibilidades de explotación porque cuenta con la baza del mercado de segunda mano, imposible de replicar digitalmente. Por eso, no hay que creer a los agoreros y podemos responder con tranquilidad a la pregunta que da título a esta entrada.

—¿A dónde vas, libro?

—Hacia un futuro brillante.