No sé si será por el pesimismo crónico español, pero tengo la impresión de que la mayoría de los escritores independientes hispanos publica con cualquier objetivo menos ganarse la vida como escritor. Al menos, es la impresión que me da viendo la blogosfera hispana relacionada con el mundillo de la literatura y autopublicación.
Hay muy pocas bitácoras que merezca la pena seguir en castellano y que no intenten venderte un curso o el truco para ser el número uno en Amazon (por cierto, este es el truco). Creo que es porque creen que esa es la única manera de sacar un beneficio económico a su escritura: enseñando a escribir en lugar de escribir, por decirlo burdamente. Eso me lleva a pensar que todos esos autores se han rendido ya, y me pregunto por qué. Por eso, me he propuesto analizar el estado de lo que llamo Nación Kindle.
¿Qué es la Nación Kindle?
Me gusta el término de Nación Kindle por su poder de evocación. Estoy convencido de que somos muchos los escritores que aspiramos a vivir de nuestros libros, y creo que por número podemos considerarnos una pequeña nación independiente. Y es Nación Kindle por que no nace de la nada; cuando Amazon estaba recién aterrizada en España, surgió el término de Generación Kindle, que fue acogido con entusiasmo por propios y extraños para definir a todos esos nuevos autores que surgían al calor del lector electrónico de Amazon.
De aquello nos ha quedado una página en la wikipedia y poco más, ya que no hay memoria histórica por parte de los escritores autopublicados; la inmensa mayoría se limita a dar palos de ciego, intentando lograr la fórmula mágica del éxito instantáneo sin estudiar lo que otros han hecho antes. Sin embargo ellos, junto a aquellos que intentamos tomárnoslo más en serio y los que ya lo han conseguido, forman la Nación Kindle. Porque todos estamos en el mismo barco.
Por supuesto, que tenga Kindle en el nombre no significa que nos limitemos a Amazon. Hay muchos miembros de la Nación Kindle que ganan mucho dinero siendo exclusivos con la empresa de Jeff Bezos, pero también hay muchos otros que lo consiguen estando en múltiples plataformas y casos como el de Enrique Laso deben servir a todos como advertencia. Tener todos tus huevos en la misma cesta es un riesgo, especialmente si esa cesta supone el 90% de tus beneficios.
El Kindle del nombre es porque somos los primeros escritores que sabemos que el grueso de nuestras ventas está en el digital y no en el papel, y que los lectores electrónicos son los que hacen posible que existamos. Somos los primeros escritores-blogueros, los que contamos cómo va nuestra carrera en directo y los que compartimos nuestras experiencias para futuros escritores. Somos los que perseguimos el sueño de vivir de lo que escribimos sabiendo que esta carrera no es un sprint, sino una maratón.
Aparte, están esos autores que mencioné antes, los que se han rendido en el propósito de vivir de lo que escriben pero intentan (en su mayoría honestamente) ayudar a los escritores de la Nación Kindle a lograrlo y, de paso, les cobran por ello. En otras palabras, son los que ganan más enseñando o ayudando a otros con la escritura, que escribiendo ellos mismos.
Es una manera lícita de ganar dinero y, dada la proliferación de cursos, coaches y escuelas del ramo, parece que bastante exitosa. Debe ser que es más fácil vivir de enseñar a otros a escribir que de la propia escritura, pero para formar parte de la Nación Kindle tienes que ser escritor, no un profesor de escritores o un prestador de servicios a escritores. Puedes escribir libros de no ficción orientados a otros escritores como tú, pero siempre como algo secundario, porque primero va el amor por contar historias, sobre todo tus propias historias.
La nueva clase media de escritores
Todo esto que acabas de leer no dejan de ser apreciaciones personales de un único escritor que soy yo, pero están fundamentadas en lo que ocurre en el mercado norteamericano. A menor escala, pero el mercado español es ya una réplica de lo que ocurre en los Estados Unidos, con Amazon como la gran tienda de referencia para los libros electrónicos, y muchas otras más pequeñas que intentan subirse al carro.
