Cuando dejé lista la entrada de ayer, ya me olía yo algo raro. Eso de despedirme con un «nos leemos en el día 34» me parecía una sobrada, pero después de tantos días escribiendo en el blog, no pensaba que fuese a fallar a estas alturas.
Y en realidad, tampoco he fallado. O sí, depende de cómo lo mires.
No he fallado porque aquí está mi entrada diaria. Ayer viernes publiqué y hoy sábado también estoy publicando. 34 días seguidos con una entrada diaria en esta bitácora, bien por mí. En el fondo, da igual publicar a las ocho de la mañana que a las ocho de la tarde, lo que cuenta es tener una entrada publicada.
Y sí fallé, en cierto sentido, porque me salté la costumbre de escribir la entrada al final del día. Pero ayer tenía cansancio acumulado de la semana y aproveché para ver una película con mi mujer —una película infame, por otra parte; lo que pasa es que a mí me encantan esas cintas cutres y a veces engaño a mi media naranja para que las vea conmigo—. Sin embargo, anoche me pudo el cansancio, y después de media hora estaba ya durmiendo.
El caso es que esta entrada ni se me pasó por la cabeza, pues mi plan cuando terminé de cenar (después de una productiva jornada de trabajo remunerado, gracias por preguntar) era pasar tiempo con mi mujer y, hoy sábado, levantarme temprano para darlo todo con el proyecto secreto hasta quitármelo de en medio. Así lo estoy haciendo; si te parece lo contrario es porque estoy en un huso horario diferente.
Pero dejemos de lado las paradojas temporales. La lección que me interesa que aprendan todos aquellos que quieran seguir mis pasos es que merece la pena trabajar para que tu entrada diaria se publique a primera hora. Así cuando no llegues a ese plazo, por la circunstancia que sea, tienes tiempo de sobra para reponerte, como ha sido mi caso en el día de hoy. De esa forma, conservo intacta la racha y la posibilidad de cumplir el reto. Es más, no descarto hacer mañana lo mismo.
¿Qué podría haber hecho un esfuerzo anoche para escribir algo, incluyendo esta entrada? Pues sí, pero debes tener en cuenta dos cosas. La primera es que la escritura siempre tiene que ser algo que hagas por diversión y no por obligación. Para mí, anoche, escribir habría sido una obligación y no me habría servido para nada.
La segunda. y más importante, es que hay más cosas en la vida aparte de la escritura. De vez en cuando, conviene que te des un tiempo para estar con la gente que amas, porque nunca se sabe cuándo podrás hacerlo de nuevo. Eso es lo que hice anoche, y no me arrepiento.
Ahora te dejo, que voy a seguir trabajando y escribiendo. Mañana, más.
¡Feliz escritura!
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Viernes 25 de agosto de 2017
Días seguidos publicando en el blog: 34
Días seguidos escribiendo ficción: 0. Mejor racha: 3
Días seguidos por encima de mil palabras: 0. Mejor racha: 3
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Imagen: Ilya Ilyukhin vía Unsplash.
Jajaja, pues yo esta mañana me dije: «¿No ha escrito? ¿Hoy no ha escrito? Nooooooo…», tan acostumbrada me tienes ya a encontrar el relato de tu jornada cada día 🙂
😉
Y ahí sigue, solo que un poco más tarde de lo habitual. Al final, vais a ser más de uno y más de dos los que seguís las confesiones diarias, jejejejeje…. ¡Un abrazo, Ana!
Más de uno, seguro, jajaja.
La verdad es que son entretenidas. Me sabe mal no seguir las de Ana que también son la caña.
Saludos
Pues eso es fácil de solucionar, David. ¡Ahora mismo a su blog a suscribirse! 😀
¡Un abrazo!