No sé vosotros, pero yo hay veces que prefiero no decir que soy escritor. Puede que sea porque todavía estoy empezando, o porque prefiero evitarme el típico carrusel de preguntas («¿Ah, eres escritor? ¿Y qué escribes?» «Ciencia ficción» «¿Como Star Wars?» *suspiro* «Sí, como Star Wars»). pero la verdad es que es porque me hace ilusión tener una identidad secreta.

No estoy diciendo que yo sea Batman, solo digo que nadie nos ha visto a Batman y a mí juntos en la misma habitación

Hay que reconocer que para vivir de lo que uno escribe hace falta mucho esfuerzo y mucho tiempo, por lo que hasta que se llega a ese punto es necesario tener otro trabajo para poder poner un plato sobre la mesa o pagar las facturas. Como no vives de lo que escribes no puedes llamarte escritor profesional, pero eres escritor. Y como todo ser humano, te gusta recibir halagos por lo que haces. Entonces llega un punto cuando conversas con alguien en el que podrías sacar a relucir el tema, y te lo planteas seriamente por un segundo. Ese es tu momento Clark Kent.

Al igual que el llorado Christopher Reeve, tu voz sube un par de octavas y tu cuerpo se endereza, creciendo unos centímetros. Con voz profunda comienzas a decir que te dedicas a esto de escribir; sin embargo, la conversación se va por otro lado y cierras la boca. Vuelves a ser Clark Kent. Piensas que no pasa nada, que es mejor así y piensas que ya habrá un momento más adecuado. Un sentimiento de satisfacción te recorre por dentro; no vas a recibir ningún halago, pero has conservado, un día más, tu identidad secreta. Así que miras a los que te rodean y sonríes. Si ellos supieran…

Sí, lo reconozco. Yo he actuado así muchas veces y todavía hoy sigo haciéndolo en ocasiones. Pero ya no lo hago tanto como antes, porque existe una satisfacción todavía mayor. Ahora cuando me encuentro en un momento Clark Kent, me enderezo y proclamo «Soy escritor». Entonces, ante la cara de (mayor o menor) asombro de mi interlocutor le pido, como quien no quiere la cosa, que busque mi nombre completo en Google.

Ser Clark Kent está muy bien, pero llega un momento que no puedes ocultar que también eres Superman.

¡Feliz escritura!