Allí, este mercado ha creado toda una nueva clase media de escritores que, sin llegar nunca a lo más alto de las listas de bestsellers, pueden vivir de lo que escriben más o menos holgadamente. Los libros de los rockstars de la publicación independiente como Hugh Howey han llegado hasta nuestras fronteras, pero otros muchos como Wayne Stinnet (que en dos años como escritor ha ganado lo suficiente para dejar su trabajo como camionero, comprar una casa nueva y dedicarse a escribir) o Robert J. Crane (que en sus primeros tres años como escritor independiente vendió 150.000 ejemplares de sus libros) son unos desconocidos en lengua española.
Y son solo dos ejemplos de los miles de autores que viven de lo que escriben sin necesidad de ser un superventas. Si frecuentas el Writer’s cafe o sigues The Passive Voice, seguro que conoces muchos casos más.
Aquí escucho a los agoreros y pesimistas protestando: «Eso aquí no puede pasar», «El mercado inglés es un gigante comparado con el español, aquí no hay lectores suficientes para eso», «Todos esos escritores empezaron a publicar al principio, cuando era más fácil destacar»… Puedes seguir y añadir el argumento que más te guste. Mejor dicho, puedes añadir la excusa que más te guste.
Todos los que protestan se olvidan de un simple hecho. Para que un escritor independiente triunfe y viva de lo que escribe, tiene que trabajar. A los escritores españoles independientes que lo han conseguido, como Fernando Trujillo o el ya mencionado Enrique Laso, nadie les ha regalado nada. Su éxito —mayor o menor según el cristal con que lo mires— es fruto de años de trabajo, escribiendo un libro tras otro y esforzándose por mejorar. No te lleves a engaño, el único lugar donde encontrarás éxito antes que trabajo es en el diccionario.
Es difícil lograr el éxito hoy, era difícil lograr el éxito hace cinco años y será igual o más difícil lograrlo dentro de otros cinco. Si fuese fácil, todo el mundo lo conseguiría y sabes bien que no es así. No basta con que escribas muchos o pocos libros, necesitas mejorar constantemente y no caer en el mito del escritor novel de éxito. Si lo haces, tienes posibilidades; si no lo haces, no las tienes, es así de simple.
Lo importante es que entrar en esa clase media de escritores que mencionaba antes es un sueño factible. Y lo sé gracias a los datos que he ido acumulando a lo largo de mi carrera y un poco de matemáticas. Así que atentos, escritores de la Nación Kindle, esto os interesa.
En primer lugar, tienes que determinar cuál es el nivel de ingresos que deseas y tiene que ser un nivel realista. Si pretendes ganar 6.000 euros al mes con tus libros vas a tener que trabajar cuatro veces más duro que si quieres ganar 1.500, como bien puedes entender. A los efectos de este experimento vamos a centrarnos en la cifra de 1.000 euros; para unos será mucho y para otros muy poco, pero es un buen objetivo para alcanzar.
AVISO: En este ejemplo, vamos a tomar como referencia la tienda de Amazon. Si publicas en más tiendas y obtienes más beneficios, antes llegarás a tu objetivo.
Si repasas la tabla de precios que publiqué en esta entrada, sabes que los precios altos son los que mayor porcentaje te dan. Así que supondremos para este ejemplo que estableces una buena estrategia de precios con libros gancho a 0,99 o gratis y libros premium de 2,99 para arriba.
¿Cuántos necesitarías vender para ganar 1.000 euros netos de beneficio? Si mantienes tus títulos en 0,99 necesitas 3.449 ejemplares al mes para llegar a esa cifra. Puede parecer un grial imposible de alcanzar, pero J.L.Rod logró vender 50.000 ejemplares de La suerte de los irlandeses a 0,99 antes de firmar con Ediciones B. Si él pudo lograrlo, tú también puedes.
En cualquier caso, es más sencillo hacerlo cuanto más ejemplares tengas en tu catálogo. Si tienes diez títulos a 0,99, tan solo necesitaras vender 345 de media de cada uno para llegar a los mil euros; sigue siendo difícil, pero ya no es tan inalcanzable, ¿verdad? Yo mismo he llegado a vender en un mes más de 200 ejemplares de La Cosmonave Perdida cuando costaba 0,99, así que sé que puede conseguirse.
