Lo primero que necesitas para autopublicar un libro es tener un libro escrito, obviamente. Esto puede parecer muy sencillo, pero no lo es. De hecho, uno de los primeros signos de que te estás tomando la escritura en serio es cuando terminas las cosas que escribes. No puedes llamarte escritor si no tienes un texto terminado, porque solo puedes aprender y madurar como escritor cuando pones la palabra «Fin» en una historia y pasas a la siguiente.
Sin embargo, esta guía no busca enseñarte cómo llegar a ese punto. No voy a enseñarte cómo escribir tu libro, qué necesitas para que una historia funcione o cuáles son los tópicos que debes evitar. Hay muchas recursos en internet disponibles que te hablan de esos temas, aquí solo vamos a hablar de cómo autopublicar tu libro, ese libro que ya tienes terminado. Y para ello, necesitas herramientas, de las cuales la más importante de ellas será tu ordenador, que servirá de contenedor de tus obras y repositorio de las diferentes herramientas que utilizaras para autopublicarlo.
En este punto no me voy a extender mucho. Por un lado, seguro que ya tienes ordenador y estás acostumbrado a trabajar con él. Por otro, también hay muchas guías y páginas más adecuadas, que te pueden indicar cuál es el ordenador idóneo para ti si es que no tienes o quieres cambiarlo. En cualquier caso, no necesitas un ordenador tope de gama para autopublicar, al contrario. La mayor parte de las tareas necesarias pueden hacerse perfectamente con un portátil o un ordenador de sobremesa modesto. No necesitas el procesador más moderno o la tarjeta gráfica más potente.
Lo único que voy a recomendarte al respecto es que, en mi opinión, el ordenador perfecto para un escritor debe ser un ordenador portátil. De esta forma, podrás moverlo con facilidad y trabajar desde cualquier lugar que se te ocurra. Esto no es un tema baladí: hay escritores que se inspiran trabajando en el silencio de su despacho y otros que prefieren hacerlo en lugares públicos. Aunque la pandemia nos ha obligado a todos a quedarnos en casa, te aseguro que no es lo mismo escribir en el salón de tu casa que en la mesa de la cocina, por poner dos ejemplos
Traigo este tema a colación porque tienes que elegir el espacio que mejor se adecúe a tu forma de trabajar y a lo que estás haciendo en ese momento. Escribir, maquetar o compilar tu libro son tareas bien distintas, pero todas exigen concentración por tu parte. Si cuidas tu espacio de trabajo, el trabajo que realices en él será mucho mejor.
En mi caso, que es el único que conozco de primera mano y que te iré citando varias veces a lo largo de esta guía, trabajo con un portátil de gama media, con pantalla de 15,6 pulgadas porque me gusta ver mis textos en un tamaño razonable, y con buenas capacidades gráficas y de espacio, ya que también lo utilizo para otros trabajos aparte de la escritura. Trabajo normalmente desde una mesa de escritorio en mi habitación, un lugar de trabajo cómodo en el que puedo tener todo a mano, pero también lo hago desde el salón cuando las circunstancias lo requieren o me apetece.
Dado que uso este ordenador para todo (incluido escribir y publicar esta entrada), para mí no se trata de diferenciar las tareas por el lugar, sino por el horario. Escribo a primera hora de la mañana, cuando todo el mundo duerme, dejando el resto del día libre para lo que tenga que hacer. En tu caso, debes elegir la rutina que te venga mejor para compatibilizar la autopublicación con la escritura y otras obligaciones.
Antes de seguir hablando de tus herramientas, quiero dejar otra cosa clara. Hablamos de ordenador (da igual que sea Mac o PC); no intentes autopublicar tu libro con un móvil o con una tablet. Tanto Android como iOS tienen muchas ventajas y aplicaciones que, en teoría, te permitirían realizar todas las tareas de autopublicación sin necesidad de recurrir a un ordenador. Pero hay aspectos como compilar tu libro o el diseño de la portada para los que un ordenador juega con mucha ventaja, tanta que utilizar un móvil o una tablet —por grande y potente que sea— te requerirá al menos el doble de trabajo para lograr el mismo resultado. Si quieres hacerlo, adelante, pero luego no vengas quejándote.
