Una semana después, prosigue la locura de escribir cuarenta entradas en cuarenta días. Lo cierto es que después de una semana tengo sentimientos encontrados. Por un lado, he cumplido con el reto en sí, publicando religiosamente una entrada cada día, incluso más. Pero por otro, la escritura de ficción no está siendo tan productiva y no sé qué pensar.

En el caso del día de hoy, ha sido porque he llegado a un punto en que tenía que repasar de nuevo toda la cronología de los anteriores libros de La amenaza treyana. La Guerra del Ayer, y esto creo que es un anuncio porque no lo he dicho en ningún otro lado, tiene partes que transcurren en diferentes líneas temporales y el problema cuando haces este tipo de encaje de bolillos es que todas las fechas tienen que cuadrar, o el lector se dará cuenta de que eres un chapucero. Y no llevo más de trescientas cincuenta mil palabras escritas en la saga para hacer la chapuza justo al final.

Así que me he liado la manta a la cabeza y con una libreta me he dedicado a repasar cada uno de los capítulos de los libros anteriores para elaborar una cronología detallada de qué pasó, dónde, a quién y, lo más importante, cuándo. Supongo que es un trabajo que debería haber hecho hace tiempo, pero más vale tarde que nunca. Hoy he terminado con Traición y con parte de Proyecto. Mañana espero acabar con Proyecto y hacer Prisioneros completo y el martes lo pasaré todo a limpio.

Seguro que ahora estarás pensando si no habría sido más fácil leer de nuevo los tres libros antes de ponerme con el cuarto. Esa era una opción, sí, pero bastante abandonadas tengo ya mis lecturas —como puede verse en mi reto de lectura de Goodreads— para meter tres libros más. Además, el escaneo rápido al que les estoy sometiendo me sirve igual, porque solo estoy haciendo un esquema rápido de qué pasa en cada capítulo y en qué momento con respecto a los demás. Tengo una idea general, pero no puedo estar fiándome de mi memoria en estos casos. Mejor perder dos o tres días ahora, que no quién sabe cuántos más adelante.

En cualquier caso, reconozco que me fastidia tener que dedicarme a esto a estas alturas. En fin, al menos servirá para que los lectores de estas confesiones comprueben los problemas reales a los que puedes enfrentarte cuando escribes una historia que implique viajes en el tiempo. En mi caso, también es una enseñanza para el futuro, sobre todo si es una gran historia dividida en varios libros (que no es lo mismo que una serie de libros, dicho sea de paso).

Para otro día hablamos de cómo manejar tus personajes cuando tienes decenas de ellos. Eso al menos sí que lo tengo controlado y es un pequeño truco que puede ser utilidad para otros.

Porque el truco que quería comentar hoy es el que avancé ayer, en una de mis entradas «concisas». Cuando aparezca una de esas en esta bitácora, casi seguro la habré escrito en la cama antes de dormirme. Si el día se complica sobremanera y no me da la vida para escribir, lo que hago es usar uno de los borradores de entradas que tengo preparados, rellenándolo desde mi teléfono o la tablet. De esa forma, me aseguro de no romper la racha en el blog y cumplir con el reto.

Tampoco es que estas entradas me consuman tanto tiempo para escribirlas, la verdad. Sin embargo, el solo hecho de tener que encender el portátil, entrar en mi instalación de wordpress y redactar la entrada requiere de un esfuerzo consciente y deliberado que en días como ayer realmente no tengo fuerzas para realizar. Es más sencillo escribir unas líneas desde la cama y programarlas, porque eso sí, estas entradas son lo último que escribo cada día.

Así que voy a programar esta y dejar la escritura por hoy. Mañana será otro día.

¡Feliz escritura!

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Domingo, 30 de julio de 2017

Días seguidos publicando en el blog: 8

Días seguidos escribiendo ficción: 0. Mejor racha: 2

Días seguidos por encima de mil palabras: 0. Mejor racha: 2

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Imagen: Ilya Ilyukhin vía Unsplash.