En muchos aspectos, los escritores somos como los atletas. Todo atleta necesita infinidad de horas de entrenamiento, que nadie ve y nadie aprecia, para poder brillar en el momento de la prueba final y tener alguna opción de triunfo. A su vez, todo escritor necesita infinidad de horas de trabajo, frente al papel o la pantalla, para poder terminar su novela y optar al triunfo, que en nuestro oficio es que el lector disfrute de esa novela, y se quede con ganas de más escritos nuestros.
Al igual que los atletas, tener talento innato es una gran ventaja para un escritor, pero por sí solo no te sirve para nada. Necesitas tener constancia y poner mucho esfuerzo de tu parte para poder ganarte la vida escribiendo. Si te tomas este oficio en serio, llegará el momento en que dejarás de plantearte el ponerte a escribir porque ya lo tendrás asumido e integrado en tu rutina, y empezarás a buscar el modo de aumentar tu productividad cuando escribes. El día tiene 24 horas para todo el mundo y no puedes dedicarlas todas a escribir, así que tienes que buscar la forma de hacer que cada hora cuente.
En este momento es cuando te aviso de que si piensas que no puedes exigir productividad a un escritor y hablar de palabras escritas por hora te parece una aberración, dejes de leer esta entrada porque lo único que vas a hacer es indignarte. Puedes seguir escribiendo a tu propio ritmo y seguir publicando un libro cada año, cada dos años o cuando consideres oportuno. No hay nada malo en ello, pero considero que para vivir de lo que uno escribe hay que abandonar esa mentalidad y comportarte como un profesional.
Precisamente la profesionalidad es la cualidad que más te ayudará a triunfar como escritor. Profesionalidad es escribir todos los días, aunque no te apetezca, igual que vas al trabajo todos los días aunque no te apetezca. Profesionalidad es marcarte una meta o una fecha de entrega y cumplirla cueste lo que cueste, ofreciendo tu mejor trabajo, porque los profesionales saben que una novela mediocre, pero finalizada, es siempre mucho mejor que una obra maestra inacabada. Ningún escritor, ningún artista, ha pasado a la posteridad por sus bocetos o fragmentos inconclusos.
Confieso que hay días que no me comporto de manera profesional. Por una razón u otra, la Resistencia me puede y no escribo todo lo que tengo que escribir, o incluso no escribo nada. Eso son fallos que asumo y que intento corregir al día siguiente, porque lo que importa no son las veces que caes, sino las veces que te levantas. En cambio, sí puedo decir con orgullo que he cumplido de forma profesional con cada meta y fecha de entrega que me he puesto. Publiqué Proyecto Armagedón en la fecha que había anunciado y en esta misma bitácora, he cumplido religiosamente con las fechas anunciadas para cada entrega de la serie Cómo autopublicar tu libro. Todo cuenta; puede que todavía no sea profesional del todo, pero estoy en el camino.
Tengo la actitud, y cuando tienes una actitud profesional, buscas la forma de aumentar tu productividad. Porque, lo mismo que los deportistas profesionales, no te conformas con lo que ya tienes y quieres más. Esa ambición también es parte de la profesionalidad, cultívala y atesórala.
Tu espacio y tus herramientas
Cada escritor es diferente, pero si tenemos algo en común es que todos tenemos un espacio de trabajo y unas herramientas para escribir con las que nos sentimos cómodos. Puede que a ti te guste escribir todo a mano en una libreta y después pasarlo al ordenador. Puede que solo seas capaz de concentrarte cuando estas en un bar lleno de gente o que necesites el silencio de la noche en tu habitación. Sea cual sea tu espacio y las herramientas que utilices, es bueno que explores y busques otras posibilidades hasta encontrar la combinación que mejor se ajusta a ti. Por ello, te voy a presentar tres elementos que, si los incorporas a tu hábito de trabajo, pueden ayudarte a mejorar tu productividad como escritor. Los tres cuestan dinero, pero piensa en ellos no como un gasto sino como una inversión en tu futuro como escritor.
El primer elemento que te ayudará a escribir más y mejor es un teclado mecánico. Yo utilizo un Razer Blackwidow Ultimate y sí, solo por el nombre parece que me he vuelto idiota, pero es que estos teclados se venden para jugadores profesionales, a los que parece que les gustan los nombres rimbombantes. Escribí una reseña hace unos meses y hoy me reafirmo en cada una de esas palabras.
Es difícil explicar con palabras la sensación de escribir en un teclado mecánico frente a uno estándar. En mi trabajo, uso un teclado «normal», de membrana, y se nota mucho la diferencia. Mis dedos tardan en acostumbrarse y durante los primeros minutos se sienten extraños y como agarrotados. En cambio con el teclado mecánico puedo estar horas escribiendo, que cuando termino me siento estupendamente. Incluso el sonido de un teclado mecánico es mucho más agradable que el de un teclado de membrana.