¿Qué vas a usar para escribir?
Dentro de todas las herramientas que utilizarás en el proceso de autopublicación, la primera y una de las más importantes es la que usas para escribir. No solo por la razón lógica de que en algún sitio tienes que escribir tu libro, sino porque según la herramienta que utilices, tendrás más o menos problemas a la hora de convertirlo en un archivo adecuado para la autopublicación.
Sin entrar en demasiados detalles —porque lo veremos en el capítulo dedicado a la compilación—, debes preparar el archivo con el texto de tu libro para dos formatos principales: el libro electrónico y el libro impreso. Para el primero necesitas exportar tu texto a formatos que permitan su lectura en dispositivos especializados como el kindle y aplicaciones específicas en tu móvil o tablet. Los formatos más comunes para ello son epub y mobi; como hay programas de escritura que te permiten exportar tu libro directamente a esos formatos, esos programas te ahorrarán esfuerzos al autopublicar. Si utilizas programas que no lo hagan, tendrás más trabajo por delante.
De la misma forma, para tu libro impreso necesitas exportar tu archivo a un PDF con calidad de impresión, que guarde las medidas adecuadas para el tamaño que quieres imprimir y ocuparte de cuestiones como el interlíneado de tus líneas y párrafos, las viudas y las huérfanas, o las páginas de cortesía. No te asustes, todo eso lo veremos en su capítulo específico y es mucho más sencillo de lo que parece. Al igual que antes, hay programas que te permiten generar ese tipo de archivos de forma sencilla y otros con los que tendrás que partir de cero, trabajando mucho más.
Por tanto, debes centrarte en encontrar una herramienta de escritura con la que te sientas cómodo pero que también te permita ahorrarte trabajo más adelante. Aunque si debo serte sincero, lo principal es que te sientas cómodo al usarla. No hay nada peor que intentar escribir en un programa que no te gusta, bien sea por estética o por cualquier otro motivo. Así que utiliza el programa con el que estés más a gusto, que todo lo demás puede arreglarse.
Dicho lo cual, no voy a perder mucho tiempo en una lista interminable de programas de escritura con los que puedas trabajar y voy a citarte solamente tres, cada uno de ellos con sus ventajas e inconvenientes.
Google Docs
El editor de textos de Google ha mejorado muchísimo desde que nació hace casi diez años, y cuenta con todo lo necesario para escribir tu texto, al que puedes acceder desde cualquier lugar que tenga conexión a internet, o a través de la aplicación para móvil. Esta universalidad es su mayor baza, ya que te permite escribir un texto en un ordenador, continuarlo en tu teléfono y acabarlo en un ordenador distinto, si lo necesitas. Además, te permite exportar de forma nativa a muchos formatos, incluyendo epub.
Google Docs cuenta con una interfaz que te resultará muy familiar a poco que hayas usado cualquier procesador de textos, y no tardarás mucho en usarlo con soltura. Hay que destacar también que trabajar con múltiples documentos es tan sencillo como trabajar con múltiples pestañas, y que permite documentos colaborativos, de forma que varias personas puedan trabajar en el mismo documento.
Eso sí, cuenta con limitaciones a la hora de insertar imágenes y en cuanto al tamaño máximo del archivo: hasta 1,02 millones de carácteres por lo que si tus obras son muy extensas, al estilo de Brandon Sanderson, vas a tener que dividirlo en dos o más archivos. Por último, aunque normalmente se usa en línea también tiene la posibilidad de trabajar sin conexión.
Microsoft Word
Sin duda, el actual rey de los procesadores de texto y el programa más común de escritura que te vas a encontrar. Eso lo convierte en un estándar de la industria, por lo que si vas a mandar tu texto a un corrector, te lo pedirá en un formato compatible con Word para poder usar el control de cambios, una de sus herramientas más útiles. También permite exportar de forma nativa a PDF, por lo que es muy sencillo generar archivos para tu libro impreso con el mismo documento que usas para el libro electrónico.
Word te permite trabajar en línea o desconectado de la red, pudiendo guardar tus archivos en la nube o en tu disco duro, según tu preferencia. Cuenta con un corrector ortográfico muy avanzado y muchas herramientas que ayudarán a pulir tu texto y prepararlo para impresión, como el control de viudas y huérfanas, por ejemplo.
