Llegamos a la última parte de esta serie de entradas en las que he intentado sistematizar todo lo que he aprendido en estos años estudiando, leyendo y escribiendo historias. La verdad es que me ha gustado el experimento y creo que he dejado claro mi método de trabajo, aunque lo cierto es que cuando escribo no soy ni mucho menos tan metódico como he sido en estas entradas. Dejo que mi yo creativo tome las riendas y él se encarga de todo.

En cualquier caso, no está de más conocer y estudiar de manera consciente el funcionamiento de las historias y cómo enganchar al lector. De esta forma, se abona el terreno para que el yo creativo tenga más herramientas para hacer su trabajo. Sin ir más lejos, el concepto de validación que te mostré en la anterior entrega.

Es una perogrullada, sí, pero he visto demasiados relatos y novelas en las que la validación no existe o está mal desarrollada, y eso deja un mal sabor de boca. No la cagues al final.

De la misma forma que tampoco puedes cagarla ni al principio ni en el medio. Escribir una novela es un trabajo complicado en el que tienes que mantener al lector pasando páginas, intrigado y expectante sin aburrirle ni enfadarle ni —todavía peor— causarle indiferencia.

¿Cómo realizar esa, en apariencia, titánica tarea?

Con los tres elementos básicos de la historia. Repite conmigo, para que te quede grabado en el cerebro:

Un personaje, en un escenario, con un problema.

Con todo, incluso en algo tan básico la puede cagar un escritor, si no sabe distinguir esos elementos o no les concede la importancia que merecen. Te dejaré a ti mismo pensar los ejemplos, seguro que conoces alguna historia de cada caso:

  • Si no has presentado esos tres elementos en el primer capítulo (o mejor, en la primera página), empiezas mal.
  • Si el personaje que presentas no es el principal, o uno de los principales si es una historia coral, empiezas mal.
  • Si el problema no aparece al principio del libro o el que aparece no es el principal, empiezas mal, a no ser que el principal sea una evolución del inicial.
  • Si dedicas más tiempo a mostrar el escenario que al personaje o el problema, empiezas mal.

Ahora, va pregunta para nota. De todos estos posibles fallos que acabo de citar ¿cuál crees que es el más importante?

Venga, piensa, te espero.

Efectivamente, el relativo al personaje.

Los lectores podemos perdonar muchos fallos en las historias si están bien narradas y, sobre todo, si nos vinculamos emocionalmente con el personaje. Crea un buen personaje y haz que el lector se interese por él, con eso tendrás la mayor parte de tu trabajo hecho.

Sherlock Holmes, Pepe Carvalho, Conan, Alonso Quijano, Atticus Finch, Diego Alatriste… la lista de personajes memorables es interminable.

Ahí tienes una primera pista para enganchar al lector: crea un personaje memorable, con el que puedan empatizar los lectores y seguirán leyéndote para saber qué le ocurre al personaje.

De hecho, ni siquiera hace falta que lo hagas a propósito. En mi novela La cosmonave perdida, el personaje que más alabanzas ha cosechado entre todos los lectores es el aracnoide Tenok Pol, y ni siquiera es el personaje principal de la novela. Pero estoy seguro de que muchos lectores se la han leído para saber qué le pasa al final.

Como lectores, podemos llegar a una novela de muchas maneras y puede que nos animemos a leerla por otras tantas. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos cuando la empezamos, seguimos leyendo por los personajes.

Los cliffhangers

Cliffhanger es un anglicismo que podríamos traducir como «colgando del acantilado» y se refiera a todas esas situaciones impactantes de televisión o cine en las que termina un episodio o una escena, con el/la protagonista en situación comprometida frente a un peligro inminente.

En la literatura, se ha adoptado ese término para la misma técnica, que es terminar cada capítulo con una situación peligrosa para los personajes o con una revelación que da la vuelta a la trama. George R.R. Martin, creador de la saga Canción de Hielo y Fuego, es un especialista en acabar cada capítulo con un cliffhanger, y puedes encontrar multitud de ejemplos en muchos libros.