Hazme caso. Yo uso el teclado mecánico acoplado al portátil y solo uso el teclado de este en circunstancias especiales que explico un poco más adelante. Si tienes que pasar horas escribiendo frente al ordenador, un teclado mecánico es la mejor inversión que puedes hacer. Gracias a ello, tu productividad aumentará por el simple hecho de que puedes pasar más tiempo escribiendo sin notar cansancio y si eso no te convence, piensa en tu salud. Si quieres evitar problemas físicos en tu espalda o tus manos, debes tener una postura correcta y acompañarte de herramientas que no exijan tanto esfuerzo a tu cuerpo como el teclado mecánico o una plataforma para tu ordenador. Y si lo acompañas con un reposamuñecas de gel, será perfecto.
El segundo elemento que puede ayudarte, aunque no te lo creas, es una plataforma para tu ordenador. A principios de año, ya hablé de la plataforma Lavolta que adquirí y nueve meses después, sigo pensando que es una compra excelente. Cuando estoy sentado, me permite alzar el portátil hasta la altura de los ojos, evitando así forzar el cuello. Cuando no quiero estar sentado, puedo escribir de pie con el portátil subido encima de la Lavolta y es el único momento en que vuelvo a usar el teclado incorporado. Aunque pierdo las ventajas del teclado mecánico, gano en salud al evitar un excesivo sedentarismo y eso me permite escribir más y mejor.
Tanto el teclado como la plataforma son complementos para tu espacio de trabajo, que te ayudarán a ser más productivo en el largo plazo, porque te ayudarán a evitar todo tipo de problemas físicos y te permitirán sesiones de escritura más extensas. Puede que no notes nada ahora, aunque escribas encorvado con el ordenador en tus rodillas, pero el día que empieces a tener problemas derivados de malas prácticas y posturas desearás haber tenido en cuenta estos consejos.
Finalmente, el tercer elemento es un programa del que también he hablado en alguna ocasión, que no es otro que Scrivener. Puede que pienses que con Word es más que suficiente y que no necesitas un programa tan complicado, pero recuerda que si quieres ser profesional necesitas herramientas profesionales y Word no es un programa profesional para un escritor. No lo es, y estoy dispuesto a discutirlo con cualquiera. Tengo en mente realizar una serie sobre Scrivener en el futuro pero te voy a dar tres de las muchas razones por las cuales merece que inviertas tu dinero en su compra, tres cosas que puedes hacer con Scrivener pero son imposibles en Word.
- Pantalla partida. Dentro de un mismo proyecto, puedes hacer pantalla partida —en horizontal o en vertical—, y tener a un lado, por ejemplo, el resumen de la escena que quieres escribir y al otro la escena en sí. O puedes poner una imagen que te inspire, o el texto que estás traduciendo, o lo que quieras. Y de forma nativa, sin necesidad de abrir dos ventanas. Con Word puedes dividir, pero te obliga a hacerlo en el mismo documento, Scrivener no.
- Panel de corcho. Las posibilidades del panel de corcho en Scrivener para organizar capítulos y escenas son infinitas. Puedes organizarlos por colores, por el texto que escribas en la tarjeta que representa cada uno de estos, por las etiquetas o metadatos que los asignes… la elección es tuya. Pero lo mejor es cuando necesitas reordenar tu texto, por el motivo que sea. Lo que en Word es un copiapega constante, aquí se convierte en un simple mover las tarjetas y colocarlas en el orden que quieres. Sencillo y elegante, como todo Scrivener, pero imposible de hacer en Word.
- Exportar a todos los formatos y hacerlo bien. Cada vez que veo en un blog, o hasta en libros dedicados a la autopublicación, un apartado dedicado a cómo convertir tu documento de word en epub, sacudo la cabeza con tristeza y suspiro. No comprendo cómo alguien puede invertir todo el tiempo y esfuerzo necesario para crear un epub partiendo de un word, que es un proceso antinatural porque son formatos completamente diferentes, pero piense que aprender a usar un programa que le evitará todos esos dolores de cabeza no merece la pena. Jamás he tenido ningún problema con los epubs que he creado con Scrivener y nunca me los han rechazado por problemas de formato en ninguna plataforma. Pero si quieres seguir peleando con Word, es tu problema.
Una clave para aumentar tu productividad es no perder el tiempo intentando hacer de forma complicada cosas que puedes hacer de forma sencilla. Usar Scrivener te garantiza no perder tiempo con varios aspectos que en Word te supondrían un quebradero de cabeza, especialmente el tema de exportar a varios formatos, algo vital para un escritor independiente. De verdad, merece la pena dejar de usar Word. Repito: si quieres ser profesional, usa herramientas profesionales.
