bloqueo del escritor

Si te dedicas a la escritura, en algún momento habrás sufrido el bloqueo del escritor. Es ese momento en el que las palabras no fluyen, que piensas que todo lo que se te ocurre es malo y que la pantalla en blanco —o la hoja en blanco si estás escribiendo en papel— se convierte en un abismo impenetrable. Todos lo hemos sufrido y en esta entrada voy a intentar explicarte cómo vencerlo. Para ello tienes que interiorizar una verdad muy simple: 

El bloqueo del escritor no existe. 

Seguro que estás pensando que estoy hablando a la ligera, pero no es así. Ya desarrollé esta idea en mi anterior hogar digital y cada día estoy más convencido. Lo que todos denominan bloqueo del escritor no es más que una forma de resistencia, tal y como la define Steven Pressfield en su libro The War of Art. Para vencer esa resistencia, necesitas compromiso. Me autocito:

«Compromiso es sentarse frente al procesador de textos sin ninguna idea sobre los posts que vas a sacar esta semana y ponerte a escribir de todas maneras, aunque no sepas qué va a salir, aunque no tengas ni idea de si conseguirás algo decente después de estar una hora escribiendo. Solo cuando te comprometes con algo es cuando puedes conseguir algún resultado. Y da igual que sea un resultado bueno o malo, lo importante es que lo has conseguido»

Hay veces que las palabras te salen con más facilidad que otras, pero nunca lo sabrás con antelación. Por eso cada vez que te sientas a escribir, debes estar dispuesto a luchar cada palabra como si fuese la última que escribes. Ernest Hemingway lo resumió mejor que nadie. «Escribir no tiene nada de especial. Tan solo te sientas frente a la máquina de escribir y sangras». Hoy nos sentamos frente a la pantalla del ordenador, pero es la única diferencia.

¿Recuerdas las reglas de Heinlein? Hablé de ellas hace unos meses, espero que no las hayas olvidado. Por lo menos la primera de ellas: «Debes escribir». Así se vence el bloqueo del escritor, tan fácil y tan difícil como eso. Claro, me dirás, es muy fácil hablar pero cuesta ponerse a escribir, Miguel Ángel. Tienes toda la razón, a mi también me cuesta. Por eso, te voy a confesar mi secreto para escribir cuando me faltan ganas, cuando no tengo tiempo, cuando tengo dudas… en cualquiera de esos casos, el único remedio que he descubierto que es efectivo en el 100% de los casos es escribir una frase.

No sonrías, hazme caso e inténtalo. Escribe una frase. Luego escribe otra, y después otra más. Puede que borres la frase que has escrito porque no te gusta, no pasa nada. Escribe otra frase. Sigue escribiendo, frase a frase. No pienses más allá de la próxima frase. Si lo haces durante el tiempo suficiente —cada autor es un mundo, así que no puedo darte una cifra exacta—, encontrarás que ocurre algo mágico

Cada vez te cuesta menos escribir la siguiente frase. Llega un momento en que tu mente se adelanta a tus manos, en el que las ideas se mueven por tu cerebro a velocidad de vértigo y es cuando deseas poder escribir más rápido. Las musas han decidido visitarte, pero no olvides nunca que lo hacen solo porque te han visto trabajar. Si no trabajas, nunca querrán inspirarte.

Esto que te acabo de revelar es la única lección práctica que he aprendido de todo lo que he leído sobre escritura. Todo lo demás lo puedes cambiar a tu antojo, adaptándolo a tu caso particular, que para eso es tu caso y lo conoces mucho mejor que yo. Pero no cambies ésta, la única regla que debes grabar a fuego en tu interior: simplemente, escribe, y así vencerás esa ficción que es el bloqueo del escritor. 

Imagen: Martin Wessely vía Unsplash