Ojo, que el cliffhanger no tiene por qué ser exclusivamente «físico», es decir, no siempre tienes que dejar a tu protagonista cayendo de un edificio en llamas. Para el lector, es igual de intrigante acabar el capítulo con tu protagonista recibiendo un correo electrónico de un remitente desconocido con el asunto «Te amo». No necesitas convertir cada capítulo en un final de blockbuster de Hollywood (a no ser que sea eso lo que busques, en tal caso sigue leyendo).

Ahí tienes tu segunda pista para enganchar al lector: intenta terminar cada capítulo con un cliffhanger para que no pueda resistir empezar el siguiente.

El ritmo de la historia

Como todo, tu historia tiene un ritmo interno y si sabes manejarlo bien, mantendrás enganchado al lector. Para ello debes jugar con todos los elementos que tienes a tu disposición como escritor.

Elegir donde cortas cada párrafo marca un ritmo, por ejemplo.

Como acabas de experimentar.

Ahora imagina que hubiera dejado esas mismas frases dentro del mismo párrafo. El ritmo que experimentas tú como lector sería muy diferente. La misma técnica se aplica en la extensión de tus frases. Hay mucha literatura al respecto, por lo que te animo a que investigues y te instruyas sobre la sonoridad del lenguaje escrito y el ritmo de la prosa.

Eso sí, cuidado con lo que haces. He llegado a encontrar párrafos de ocho líneas que eran una única frase y no sé si el autor lo hizo a propósito o buscaba dejar sin aliento al lector. En mi caso prefiero frases más cortas, que suelen marcar un ritmo más rápido, debido al tipo de historias que escribo. En tu caso será diferente, dependiendo del ritmo que quieras marcar en tu historia.

Otro aspecto que influye en el ritmo es algo tan personal como la extensión, tanto de la novela en su conjunto como de los capítulos. No es lo mismo leer un libro de 120 páginas que uno de 600, y seguro que te ha pasado como a mí, que hay novelas gigantescas que prácticamente has devorado y otras más cortas que se te han hecho eternas. Eso es a causa del ritmo.

La extensión de los capítulos es importante, y esta es tu tercera pista para enganchar al lector. Los capítulos cortos suelen ser más asequibles y producen el fenómeno de «Uno más y lo dejo» que toda persona que ha leído por la noche conoce. Esto es más patente en la lectura en un dispositivo electrónico como el Kindle, que puedes configurar para que te dé la estimación de tiempo de lectura del capítulo, basándose en tus lecturas previas.

Sin embargo, el ritmo más importante que debes vigilar es el ritmo interno de tu propia historia, que variará dependiendo de la misma y las convenciones de tu género. En mi caso, yo escribo space opera, aventura sin aditivos en un futuro indeterminado (o hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana, si lo prefieres).

Por tanto, debo incluir escenas de acción con cierta frecuencia pero, y esta es la cuarta pista para enganchar al lector, hay que combinar la acción con la introspección. O dicho en otras palabras, no todo puede ser acción en la que tengas al lector en vilo, necesitas también momentos de introspección para que se relaje y prepararle así para el siguiente momento de acción.

También me preocupo, pero esto es algo personal, de que cada momento de acción supere al anterior, siguiendo el modelo blockbuster de Hollywood. De esta manera, el lector está deseando saber qué pasará después y como rizaré el rizo en esa ocasión. Tú puedes hacer lo mismo o que tus momentos de acción sean más o menos similares. Al fin y al cabo, y no debes olvidarlo, al lector no le interesa la persecución, sino lo que hace el personaje en esa persecución.

En resumen, como escritor debes controlar el ritmo de la historia a través de todos los recursos que tienes a tu disposición (literarios, técnicos y narrativos) para asegurarte de que el lector siga leyendo. Si lo haces bien, no solo le engancharás al libro que está leyendo, sino que terminará con tan buen sabor de boca que querrá más libros tuyos. Engancha al lector y lo convertirás en fan. 

Espero que estas notas te hayan sido de utilidad. Por mi parte, aquí dejo un índice con las anteriores entregas.

Primera entrega.

Segunda entrega.

Tercera entrega.

Cuarta entrega.

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Ellie Adams vía Unsplash