El escritor atleta: Los sprints de escritura
Todos estos elementos son solo ayudas para el escritor y, al final, lo que cuenta es que te pongas a escribir, del mismo modo que un atleta tiene que ponerse a entrenar. Aquí es donde puede serte útil el método de los sprints de escritura desarrollado por Chris Fox en su libro 5000 words per hour.
Hace unos meses que leí este libro, que compré animado por los mensajes de Chris Fox en el Writer’s Cafe de Kboards. En sus mensajes, se puede ver claramente que Fox tiene las ideas claras y su aproximación a la escritura y la publicación independiente me parecieron muy profesionales, así que cuando publicó este título, me animé a echarle un vistazo. El resultado es que llevo unos meses aplicando el método de los sprints de escritura y estoy muy contento con cómo me está funcionando.
El sistema es muy sencillo; tan solo tienes que hacer sprints de escritura y medir los resultados, como si fueses un atleta entrenando. En mi caso, puedo decir que estoy viendo una mejora tangible. Voy haciendo sprints de quince o veinte minutos que cronometro con el móvil y al finalizar, compruebo las palabras escritas. Después de este tiempo, estoy viendo que en los peores días me sitúo en 900 y en los mejores rara vez bajo de 1200 palabras por hora, lo que de momento me parece muy buena media.
(Las 5000 palabras por hora que cita Chris Fox en su libro no son una quimera inalcanzable; cuando escribo no ficción y no tengo que pensar tanto lo que escribo he llegado a más de 3500 palabras por hora).
Puede que os parezca que este método es un poco tonto, por decirlo finamente, pero os animo a que hagáis la prueba. Yo descubrí que podía serme útil el primer día que me puse con ello, en el que después de tres sprints de quince minutos, vi que en poco más de una hora llevaba más de 900 palabras escritas. Desde que empecé con este proyecto, he llevado siempre la cuenta de las palabras que escribo para poder hacer mis balances mensuales, y aunque antes no me cronometraba, estoy seguro de que he tenido medias mucho mejores, pero las sensaciones son muy distintas.
Con este método, las palabras no me cuestan tanto y fluyen mejor. Cuando tienes un cronómetro corriendo, tu cerebro se pone en marcha, se olvida del resto de cosas y se concentra en escribir. Haciéndolo en intervalos de quince minutos, es mucho más sencillo mantener la concentración y puedes sacar cualquier rato para escribir, con lo que la eterna excusa de «no tengo tiempo» pierde toda validez. Fox recomienda no hacer sprints de más de media hora, porque el concepto es parar cuando estés en racha, desconectar unos minutos, y en el siguiente sprint, ya tienes tu cerebro «mentalizado» para lo que tiene que hacer.
El método de los sprints de escritura me parece todo un logro, pero hay que ser riguroso como un atleta midiendo sus resultados para que tenga efecto. Por eso, os adjunto la tabla de Excel que utilizo y que he ido perfeccionando con el tiempo. No solo puedes llevar la cuenta de tus sprints de escritura en ficción y no ficción, sino que te dará el total de palabras escritas durante el mes en ambos campos y también te indicará la media diaria que necesitas para terminar tu novela si rellenas los campos superiores. Los usuarios de Scrivener en Mac tienen una funcionalidad parecida con los objetivos de palabras, pero hasta que la versión de Windows lo incorpore, una tabla como esta es la mejor opción.
He de confesar que, con casi 2.500 palabras, este artículo se me ha ido por completo de las manos. Inicialmente iba a ser una entrada breve hablando de productividad y adjuntando la tabla de Excel, pero creo que ha merecido la pena extenderme, porque así he podido ordenar un poco mis pensamientos sobre la productividad y las razonas por las que no debe ser un tabú para los escritores. En cualquier caso, todos estos consejos no servirán de nada si no cumples las dos primeras reglas de Heinlein. Escribe y acaba lo que escribes.
Todo lo demás vendrá rodado.
Tengo un techado HP KB-0316 que me va genial. Es el típico de oficina, que se engancha con clavija a un ordenador de torre, y este quizá sea su único pero, que NO es USB. El tacto es genial, parecido a los teclados de los años 90 profundos, es bastante silencioso y todo un guerrero. Ya os digo, es el típico sobrio de oficina, con teclas en negro y chasis gris, que se ve en miles de sitios (supermercados, etc). Alguien ha colgado un video en youtube usándolo: https://www.youtube.com/watch?v=e0mYvW08VMk
Pues sí, quitando que no sea USB, tiene toda la pinta de ser un teclado genial, y suena muy bien. Para muchos puede que lo del sonido sea una tontería, pero los que aprendimos a escribir a máquina con una máquina de escribir (valga la redundancia) el sonido es algo importante y da un punto de nostalgia. Estoy respondiendo el comentario con el teclado de mi portátil y nada que ver con el hipnótico tac-tac de un teclado mecánico. Estoy convencido de que cualquiera que quiera dedicarse a esto de escribir debería probarlo; la diferencia de calidad es notable (lo del sonido es solo un plus).