La vida del escritor es una vida sedentaria y eso no es bueno para la salud. En mi caso, entre el trabajo y el tiempo que dedico a la escritura paso sentado la mayor parte del día. Por eso me gusta estar de pie cuando voy a cualquier lugar e intento caminar y subir todas las escaleras que puedo, pero a veces no es suficiente. No hace falta que haga aquí una lista de los efectos nocivos del sedentarismo, seguro que ya los conoces y coincides conmigo en querer evitarlos. Si uno quiere tener una carrera larga como escritor, debe preocuparse por prevenir esas malas prácticas y a eso quería dedicar esta entrada.

Hasta hace unos meses, yo trabajaba en un ordenador de sobremesa, lo que me obligaba a estar en un único lugar, sentado en mi silla y dándole a la tecla. Mi silla está preparada para pasar mucho rato en ella, con sus reposabrazos y sus ajustes de todo tipo, pero sigue siendo estar sentado. El truco que utilizaba es uno que cuenta Kris Rusch en su Guía: una botella de agua al lado y beber de ella todo el rato, nada de café o té. Además de ser sano, hace que tu cuerpo te obligue a levantarte cada cierto tiempo para ir al baño y ese sencillo movimiento evita consecuencias nefastas a largo plazo. Ahí tienes ese pequeño consejo si estás atado a tu lugar de escritura.

Pero yo no quería estar atado, además de que tener internet en el mismo ordenador donde escribes requiere un constante esfuerzo de voluntad para ignorar los múltiples cantos de sirena de la red. Mirar el correo o las redes sociales, parar de escribir para buscar un dato que necesitas… hay que evitar esas distracciones para sacar el máximo provecho de tu tiempo de escritura. Por eso, en verano compré un portátil, gracias al cual ahora puedo moverme y escribir en otros lugares; una vez que instalé los programas que necesitaba (Scrivener y poco más), lo desconecté de la red para poder dedicarlo únicamente a escribir.

El resultado es muy bueno. Poco a poco uno se acostumbra a la distinción entre el ordenador de internet y el ordenador de escribir, hasta que es sentarse frente al portatil y sentir casi como si tu cerebro dijera Vale, vamos a concentrarnos, es la hora de escribir. Puede que parezca una tontería, pero se nota. Pero aunque puedo moverme dónde quiera, sigo estando sentado frente al portátil y me encontraba con el mismo problema que el ordenador de sobremesa. Si solo estuviese una hora al día no habría problema, pero es que son varias. Las palabras que marco en mis balances mensuales no se escriben solas, al fin y al cabo.

¿La solución? Ponerte de pie.

Entra en escena el soporte para ordenador Lavolta, que se ha convertido en la solución perfecta para mí. Gracias a él puedo escribir sentado o de pie, alternando cómodamente entre una postura u otra según me convenga. Además, puedo usar el portátil en otras sillas al no verme atado a una mesa e incluso puedo escribir tumbado en el sofá o en la cama. Pero seguro que más que aceptar mi palabra, quieres ver el soporte. En esta imagen puedes verlo plegado. Fíjate en los dos ventiladores para refrescar el portátil y la pestaña situada en la parte superior para sujetar el ordenador y evitar que caiga. Está disponible en varios colores, pero a mí me gustó el rojo y fue el que me compré.

En esta imagen puedes ver la parte inferior, con el detalle de los dos ventiladores. Ahora en invierno no los veo muy necesarios, pero cuando llegue el verano y los calores seguro que serán muy útiles.

En esta imagen puedes ver el detalle del cable de energía de los ventiladores, que se conectan mediante un puerto USB al portátil. Es muy cómodo, aunque no sé cómo afectará a la autonomía del portátil si no tienes un enchufe cerca.

Aquí puedes ver la pestaña que sujeta el ordenador desplegada. Como ves, lleva una protección de goma para evitar que pueda dañarse el mismo soporte o el ordenador. También puedes apreciar el detalle de las aberturas de los dos ventiladores.

En esta imagen puedes ver un detalle de la rueda de posición, con los ángulos marcados para que puedas decidir la inclinación. El funcionamiento es muy simple: oprimes el botón plateado y mueves la pata hasta el ángulo que desees y después sueltas el botón y dejas que se ajuste y quede fija. De esa forma, puedes colocar el soporte en la posición que necesites.

Aquí tienes la posición a la que he llegado después de varias pruebas, que deja mi portátil a la altura exacta para poder escribir de pie.

Y aquí puedes ver mi portátil encima del soporte, listo para escribir.

Esta es otra posición que sirve para escribir en un sillón o en la cama, con dos patas ejerciendo de apoyo en toda su extensión.


Si tienes un espacio reducido para poner el soporte, se puede usar esta configuración.

Esta es la máxima altura a la que puede llegar el soporte, solo adecuada para gente alta. No he llegado a escribir en ella, pero creo que será aconsejable tener cuidado a la hora de apoyar las manos en el portátil. Para solucionarlo, por mi experiencia, basta con dar la vuelta al ordenador de forma que la pantalla quede en la parte de «fuera».

Por supuesto, no tienes que usarlo solo para el ordenador. Puedes poner tu tablet, tus libros, tus revistas, tus partituras… el soporte es únicamente eso, un soporte que puedes usar cómo se te antoje.

Y este es el soporte Lavolta. Espero que te haya gustado esta entrada y que te sirva como idea para superar el sedentarismo y darlo todo en la escritura. Así que ya sabes, sea sentado/a o de pie, escribe.