El viernes ha sido un día un poquito mejor pero no por mucho y creo que ya comprendo por qué. La verdad es que resulta evidente a toro pasado, pero lo que me ha pasado en estos últimos días es el cansancio acumulado de la semana. Para ello, voy a hablar de mi rutina diaria. 

Como en estos momentos estoy trabajando en un turno de noche, mi día empieza en algún momento entre las dos y las tres de la tarde. Después de levantarme y almorzar con mi mujer, después suelo aprovechar para sacar a pasear a la perra; a la vuelta es cuando termino con las tareas pendientes del día y puedo ponerme a escribir. Dependiendo del día y todo lo que haya que hacer, eso puede suceder a las cinco, las seis o incluso las siete de la tarde. Lo que pasa es que a las ocho y media tengo que cortar porque debo ducharme, cenar y prepararme para ir al trabajo, en el que ocupo toda la noche. Cuando llego por la mañana como a las siete y media, tomo desayuno con mi esposa, hacemos tareas de casa, juego con los animales, y me pongo a dormir a partir de las ocho u ocho y media.

Con esa rutina, debería dormir entre seis y siete horas diarias, lo que es más que suficiente. Sin embargo, no siempre es así y hay días en los que debo conformarme con cinco o menos, lo que debo compensar con una siesta después. Por la tarde, puedo tener hasta un máximo de tres horas y media para mis cosas, pero como la vida (y una hija adolescente) siempre me da tareas que hacer, nunca puedo dedicarlas por completo a la escritura, con lo que suelo tener dos horas o incluso una.

Todo esto no es una excusa o justificación, sino un análisis. Quiero poner por escrito lo que me pasa para comprenderlo y buscar la manera de aprovechar bien el tiempo que tengo. Mi rutina no es diferente de la de cualquier otro escritor independiente como mis colegas Jaime Blanch o Alberto Meneses, que también tienen que compaginar trabajo, familia y escritura. Mi caso es muy común. 

Creo además que el buen comienzo de la semana me hizo albergar muchas esperanzas. Estoy cumpliendo con este reto de escribir cuarenta entradas en cuarenta días y el superar las mil palabras diarias en las dos primeras jornadas del reto me hizo incluso pensar que no iba a ser tan difícil. A la vista está que no es tan sencillo, pero no debo agobiarme. A lo largo de estos cuarenta días, va a haber días buenos y días malos, lo importante es la suma al final. Y hoy he sumado más palabras para la ficción: media hora en la que he escrito casi cuatrocientas palabras.

Lo mejor es que llega el fin de semana y ahí podré tener un poco más de tiempo para, en primer lugar, recuperar sueño e iniciar la semana con energía y, en segundo lugar, escribir más ficción, que es de lo que se trata. Contando con el tiempo dedicado a la familia y animales, debería poder dedicarle un par de horas cada día a la literatura si nada falla.

En fin, que hay que seguir refinando el sistema y mi rutina. Lo que es ahora, ya son casi las ocho y media, así que voy a dar por terminada esta entrada, la voy a dejar programada y a la ducha. Mañana, más.

¡Feliz escritura!

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Viernes 28 de julio de 2017

Días seguidos publicando en el blog: 6

Días seguidos escribiendo ficción: 1. Mejor racha: 2

Días seguidos por encima de mil palabras: 0. Mejor racha: 2

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Imagen: Ilya Ilyukhin vía Unsplash.