En estos días me encuentro en un momento tormentoso. Mi rutina ha cambiado por completo, y de hecho estoy luchando por establecer una nueva que me permita cumplir con mis objetivos, pero está costando, y bastante. Creo que dormir menos de seis horas terminará siendo contraproducente así que por ahí no puedo recortar más; tampoco puedo dejar de pasar tiempo con mi familia y no es que gaste tanto tiempo en ver la tele, más allá de ver Juego de Tronos.

No, como siempre, el cambio que necesito es mental. Tengo que obligar a mi viejo y acomodado cerebro a que rompa las estructuras a las que está acostumbrado y acepte las nuevas. Como ya he hablado en alguna ocasión, el hecho de abandonar la multitarea y concentrarme de forma intensa y determinada en una sola labor ayuda bastante a poder avanzar en ella, ya sea escribir La Guerra del Ayer o una entrada para esta bitácora. Sin embargo, hay un aspecto fundamental que no se puede obviar, que es la mentalización.

Una cosa es saber de manera consciente que si quieres cumplir con el calendario que has previsto tienes que escribir mil palabras en el día de hoy, y otra es estar mentalizado para ello. Trabajas demasiadas horas, el sueño te invade y la vida real te invade con requerimientos mundanos como ir a la compra, preparar la comida, sacar a pasear al perro o lavar los cacharros. Aún peor, puede que se te acumule la tensión y la rabia por esas y mil causas más y que solo desees mandar todo y a todos a la mierda en lugar de sentarte a escribir.

Todo eso me ha pasado antes y seguro que me volverá a pasar en el futuro. Son formas de Resistencia y la única manera que he encontrado en todos estos años de derrotarla es escribiendo. El solo hecho de haber estado escribiendo este texto ya me ha puesto las pilas para seguir trabajando en cuanto lo termine, así que funciona.

Para trabajar, basta con empezar. Así que para asegurarme de que trabajo, voy a hacer una cosa. Es una idea que me viene rondando por la cabeza desde hace tiempo y que al escribir este texto adquiere todo su sentido. Por citar un cliché, puedo decir que ha pasado por mi mente como un relámpago y una sonrisa ha aflorado en mi rostro. Qué coño, es una locura, pero podría funcionar.

Se trata de escribir en esta bitácora todos los días.

No soy ningún tipo de pionero, es algo que gente como Dean Wesley Smith o Enrique Dans hacen desde hace mucho tiempo, y me parece que tiene toda su lógica dentro de mi proyecto de vivir de lo que escribo. A ver si logro explicarme: ¿por qué la idea loca de escribir en esta bitácora todos los días?

En primer lugar, porque uno de mis modelos también lo hace. Ya mencioné antes a Dean Wesley Smith y ya he hablado de él en varias ocasiones. Puede que sus libros no sean del gusto de todos (yo, por ejemplo, detesto sus historias de Poker Boy), pero su ética de trabajo es incuestionable. Si consigo que se me pegue algo escribiendo todos los días al igual que él hace, entonces habrá merecido la pena.

En segundo lugar, porque quiero que la escritura sea algo normal y no algo extraordinario. Publicar pocas entradas como he hecho hasta ahora, y como hace todo el mundo, convierte esas entradas en un evento y no quiero hacer de la escritura un evento. Estoy proclamando a los cuatro vientos que soy escritor, así que debo escribir todos los días y no para cumplir un calendario. Y si ves aquí una poca sutil metáfora con respecto a la escritura de ficción, esa era la idea.

En tercer lugar, para rendir cuentas en público. Estoy orgulloso de muchas entradas de esta bitácora (como la serie de estrategia de precios, por ejemplo), y de cómo logré completar la serie de Cómo autopublicar tu libro. Pero lo que más me enorgullece, sin duda, son los balances mensuales y anuales. Son los que me distinguen de los demás y los que dan sentido a esta bitácora. Hay quien ha intentado imitarlos y no ha tenido éxito, porque requieren de algo tan sencillo y tan complicado como estar dispuesto a exponerse al público una y otra vez, desnudando lo bueno y lo malo.

Yo lo hago todos los meses desde hace más de tres años y la verdad es que ha sido algo positivo. Cada vez que llega el momento de escribir el balance mensual, soy el primer interesado en saber cómo ha quedado, incluso cuando soy yo el que trabaja cada día y sé más o menos cómo será. Mi idea al escribir todos los días es repetir esa sensación, porque voy a rendir cuentas cada día con el progreso de cada racha, tanto para los días seguidos escribiendo ficción como para los días seguidos publicando en el blog. Las cuentas totales de palabras seguirán quedando para los balances mensuales y anuales.

Por último, como dije al principio, es la mejor manera de vencer a la Resistencia y motivarme para no romper la cadena.

De esta forma, Confesiones de un escritor va a asumir su título de manera literal. Cada día, te contaré cómo va mi carrera, qué obstáculos enfrento, qué hitos voy alcanzando o cómo fracaso al intentarlo. Todo en riguroso directo. Además de todo eso, seguiré intercalando entradas más jugosas con temas más concretos, entre ellas las del Manual de Scrivener. Como poco, va a ser bastante entretenido.

Esta loca idea va a tener una duración de cuarenta días. Desde el próximo lunes 24 hasta el 1 de septiembre, voy a publicar una entrada al día en esta bitácora. Espero que ninguno de los suscriptores del blog se sientan molestos por tanto post; si es así, pueden cancelar su suscripción en cualquier momento. Les seguiré queriendo igual.

Con todo, sigo teniendo dudas, y puede que tú también las tengas, así que voy a intentar contestarlas.

¿Te quitará tiempo de escritura de ficción?

No tiene por qué. El día seguirá teniendo 24 horas, soy yo el que tiene que organizarse para aprovecharlas. Escribir la entrada diaria sería la última tarea del día, asi que tengo toda la jornada para trabajar en la ficción.

¿Significa eso que se acabaron las entradas largas?

Escribir dos mil palabras al día para un blog es una pasada, pero tampoco es necesario. La mayor parte de los días serán entradas bastante más cortas, que pueda escribir y programar de una sentada. Las más largas las haré igual que ahora, escribiendo con antelación.

Reconócelo, ¿no lo haces para recibir una palmadita en la espalda?

Ya expliqué antes mis razones, pero esa también es buena. Escribir es un oficio solitario, así que no vienen mal los ánimos.

¿Pero que vas a ganar escribiendo en el blog todos los días?

Básicamente voy a transformar esta bitácora en un diario, y no creo que tenga que explicar los beneficios de un diario. Si lees y/o escribes, lo sabes bien.

Vas a fallar, y lo sabes. Algún día no podrás escribir por cualquier cosa y adiós a tu racha.

Claro que puedo fallar, pero eso no tiene que ser una razón para no intentarlo. En cuanto a fallar un día, hay muchas maneras de evitarlo; por ejemplo, trabajando para lograr lo que quieres.

¿Y a quién le importa lo que tú hagas? ¿A quién le importa lo que tú digas?

Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré.

El lunes comienza esta locura. Hasta entonces, ¡feliz escritura!

Imagen: Breno Machado vía Unsplash.