Sin embargo, la mejor manera de llegar a nuestra meta de los 1.000 euros es poner precios premium. Si pones tu libro a 2,99, tan solo necesitas 589 ejemplares para llegar al objetivo. Si tienes diez libros a 2,99, vender 59 ejemplares de cada uno al mes es una meta mucho más asequible ¿verdad?
Pero no hace falta limitarse solo a eso, vamos a hacer una mezcla. Pongamos que tienes nueve libros en el mercado: dos de ellos son gratuitos, y uno está a 0,99; de los seis restantes, tienes dos a 2,99 y cuatro a 3,99. Si leíste mi entrada sobre los recorridos, podrás ver que aquí es muy claro. De los gratuitos se pasa a un escalón de 0,99 y otro de 2,99 antes de llegar al premium de 3,99. ¿Puedes vivir con esos libros?
La respuesta es que sí. Mira esta tabla.
Seguro que ahora piensas que estoy tonto: menos de cuatrocientos ejemplares vendidos y apenas cuatrocientos euros de beneficio. ¿No estabas hablando de mil euros, Miguel Ángel?
No estoy tonto, estás mirándolo mal.
Para llegar a los mil euros tienes que pasar antes por cantidades menores, y esa tabla refleja un ejemplo perfecto para un escritor independiente, en el que unos libros venden más que otros y todos suman. Porque si quieres vivir de lo que escribes seguirás escribiendo y publicando, y cada uno de los libros irá sumando con los anteriores —como bien explicó Alberto Meneses en esta entrada—. ¿O pensaste que tenía alguna fórmula mágica? No existen y no deberías buscarlas; tienes que seguir esforzándote por llegar a tus objetivos y ser consciente de que no hay atajos que te eviten tener que trabajar y escribir todos esos libros. Porque esos 396,71 euros que puedes ganar en un mes son un hito en tu camino y un punto de partida, no son tu meta.
Y puedes vender todos esos libros, porque yo lo he conseguido. Las cifras que aparecen en la tabla anterior son todas reales, de las ventas que he obtenido yo con mis libros en esos rangos de precios. La diferencia es que yo solo tengo tres libros y todavía me queda mucho para llegar a esos niveles.
Tienes dos opciones
Visto lo visto, todos los escritores de la Nación Kindle nos encontramos en una bifurcación de caminos y tenemos que elegir.
Si tomamos uno de esos caminos, significa negar todos estos datos y seguir fiándolo todo a la carta única de unos pocos libros, promocionándolos hasta en la sopa y confiando en que nosotros lo valemos.

¿Te crees el elegido?
Si tomamos el otro camino, bastante más realista, significa estar dispuesto a estudiar cómo funciona este nuevo mundo de la autopublicación, que ha permitido que cumplamos nuestro sueño. Significa estar dispuesto a aprender cada día algo nuevo; puede que sea una técnica literaria o cómo instalar una web en WordPress, pero todo lo que aprendemos es un paso hacia el mismo objetivo. Significa estar dispuesto a no rendirse, porque como hemos visto, es más tentador dedicarse a enseñar a otros a escribir que a escribir. Y significa estar dispuesto a trabajar durante mucho tiempo —meses y años si es necesario— para lograr el sueño de vivir de lo que escribimos.
Porque es posible. Y lo verás en la entrada del próximo viernes, en la que te voy a contar qué es Author Earnings y por qué debe importarte.
Hasta entonces, ¡feliz escritura!
Imagen del encabezado: James Tarbotton vía Unsplash.
Hola, Miguel Angel.
Estoy suscripto a tu blog y leo tus artículos porque considero que tu experiencia y conocimientos respecto a las finanzas, comercialización y publicación de las obras independientes son muy provechosos, y este post también lo es.
