Kurt Russell en 1974 y en 2016. Fuente: Wikipedia

Anteriormente, en «Lo que un escritor puede aprender de»…

Pues sí, en esta bitácora he hablado de dos actores como Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, y de lo que un escritor puede aprender de ellos. Nunca pensé en hacer una serie de ello, pero aquí tenemos una nueva entrada en la que te voy a hablar de uno de mis actores favoritos: Kurt Russell.

Seamos honestos: Russell es uno de esos actores que seguramente nunca ganen un premio Óscar. Puede que ni siquiera el Óscar a toda una carrera, porque le falta eso que le gusta tanto a los críticos: la angustia. Y es que una de las características de Kurt Russell que puedes ver a lo largo de toda su carrera es que Kurt se divierte actuando. No importa si interpreta a un superhéroe, un fugitivo o un camionero que debe enfrentarse a un anciano hechicero. Se está divirtiendo, y no le importa transmitirlo. ¡Pero si hasta se parte el culo viendo «La Cosa»!

Además, como él mismo ha reconocido hace poco en una de las entrevistas que concedió al cumplir 70 años, tiene la rara habilidad de escoger películas que luego terminan siendo de culto. En mi opinión, su labor tiene mucho que ver con que terminen siendo películas de culto. Ni «La cosa», ni «Gran Golpe en la Pequeña China» ni «Rescate en NY» ni «Los odiosos ocho» ni «Tombstone» ni «Bone Tomahawak» serían lo que son con otro actor. A diferencia de otros actores, es imposible imaginar otro rostro sustituyendo a Kurt Russell.

Y es que la diversión que transmite Russell es contagiosa. Cuando está en pantalla, su lenguaje corporal y la forma que tiene de hablar, algo que solo puede disfrutarse en versión original, denotan que lo está pasando en grande. Incluso en sus papeles más dramáticos se nota que disfruta, mira en los ojos de Kurt la próxima vez que veas una de sus películas. No puede disimularlo.

Como decía, Kurt Russell nunca ganará un Óscar y puede que nunca sea un actor taquillero que atraiga a las masas solo con su nombre (aunque en sus tiempos de estrella infantil sí tuvo mucho caché). Sin embargo, sus películas tienen una cualidad que no es tan fácil de encontrar: te diviertes al verlas. A las que he citado antes puedes añadir otras como «Stargate», «Decisión Ejecutiva», «Llamaradas», «Death Proof» o «Sky High»: ninguna de ellas pasará con letras de oro a la historia del cine, pero muy entretenidas y cumplen con creces su objetivo de entretener al público. ¿Por qué? Porque sale Kurt Russell.

¿Y en qué se aplica esto a la escritura? Te preguntarás. Pues que con tus libros debe ocurrir lo mismo. Aunque no consigas nunca el premio Nobel por tus esfuerzos literarios, puedes sentirte feliz simplemente entreteniendo a las personas que te leen. Porque eso significa algo. Significa que has conseguido que se evadan de la dura realidad durante el tiempo que han estado enfrascados leyendo tus páginas. Eso, hoy en día más que nunca, es algo muy necesario.

Así que no tengas complejo alguno por aspirar tan solo a entretener. Con eso haces que tus lectores salgan de sus vidas y vivan otras completamente distintas. Como escritor, es uno de los fines más nobles a los que puedes aspirar y un regalo que puedes dar a otros mientras te diviertes. Pero divertirse suena feo y por eso hay muchos que dicen que hay que sufrir para escribir. Que la escritura es lo que pasa cuando sangras en la máquina de escribir.

Se equivocan. Porque cuando te diviertes escribiendo, eso se transmite a tus lectores. Es lo que hace Kurt Russell con sus películas, y tú también puedes hacerlo: escribe y diviértete. El resultado puede que te sorprenda.

Ya sabes, ten mucho cuidado fuera.