Creo que en alguna ocasión he hablado de planes en esta bitácora. De los míos propios, al menos, pero nunca del plan como concepto.

Hacer planes es un buen modo de empezar a alcanzar tus sueños. Decides los pasos que vas a tomar y fijas unos plazos para conseguirlos.

Suena estupendo sobre el papel, ¿verdad?

Y lo es. El problema es cuando los planes se convierten en una excusa. 

Puedes realizar una planificación perfecta de tu carrera como escritor independiente, estableciendo tus horarios de escritura, objetivos de palabras escritas o proyectos terminados, poniendo plazos y fechas límite para cada uno de tus objetivos y reservando tiempo y espacio para los imprevistos que surjan por el camino.

Pero esa perfecta planificación no sirve de nada si no la llevas a cabo. 

Planificar es bueno, te ayuda a comerte el elefante. Pero planificar no es hacer.

Es muy sencillo dedicar el tiempo a planificar en lugar de hacer. Es más sencillo todavía no hacer poniendo la excusa de que no tienes un plan, o que tienes que modificar el que ya tienes para adecuarlo a tus nuevas circunstancias.

¡Sorpresa!

Planificar es bueno. Pero planificar no es hacer. Por tanto es muy fácil perder el tiempo planificando.

Puedes planear tu carrera durante semanas, meses o incluso años. Y ninguno de esos planes valdrá una mierda si no los pones en práctica.

Te lo digo por experiencia. 

No es algo que me guste. Mi último plan, visto los buenos resultados de los cinco resultados de marzo, contemplaba publicar un título mensual durante un año.

¿Era realizable? Seguramente sí. ¿Era realista? En absoluto, teniendo en cuenta todas las cosas que tengo que hacer.

Con todo, no lo descarto; adaptándolo, puede servirme como plantilla para 2019…

¿Ves? Lo estaba haciendo otra vez. En lugar de hacer, me dedicaba a planear.

No caigas en la misma trampa. Planea todo lo que necesites, pero después, hazlo. Incluso un plan fracasado da frutos, aunque sean los qu e tú deseas. 

Porque un plan que nunca se lleva a cabo es una burbuja de jabón: hermosa hasta que desaparece. 

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: JESHOOTS.COM en Unsplash