Quizás me esté haciendo viejo, pero en esta época de satisfacción inmediata y notoriedad fugaz creo, cada vez con más fuerza, que despacio es la forma más rápida de hacer las cosas bien. De hecho, para un escritor tiene que ser la única forma, porque no hay otra manera de destacar entre la ingente cantidad de títulos que se publican cada año.

En España se editan decenas de miles de libros al año y la publicación digital ha hecho que esa cifra se dispare a centenares de miles. Las barreras para publicar nunca han sido tan bajas y eso ha hecho que muchos de los títulos que están disponibles carezcan de un nivel mínimo de calidad. Publicar es muy fácil, pero hacerlo bien requiere trabajo, esfuerzo y saber usar las herramientas a tu alcance. No se puede triunfar en un día y no se puede llegar al número uno con el primer libro; hay que aprender a caminar antes de correr, por mucho que creas que corres como el viento.

No se puede repetir el caso de J. K. Rowling —y si sabes cómo hacerlo no sé por qué pierdes el tiempo leyendo esta entrada—, y no debes empeñarte en ser «el próximo [inserta aquí el nombre de tu autor de éxito preferido]» porque no puedes. Tus circunstancias son totalmente diferentes a las suyas y no llegarás muy lejos imitando a otros en vez de buscar tu propia voz. Y para eso es mejor hacer las cosas despacio.

Creerás en ti mismo sobre todas las cosas

Para hacer las cosas despacio, debes conseguir una cualidad que todo triunfador posee: la firme creencia de que lo que escribes es bueno y lo que tienes que contar merece la pena. Debes creer en ti mismo sobre todas las cosas, contra viento y marea, y armarte contra todas las críticas que seguro vas a recibir.

No hay receta ni consejo que te pueda ofrecer para que creas en ti mismo. Tiene que salirte de dentro y eso cuesta. El sistema educativo, al menos en España, no fomenta la excelencia o que el alumno quiera destacar por sus cualidades; es más fácil confundirse en la mediocridad del estudiante promedio, ser uno más. Si quieres ser escritor, debes superar ese complejo y creer en ti.

Conseguir esa fe en ti es el primer paso para conseguir tus metas, sean las que sean. Después de eso, tan solo debes estar dispuesto a trabajar y esforzarte porque los inicios de toda carrera son los más duros. Tienes que aprender tu oficio y en el caso de los escritores, eso significa aprender de nuevo todo lo que creías saber, porque para escribir un libro no te basta con juntar palabras en una frase.

Lee, estudia, aprende

Para que veas que no me refiero solo a generalidades, hablaré de mi caso concreto. Como puedes ver en Acerca de, soy periodista y llevo trabajando con las palabras desde hace más de quince años, pero todo eso no vale cuando quieres ser escritor. He tenido que aprender de nuevo todo lo que creía saber sobre ortografía y gramática, y sigo haciéndolo cada día, sobre todo para evitar fallos de principiante como el que cometí con La Cosmonave Perdida.

En pocas palabras, cometí el error de usar guiones en vez de rayas para los diálogos. Acostumbrado a no usar nunca la raya, no fue hasta que repasé la sección dedicada a los signos de puntuación en la Ortografía de la RAE que descubrí mi equivocación y me fastidió bastante, por decirlo de una manera diplomática. Debajo de mi nombre puedes leer que las palabras son mi herramienta de trabajo, y no me gusta equivocarme al usar mis herramientas.

Todo se solucionó repasando y corrigiendo el archivo master de La Cosmonave, haciendo una nueva compilación y subiéndola de nuevo a las tiendas online. Podría haberlo dejado correr, pero quiero ser profesional y para eso no puedo permitir esos errores de principiante. La moraleja de la historia es que si no me hubiese molestado en aprender y mejorar mi oficio, no me habría dado cuenta de ese fallo y habría seguido cometiéndolo en futuros escritos. Por eso debes aprender continuamente, por eso debes hacer las cosas despacio.

Lo bueno de ser escritor/editor/empresario es que los plazos no te los pone nadie más que tú. Debes cumplirlos, porque si quieres ser escritor profesional debes comportarte como un profesional, pero no tienes que apresurarte para hacerlo. Las prisas nunca son buenas consejeras y menos cuando publicas un libro. Aunque la autopublicación te permite corregir tus errores fácilmente —como fue mi caso—, lo mejor es alcanzar el grado de perfección que buscas en el primer intento, porque el libro digital es para siempre.

Ahora mismo, hay versiones de La Cosmonave Perdida que siguen teniendo ese fallo, y lo seguirán teniendo mientras sus dueños no las borren y descarguen la nueva versión. En la red, es casi imposible hacer desaparecer un archivo, así que esas versiones seguirán ahí siempre, haciéndome recordar mi error de novato y no me parece mal. De los errores se aprende y gracias a ellos y a que creo en mí mismo, hoy soy mejor escritor que ayer.