Sin embargo, en esta ocasión creo que tocas, y de manera asertiva, un aspecto muy sensible. Hace 40 años que escribo (desde los 14), de modo que si quisiera, contando el tiempo destinado a revisar, maquetar, diseñar portadas, etc., calculo que en pocas semanas podría tener publicados en Amazon una docenita de libros, como mínimo. Si hiciera eso, y siguiera tus consejos, obtendría unos ingresos considerables. Seguramente pensarás que soy idiota y que he renunciado, y por eso tengo una bitácora en castellano en la cual intento venderte un curso o algún servicio editorial en lugar de vivir de lo que escribo. Pero ¿sabés una cosa? Hace muchos años que imparto cursos y hago correcciones. Hasta que decidí dejar mi confortable y bien pagado puesto de director comercial para dedicarme a la literatura, todo eso lo hacía por amor al arte, es decir, GRATIS. Ahora, como tú dices, intento sacar un beneficio económico «enseñando a escribir en lugar de escribir», pero no porque haya renunciado a ganar dinero con lo que escribo. Tengo muchos modos de vivir la literatura, entre la cuales, además de leer y escribir, están la formación de escritores y las correcciones literarias. Todo eso forma parte de mi vida literaria, y tengo el orgullo de decir que vivo de lo que me apasiona.
También es cierto que han proliferado los cursos de escritura, pero del mismo modo que han proliferado los «escritores» que publican en Amazon o plataformas similares y los imparten cursos de marketing para escritores. Así todo, me parece despectiva y ligera la forma en que te has referido a los escritores que se dedican a lo que yo mismo me dedico.
Hay dos tipos de escritores: Los que «hacen» libros para vender, y lo literario es secundario; y los que, como es mi caso, buscamos escribir historias bien contadas. Entre esos dos extremos hay infinidad de combinaciones.
Si yo no pongo mi docena de libros en Amazon es porque no los considero publicables. Sin embargo, he descargado novelas de autores con 15 o más libros publicados que no aprobarían ni como redacción de la ESO y , de verdad, mejor me hubiera si los 2,99 € los hubiese gastado en el bar.
El artículo, en lo que es tu especialidad, sin duda muy bueno. En cuanto a tu apreciación respecto a los que nos dedicamos a otra cosa «porque consideras hemos renunciado», me ha parecido desafortunado. Lo siento.
Cada cual tiene su propia medida del éxito. Desde luego, para mí no es «hacer» libros y venderlos, sino vivir de lo que me gusta, la literatura, y escribir historias bien contadas.
Un abrazo.
Hola, Nestor.
Muchas gracias por tu comentario; siempre es un placer leerte, y lamento que en esta ocasión consideres mi argumento desafortunado. Si me he referido de forma despectiva y ligera a los que se dedican a enseñar a escribir, como es tu caso, no tengo ningún inconveniente en pedir disculpas y así lo hago. Os pido perdón a todos los que habéis podido dar por aludidos. La forma quizá no haya sido acertada, pero mantengo el fondo y voy a intentar explicarme mejor.
Coincidirás conmigo en que todos los que escribimos lo hacemos para que nos lean. Escribir para uno mismo está muy bien si es un diario, pero si el objeto último de esas palabras no es ser leídas por otras personas, no estamos hablando de oficio de escritor, sino de un pasatiempo. Totalmente respetable, por supuesto, pero pasatiempo al fin y al cabo. Una historia bien contada no sirve para nada si no se la cuentas a nadie.
Me otorgas más mérito del que merezco. Si publicases libros en Amazon siguiendo mis consejos no hay ninguna garantía de que fueras a obtener ingresos considerables. No los obtengo yo, así que no puedo presumir de enseñar a nadie. De hecho, me cuido muy mucho de ese tipo de afirmaciones, porque yo no soy quién para sentar cátedra sobre un asunto tan complejo. Lo que sí hago es compartir mi experiencia y mis cifras, por modestas que sean, algo que en este mundillo hacen muy pocos, por cierto.
En tu comentario hablas de dos tipos de escritores: los que hacen libros para vender con lo literario en segundo plano y los que buscan escribir historias bien contadas. Esa distinción, lo literario y lo no literario, la haces tú; en ningún momento de mi artículo hablo de la calidad literaria, porque tampoco soy yo quién para decidir qué tiene calidad literaria y qué no y, sobre todo, porque no tiene nada que ver con el objeto del artículo. Ese debate es diferente e imposible de solucionar, porque la calidad literaria es subjetiva. Centremos el debate, por favor.
