Por fin termina 2020, un año histórico en muchos aspectos. Creo sinceramente que mucha gente no es consciente todavía de lo que hemos pasado este año y las consecuencias que tendrá para el resto de la década. Solo el paso del tiempo nos permitirá examinar con algo de imparcialidad todo lo ha ocurrido en estos doce meses; aunque podemos ver algunos atisbos, necesitamos tiempo. Pero nuestro tiempo es limitado, y este año nos lo ha mostrado de la forma más cruel.

No sé tú, pero yo he reflexionado bastante sobre las cosas que me quedarían pendientes si hoy fuese mi último día sobre la Tierra. La verdad es que estoy muy asustado al respecto ya que, si algo me pasase, mi familia quedaría completamente desamparada. Un seguro de vida al final es un parche, dinero para un momento que luego se acaba y no soluciona nada a largo plazo; con una nieta recién nacida, hay que pensar en el largo plazo, porque quiero verla crecer y casarse, y conocer a sus hijos si los tiene. Pero si no puede ser porque yo no esté, quiero que no le falte de nada. Y para eso hace falta dinero.

Dice el refrán que nadie se hizo millonario trabajando para otros, así que solo me queda trabajar para mí y los mios de la única forma que sé: escribiendo.

Todo esto viene a cuento del primer componente de mi receta para este 2021: motivación. No hago esto solo por mí, lo hago por mi familia y, de forma muy especial, por mis lectores. Todos esos que llevan años esperando La Guerra del Ayer y que todavía hoy me siguen preguntando cuándo sale el libro. Todos esos que todavía no conocen los muchos relatos que tengo que contar, que no saben quién es Caleb Cooper, quién mató a Roberto Spiros a bordo de la Pionero o la historia de amor que casi acabó en tragedia en Sainte-Mère-Église el 6 de junio de 1944.

Por todos ellos y por todas esas historias, mi nivel de motivación es muy alto. Sin embargo, me conozco perfectamente y sé que flaquearé. La vida me pondrá obstáculos y de forma muy razonada y meditada, diré que no puedo escribir por esto y por aquello. Para evitar que me pase eso, este año asumo un reto: escribir 365.000 palabras de ficción, o mil palabras al día, lo que te suene mejor.

Nunca he llegado a escribir tanto, por lo que será todo un desafío. Aquí no se trata de escribir mucho: mil palabras al día era una hora en mis mejores tiempos, pero incluso en el peor de los casos no serían más de dos horas frente al ordenador. La clave de este reto es la constancia, establecer el hábito y la rutina y pensar siempre a largo plazo. Lo que es más importante, esas mil palabras diarias son la media total al final del año, por lo que no pasa nada si un día escribo solo 500 o ninguna. Tendré que compensarlo al día siguiente, nada más. Mientras al final del año (o antes, si nada se tuerce) haya llegado a las 365.000, todo estará bien.

Lógicamente, ningún reto vale para nada si no se fiscaliza de alguna manera. En este caso, lo voy a hacer de manera pública en una entrada específica que publicaré el último jueves de cada mes, de forma similar a los balances mensuales que hacía antaño. Por supuesto, no será solo una enumeración de datos, sino que iré contando mis impresiones sobre el reto y sobre lo que esté escribiendo en ese momento. Además, iré publicando mis progresos de forma más habitual a través de mi cuenta de Twitter. No prometo hacerlo todos los días, pero sí bastante más de una vez al mes.

Este reto forma parte de mi plan para conseguir que la escritura me mantenga a mí y a mi familia durante mucho tiempo. Sé que es muy difícil lograr ese objetivo, pero el camino es bastante directo y se trata de un plan —¿lo adivinas?— a largo plazo. Aquí te cuento a grandes rasgos, los hitos para los dos próximos años.

  • En 2021, el objetivo es establecer una rutina creativa y aumentar mi catálogo. Para eso afronto el reto de las 365.000 palabras, con la idea de publicar al menos cuatro títulos inéditos este año. El primero de ellos, La guerra del Ayer, para junio de 2021 (y mira que sé que me estoy pillando los dedos al poner una fecha, pero de cobardes está el mundo lleno). En 2021, también toca nuevo diseño y portadas para mis títulos (ahora te cuento).
  • En 2022, mi objetivo es volver a repetir el reto y consolidar lo que haya conseguido en 2021. En mi calendario de publicación (que hago a dos años vista) también tengo previsto publicar cuatro libros durante este año. Idealmente, 2022 también será el año en que me ponga en serio con el tema de los anuncios pagados para mis libros.

En cuanto al nuevo diseño y portadas para mis libros, es algo que ya hacía mucha falta. Con más de un lustro en el mercado, mis antiguas portadas necesitaban urgentemente un lavado de cara. Como ahora tengo que usar Photoshop por trabajo y debo diseñar de forma más regular, he aprovechado para hacerlo yo mismo. Ya he comenzado con el primero de mis títulos, La Cosmonave Perdida, por si no te habías dado cuenta.

A lo largo del año iré cambiando el resto de portadas y sustituyendo las versiones en e-book y papel de cada libro por las nuevas ediciones, con nuevas cubiertas y textos revisados, hasta culminar en la publicación en junio de La Guerra del Ayer. Como si no tuviera suficiente trabajo ya.

En cualquier caso, no quiero acabar esta entrada sin darte las gracias. Tanto si eres lector(a) habitual de esta bitácora o de mis libros como si esta es lo primero mío que has leído en tu vida. Sin tu apoyo, nada de esto sería posible. Mi 2021 viene cargado de trabajo, promesas y esperanzas, pero espero de corazón que 2021 venga lleno de felicidad, salud y buena suerte para ti y los tuyos.

Ya sabes, ten mucho cuidado ahí fuera.