¿Hay algún inconveniente en Word? Sí, que no te permite exportar de forma nativa a epub y que a la hora de trabajar con múltiples documentos o archivos de texto muy grandes es una pesadilla.
Scrivener
En mi opinión, y no soy el único, el mejor programa de escritura que puedes usar hoy en día. Aunque tiene un precio de hasta 53 euros según la versión que compres, merece cada euro que cuesta, con muchas funciones innovadoras que no tienen los otros programas que te he mencionado. Pero su principal virtud es que te da la libertad para escribir de forma no lineal.
Es muy sencillo de entender. En Word o Google Docs, comienzas a escribir el Capítulo 1, luego el 2 y así sucesivamente, porque te muestran tu texto empezando en una página y luego en otra. En cambio, en Scrivener tienes un árbol de documentos que puedes reorganizar y ordenar como quieras, de forma rápida y cómoda, como si fueran tarjetas en un tablón de corcho. Esto te permite escribir de forma no lineal, empezando por donde quieras y ordenándolo todo una vez escrito.
Otras ventajas de Scrivener son que tienes en un único archivo el texto de tu libro junto con toda la documentación que hayas necesitado para escribirlo. Como además tiene una función nativa de pantalla partida para trabajar en dos documentos a la vez, puedes tener a la izquierda el capítulo que estás escribiendo y a la derecha tus notas para el mismo. Scrivener también permite exportar de forma nativa a epub, y a Word.
Pero también tiene sus inconvenientes. Aunque no es complicado, sí tiene una curva de aprendizaje más pronunciada que otros programas, sobre todo si quieres usar todas sus funcionalidades. Su corrector ortográfico, aunque ha mejorado, sigue siendo muy básico. No permite trabajar en documentos colaborativos y, si trabajas en Windows, puedes prepararte a eternos retrasos en tener una versión similar a la de macOS. Con todo, yo soy un orgulloso usuario de Scrivener y es el programa que recomendaría a cualquiera. Sus ventajas superan en mucho a sus inconvenientes.
En esta tabla tienes un resumen de las características de ambos programas.
Google Docs | Microsoft Word | Scrivener | |
Aplicación escritorio | Sí | Sí | Sí |
Aplicación móvil | Sí | Sí | Solo en iOS |
Exporta a epub | Sí | No de forma nativa | Sí |
Exporta a PDF | Sí | Sí | Sí |
Trabajo con múltiples documentos | A través de pestañas | No | Sí |
Documentos colaborativos | Sí | Sí | No |
Control de cambios | Sí | Sí, estándar de la industria | Sí |
Permite escribir de forma no lineal | No | No | Sí |
Permite adjuntar documentación | No | No | Sí |
Precio | Gratis | Desde 7€ al mes | Hasta 53€ según versión |
La semana que viene seguiremos viendo el resto de herramientas que necesitas para autopublicar y convertirte en una editorial unipersonal.
Hasta entonces, ten cuidado ahí fuera.
Una puntualización sobre Word. Las últimas versiones permiten escritura no lineal si no eres muy exigente. La idea es activar el panel de navegación y trabajar por secciones, poniendo un estilo a cada sección. Incluso puedes duplicar casi la forma de scrivener si te creas dos estilos, estilo1 y estilo2 iguales y vas alternando entre ellos. Luego, desde el panel de navegación, puedes ir arrastrando y soltando como en Scrivener y los bloques se mueven sin problemas.
Y luego está el truco de un capítulo por fichero, cosa que recomiendo encarecidamente porque si algo se va a la mierda (cosa que puede ocurrir con bastante facilidad), solo perderás una parte.
Pues mira, lo de usar el panel de navegación y trabajar por secciones no se me habíá ocurrido, pero es un buen apaño. Eso sí, es solo un apaño que funciona si no eres muy exigente, como bien dices. Lo de un capítulo por fichero tiene su lógica, pero es algo poco práctica cuando tienes que escribir una novela larga o una tesis doctoral, por ejemplo. Pero vamos, el caso es que se puede hacer, eso no se puede negar. Muchas gracias por el comentario, Rafa!