De la misma forma, lo de que puedes publicar una docena de libros en unas semanas es tirar la piedra y esconder la mano, especialmente cuando más adelante tu mismo reconoces que no los consideras publicables. No me parece honesto y no me lo esperaba de ti, Ernesto. Si tienes libros que consideras que pueden publicarse, no entiendo por qué no lo haces. Si no los tienes, puedes escribirlos y en ese caso entraríamos en el aspecto de la escritura como pasatiempo, dependiendo de si lo haces para publicarlos o solo para tu deleite.
Mi intención con la escritura no es pasar el tiempo, sino vivir de ella. En ese sentido, tú y yo tenemos la misma medida del éxito: vivir de lo que nos gusta (la literatura) y escribir historias bien contadas. Te felicito porque tu has logrado uno de mis objetivos, que espero conseguir en el futuro y para el que trabajo todos los días. Mientras tanto, seguiré poniendo mis historias a disposición de los lectores para que decidan si merecen la pena y te animo a que hagas lo mismo.
Un abrazo, Néstor
Miguel, no tiro la piedra y escondo la mano y, por supuesto, no soy deshonesto. Justamente, si no publico todo lo que tengo, es porque no lo considero publicable. En un artículo que escribí para la revista MoonMagazine dije que «a veces dudo de mi condición de escritor y pienso que solo soy un explorador de las fronteras del lenguaje». Si no publico más es porque tampoco me seduce tanto, pero nunca tuve un diario personal. No soy el único. Salinger dejó de publicar, pero no dejó de escribir. Lo mismo le ocurrió a Sartre, que rechazó un premio Nobel.
Todos los que escribimos tenemos diferentes motivaciones. Tengo una amiga que ha publicado 12 libros, solo por el placer de verlos publicados, sin ninguna pretensión económica. Yo mismo tardé 38 años en publicar. Como te dije, las combinaciones son infinitas. Cada persona es un mundo.
Lo que sí es muy difícil de asumir es que los que impartimos cursos de escritura u ofrecemos servicios editoriales lo hacemos porque nos rendimos o porque preferimos ganar dinero enseñando a escribir que escribiendo.
No soy un escritor profesional (en el sentido de que no vivo de mis publicaciones) y, como comprenderás, no es algo que me haya preocupado. Entiendo que te parezca inexplicable (como a muchos que me conocen muy de cerca), pero conozco muchos que escriben y publican cada vez que se muere un papa. Ahora, te aseguro que son escritores con mucho oficio.
Este debate no cambia ni un milímetro el respeto que tengo por tu trabajo y por tu buen hacer y generosidad al compartir, negro sobre blanco, tus experiencias. Solo quería exponer mis diferencias respecto a esos conceptos en los que me veo involucrado. Y, por supuesto, te auguro que conseguirás tus objetivos.
Un abrazo
Lo mismo digo, Néstor. Precisamente poder debatir contigo, sobre este tema o cualquier otro, es una delicia, especialmente comparado con el nivel de muchos otros escritores y autores, como seguro que has podido comprobar en alguna ocasión. Que estemos en desacuerdo en unas cosas no significa que no podamos estar de acuerdo en otras.
Cierto, cada escritor es un mundo y las motivaciones de cada uno son únicas e intransferibles. Yo escribo la mejor historia que puedo para después publicarla de la mejor manera posible y que los lectores disfruten de ella, con el objetivo de vivir de lo que escribo. Reconozco que eso puede cerrarme a comprender otras motivaciones, y por eso puedo ser un poco intransigente. Por suerte, hay gente razonable como tú que me hace verlo, así que voy a intentar moderarme en el futuro.
Igual que antes, pido disculpas y en este caso personalizo. Discúlpame, Néstor; no quería meter a todas las personas que imparten cursos de escritura u ofrecen servicios editoriales en el mismo saco. En cualquier caso, como bien apunta Joseto en su comentario, parece que estamos viviendo una suerte de «burbuja de la autopublicación» y es a esos que quieren aprovecharse del boom de escritores autopublicados a los que hay que denunciar.
