Hace un año comenzaba este balance asegurando que «Lo bueno de tener grandes aspiraciones es que se puede fracasar de forma grandiosa». Doce meses después, el fracaso ya no ha sido tan grandioso sino simplemente decepcionante, lo que demuestra que nunca debes confiarte y creer que has tocado fondo, porque puedes caer más bajo aún.

Balance como escritor

Palabras escritas:

  • Ficción: 78.876 palabras, un 37% menos que en 2016. Media mensual: 6.573 palabras, frente a 10.429 en 2016. 
  • No ficción: 148.423 palabras, un 13,9% menos. Media mensual: 12.369 palabras, frente a 14.373 en 2016. 
  • Total de 2017: 227.299 palabras escritas, un 23,6% menos. Media mensual: 18.941 palabras frente a 24.801 en 2016. 

Como escritor, me parece que 2017 ha sido un año bastante perdido. Desde que empecé con esta bitácora en 2014, cada año he ido escribiendo menos palabras que el anterior, algo con lo que no estoy nada contento. Tengo que revertir esa tendencia y para eso no me queda más que volver a lo básico: escribir de manera constante y regular, algo en lo que he fallado espectacularmente este último año. 

Cierto, no estoy tan mal y creo que muchos querrían estar en mi lugar con seis títulos publicados, pero de esta manera la escritura nunca dejará de ser un pasatiempo y yo quiero que sea algo más.

Balance como editor

Historias y proyectos finalizados:

  • Terminado y publicado Prisioneros del Futuro.
  • Terminado el relato corto La puerta

En este aspecto sí que tengo algunos (magros) resultados que ofrecer, en forma del tercer volumen de La Amenaza Treyana, y un relato corto que preparé para una antología pero que finalmente no fue elegido, así que lo publicaré en esta bitácora el próximo domingo. Algo he escrito y publicado este año, pero sigue siendo manifiestamente mejorable, las cosas como son.

Balance como empresario

Como empresario, el 17 ha supuesto un cierto aumento no en mis ventas, que se mantienen más o menos estables, pero sí en mis ingresos. No me da para vivir, desde luego, pero paga todos los gastos de servidores y dominios de mis webs, todos los libros que compro y algunos caprichos, además de ayudarme a llegar a fin de mes en alguna ocasión.

En cualquier caso, las ventas e ingresos las analizaré con mayor detalle en mi siguiente informe de ventas, que publicaré a final de mes y al cual te emplazo.

Resumen

Creo que empiezo a parecer un disco rayado, porque vengo repitiendo lo mismo una y otra vez. Tengo que escribir más, y no hay excusas que valgan. No solo tengo pendiente el final de La Amenaza Treyana, también tengo pendiente publicar la versión en libro de Cómo autopublicar tu libro, pero en este paso, tendré que rehacerlo casi por completo, porque las cosas han cambiado mucho desde 2014 cuando empecé con él. Y tengo otros proyectos de ficción y no ficción a los que estoy deseando hincarles el diente.

Supongo que esto es un ejemplo de lo que pasa en casa del herrero. ¿Cuántas veces hablo aquí de la importancia de la regularidad, pero luego no lo practico? No os podéis imaginar cuánto me repatea haber llegado a este punto, y el caso es que no puedo hacer nada para evitarlo, porque ya ha sido. Los hechos son tozudos, como decía aquel.

Solo puedo trabajar para que no pase más. Para eso, estoy releyéndome todos mis títulos y tomando notas para hacer de La Guerra del Ayer un final a la altura de las expectativas creadas en mis lectores y también en mí. Tiene que ser así porque si termino publicándola este 2018, habrán pasado cuatro años desde que empecé a escribir la saga, mucho más de lo que tenía planeado entonces.

Toca escribir, sin medias tintas ni paños calientes, y todos los días, a ser posible. 

Es sencillo, sí, pero no es fácil. Ya lo decía Heinlein

Dentro de un año, veremos si lo he conseguido.

Mañana más, feliz escritura.

Imagen: Dafne Cholet vía Flickr.