Si has llegado hasta este punto en la guía habrás podido comprobar que a la hora de gestionar tu obra, doy mucha más importancia a la edición en formato electrónico que a la edición en formato papel. La explicación es muy sencilla: el tiempo y esfuerzo que debes invertir para crear una buena edición digital y distribuirla es muchísimo menor del que necesitas para crear una buena edición en papel y distribuirla. Aunque te parezca lo contrario, como autor independiente el recurso más precioso que tienes es tu tiempo por lo que no puedes permitirte perderlo luchando contra molinos de viento.
Me explico. Una vez que has terminado con tu manuscrito y ha pasado por los procesos de corrección y edición, crear una edición profesional bien sea en papel o en digital, te ocupará más o menos el mismo tiempo. La diferencia está en la distribución de tu obra. A no ser que hayas escrito un libro solo para ti o para un círculo reducido de conocidos, lo lógico es que quieras que llegue al mayor número posible de lectores y para eso tienes que ocuparte de su distribución. En formato electrónico, eso se traduce en publicar el archivo de tu obra en todas las tiendas online que puedas; en el formato físico… digamos que las cosas son un poco más complicadas.
Para empezar, debes decidir cómo vas a imprimirlo. ¿Vas a usar los servicios de la imprenta de tu barrio o prefieres seguir el modelo de la impresión bajo demanda? En un caso o en otro, necesitarás obligatoriamente un ISBN que puedes comprar tú o usar el que te facilite la imprenta o empresa con la que trabajes. Luego debes decidir el alcance de la tirada. Si es impresión bajo demanda no hay problema, puedes encargar los ejemplares que necesites según vayas necesitando o hacer un pedido grande desde el principio (aunque piénsalo bien antes porque pedir 100 libros es caro y además necesitas espacio para guardarlos). Si es una imprenta tradicional, deberás determinar la cantidad de libros impresos en cada edición, procurando que no sean demasiados (para no enfrentarte, de nuevo, al problema del almacenamiento) o que sean demasiado pocos (porque te saldrán por un ojo de la cara).
A todo esto tienes que sumarle la labor comercial de buscar librerías que quieran vender tus libros. Puedes ofrecérselos a las pequeñas librerías o a grandes superficies; en ambos casos, tendrás que darles un descuento para que la venta de cada libro les salga rentable y, dependiendo de cómo sean de exigentes, ese descuento puede llegar al 40% del precio de venta al público. Si te parece abusivo, debes recordar que no son establecimientos de caridad, las librerías son negocios y si no sacan un beneficio de tu libro, jamás lo aceptarán (a no ser que seas hijo del dueño, pero eso no está al alcance de todos).
Todo esto no es para desanimarte, sino para que veas que la edición física requiere mucho más trabajo que la edición digital, especialmente en el campo de la distribución, que sigue siendo un coto cerrado de las editoriales. Por eso, mi consejo es que en tu carrera como escritor independiente te centres en la edición y distribución electrónica antes que en la física. De esta forma, evitarás gastar tus energías en actividades cuya recompensa no merece el esfuerzo que has de realizar.
Cómo gestionar múltiples ediciones de tus libros: el archivo maestro
Elijas el camino que elijas, si perseveras y sigues escribiendo llegará un momento en el que tendrás que enfrentarte a un catálogo creciente de libros y relatos en papel y digital, con diferentes páginas de créditos para cada tienda en la que están publicados y que debes actualizar cada cierto tiempo para reflejar tus últimas publicaciones. Cuando solo tienes uno o dos títulos se pueden manejar fácilmente; cuando tienes más de una docena ya no es tan sencillo. Yo estoy empezando y aún no tengo un catálogo tan extenso como para que sea problemático gestionarlo, pero en cuanto empiece a publicar mis títulos en otras tiendas a partir del mes de junio me encontraré con ese problema. ¿La solución para no volverme loco? Tener un archivo maestro.
En el campo del sonido se denomina máster a una grabación original, de la cual se van haciendo las copias para no perder calidad con respecto a la primera. En el mundo digital, el concepto de máster ya no tiene tanto sentido pues no se pierde calidad al hacer copias de las copias, pero me sirve como analogía para lo que denomino archivo maestro. El archivo maestro es el original de tu obra, en el que has hecho todas las correcciones y cambios hasta dejarla exactamente cómo quieres. De ese archivo maestro es de donde vas a generar las diferentes ediciones tanto en papel como electrónicas, incorporando las páginas correspondientes a cada una de ellas en el momento que haces esa edición y no antes.
Puede que sea más claro con un ejemplo. El archivo maestro de mi novela Traición en el Gran Consejo es un proyecto de Scrivener en el que está el texto completo de la novela con su prólogo, epílogo y 46 capítulos. Ese texto ha sido revisado y editado antes de publicarlo y es donde he ido incorporando todas las correcciones y erratas que me indican los lectores. Como Scrivener guarda cada proyecto en una carpeta diferente, cuando tengo que crear una nueva versión de Traición simplemente hago una copia de esa carpeta, manteniendo mi archivo maestro intacto y a salvo de destrozos y cambios no deseados. A esa nueva carpeta le cambio el nombre dependiendo del destino final de la nueva edición. Puede ser Traición Kindle, Traición Createspace o Traición Google; con ello la identifico fácilmente y me ahorro confusiones.
Una vez hecho eso, tan solo debo añadir al proyecto las páginas que necesito, modificándolas según sea necesario. La página Acerca del autor es igual en todas las ediciones, pero aquellas en las que hago publicidad del resto de mis títulos no pueden serlo. En este momento, en la edición de Kindle tienen un enlace directo para que el lector pueda hacer clic y comprarlas, mientras que en la edición en papel aparece el texto de la versión reducida de bit.ly, más fácil de recordar y escribir en cualquier navegador. Observad cómo queda.

Fíjaos en la llamada de la edición impresa…

… y la diferencia con la edición de Kindle (Aquí, vista en Kindle Cloud Reader)
Por supuesto, guardando cada edición en su propia carpeta, puedo retomarla cuando necesite actualizarla, sin necesidad de tocar el archivo maestro. Y si hago alguna corrección en el archivo maestro, el siguiente paso es borrar todas las copias que tuviese en el disco duro y comenzar de nuevo el proceso. Puede parecer un poco trabajoso, pero una vez que tienes un archivo maestro que ya no necesitas corregir, usar copias para cada formato es la mejor manera que he encontrado de tener organizado mi catálogo. O mejor dicho, es la más adecuada para mí. Si tienes un sistema diferente que te funciona, sigue usándolo. Lo importante es que puedas manejarte bien y no confundas las ediciones.
Y no te olvides de hacer copias de seguridad. Tanto mis archivos maestros como los correspondientes a las diferentes ediciones están guardados en dropbox y sincronizados en tres ordenadores distintos. Pero como hasta la nube puede fallar, cada cuatro semanas o menos hago una copia de seguridad en varias memorias USB. Nunca tendrás suficientes copias de seguridad de tu archivo maestro, así que asegúrate de tenerlo siempre seguro, porque si lo pierdes deberás reconstruirlo de memoria o tecleando de nuevo toda la novela.
Si sigues estos consejos, no deberás tener ningún problema a la hora de gestionar tu obra, sea un libro o cincuenta. En la próxima entrega de Cómo autopublicar tu libro, examinaremos las diferentes tiendas online en las que puedes poner tu obra a la venta.
Hasta entonces ¡feliz escritura!
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