Concluyo dándote las gracias por tus buenos deseos y por tus comentarios y caballerosidad. Ojalá llegue a conseguir mis objetivos; lo logre o no, aquí lo contaré para todos los que quieran leerlo.
Un abrazo, Néstor.
Creo, Miguel Ángel, que en líneas generales estás en lo cierto. Para mí es importante distinguir entre los escritores y el ecosistema literario. Se puede trabajar honestamente en el ecosistema literario: cursos de Scrivener, de cómo publicar en Amazon, de trucos y consejos para escribir, técnicas para la creatividad, corrección, etc etc, porque los escritores independientes necesitan o bien aprender a hacer ciertas cosas solitos (cursos) o bien contar con alguien que se las haga (lectores cero, correctores, diseño de portada, promoción…)
Escribir es mágico pero tremendamente duro. Y es fácil acabar dedicandose a otras cosas (como llevar un blog y llenarlo de consejos y trucos, o de reseñas, o de tutoriales, guías, etc). No es que esté mal, ¡ni mucho menos! Pero cabe preguntarse si entonces estamos delante de «un escritor» o «una persona que quiere ser escritor pero su dedicación principal es otra». Igual que hay que distinguir entre hacer deporte y ser deportista profesional: uno puede escribir más o menos y por placer, pero otra cosa es ser escritor profesional.
También creo que este ecosistema literario creado alrededor de Amazon ha generado una especie de «burbuja de la autopublicación» donde algunos aprovechan para venderse como gurús. Igual que hay dietas para adelgazar sin esfuerzo, hay fórmulas para vender libros sin escribir. Eso perjudica a los que ofrecen servicios literarios honestos.
Hola, Joseto.
Me encanta la comparación que has hecho con el deporte, porque es muy cierta. El deportista aficionado y el deportista profesional pueden hacer los mismos ejercicios, pero el profesional está en otro nivel. Además, tanto el deporte (todos los que no son de equipo, claro) como la escritura son actividades solitarias en las que necesitas una gran fuerza de voluntad.
También creo que es una gran aportación la distinción entre los escritores y el ecosistema literario, que nos sirve para entender por qué cada vez hay más proveedores de servicios y gurús de la autopublicación. Gracias a Amazon y el resto de plataformas, la autopublicación ya no es un último recurso y cada vez más escritores se animan a autopublicar sus obras aunque no tengan ni idea de todo el trabajo que conlleva. Es pura lógica, hay nuevas oportunidades de negocio y hay gente dispuesta a aprovecharlas.
«Escribir es mágico pero tremendamente duro, y es fácil acabar dedicándose a otras cosas» ¡Qué gran verdad! Voy a dejar de contestar comentarios y seguiré escribiendo mi libro.
Gracias por la visita y el comentario, Joseto. ¡Un abrazo!
Miguel Ángel:
Me ha encantado el artículo, de principio a fin. Lo tenía en la cola de lectura (mañana voy a por la segunda parte). No solo estoy de acuerdo con todo lo que dices sino que además me has recordado a Dean Weasley Smith (¡esos números del final!). Y, bonus track, he descubierto el blog de Alberto Meneses (me encanta leer sobre los «viajes» de otros escritores). Muchas veces me quejo de que no hay blogs de autores españoles que me gusten, pero también es verdad que tampoco he buscado mucho 😀
Antes me pasaba media vida en Kboards, pero he conseguido «desengancharme» un poco. Allí conocí a Wayne Stinnet (tengo su libro a medias) y otros muchos escritores que con su ejemplo me enseñaron que es posible vivir de la escritura, y que no hay que rendirse nunca. Y con eso me quedo.
Un abrazo,
Lorena
Así se habla, Lorena. La única persona que puede detenerte eres tú, así que arriba ese ánimo y adelante. Me alegra que hayas descubierto a Alberto; no se prodiga mucho pero cuando lo hace suele escribir artículos muy jugosos. Lo de los números es totalmente DWS, sí; algo se me tenía que pegar después de seguirle durante tanto tiempo, jejejeje. Muchas gracias por la visita y el comentario. ¡Un abrazo!