Desde que Amazon incorporó en España su característica de Echa un vistazo, me gusta ojear los títulos que están a la venta, tanto en la categoría de Ciencia Ficción como en las otras. Al fin y al cabo, es la versión actualizada de ojear los libros en la librería física, algo para lo cual tengo cada vez menos tiempo. Revisando esos títulos, sus descripciones y leyendo sus primeras páginas me ha servido para decidirme en la compra de más de un título o para comprobar que no era un libro para mí, por un motivo u otro.

El auge de la autopublicacion ha hecho que muchos escritores noveles se hayan lanzado a la aventura de escribir un libro y publicarlo. Aunque hay muchos títulos publicados electrónicamente cuya edición está por debajo de la media (y eso siendo generosos), con el tiempo estoy comprobando que, cada vez mas, los nuevos autores se preocupan por tener una buena portada, por escribir una buena sinopsis y por cuidar el interior del libro. No sé si mi serie Cómo autopublicar tu libro habrá tenido algo que ver pero, de manera egoísta, a veces pienso que sí, sobre todo cuando veo las páginas de créditos de algunos de ellos.

Pero un libro es más que el cómo está editado y, como decía el niño de El Sexto Sentido, «en ocasiones veo muertos».

En muchos de los textos a los que accedo con el Echa un vistazo, encuentro tantos fallos que dudo que sus autores los hayan releído con ojo crítico. No me refiero a las faltas de ortografía (qué también las hay, pero eso da para otro debate) sino a errores en el uso del lenguaje y en cómo contar la historia. Algunos de esos fallos también los he cometido yo, como la falta de descripciones físicas o el abuso de las exclamaciones para mostrar tensión, pero hay otros que me sorprenden por lo básicos que son.

Desde comienzos insulsos y llenos de clichés que fracasan en captar nuestra atención porque falta alguno de los tres componentes clave de la historia (un Personaje en un Escenario, con un Problema), hasta lo que podríamos llamar el «síndrome del diccionario», por el cual el autor busca siempre la palabra más florida y rebuscada que puede encontrar, pensando que eso hace su obra más «literaria». Pero el error que encuentro más veces, con diferencia, es la acumulación innecesaria de palabras.

Hay textos en los que hay párrafo tras párrafo absolutamente innecesario, que no aporta nada a la historia y que solo sirve para que el libro llegue a un determinado grosor. Para un escritor novel (e incluso para los no tan noveles), es muy difícil descartar parte del texto que has escrito, pero es algo necesario. Creo que fue Faulkner quien lo resumió mejor que nadie. «Kill your darlings», decía, «Mata a tus queridas (palabras)».

Es muy sencillo escribir más palabras de las necesarias, por lo que hay que estar muy atento para evitarlo. Esto puedes conseguirlo si revisas de forma crítica tus textos después de escribirlos, pero no funcionará si te engañas a ti mismo/a. La pregunta más dura que nunca me he hecho como escritor ha sido «¿De verdad necesitas esto?». En la inmensa mayoría de las ocasiones, la respuesta será no.

No obstante, no pienses que has perdido el tiempo en escribir todo eso que ahora debes borrar. Cualquier artista en cualquier disciplina debe practicar muchas horas antes de alcanzar un mínimo de maestría, por lo que es normal que sus primeros resultados sean desde malos a horrendos. Piensa que todo ese exceso de descripción o ese monólogo interno, tan bonito pero totalmente irrelevante, te ha servido como práctica y eso quedará dentro de las cosas que has aprendido. Y la lección más valiosa que aprenderás de ellos será el darte cuenta de que no los necesitas.

La práctica y la lectura crítica de tus textos hará que estos tengan cada vez menos adornos innecesarios y la clave para acelerar ese proceso está en ti. No puedes afrontar la hoja en blanco pensando que vas a crear una obra maestra; eso es algo que juzgarán tus lectores y la posteridad, no tú. Lo que debes hacer es escribir el mejor texto que puedas en ese momento y ser consciente de que puedes mejorarlo si lo revisas; si eres constante, te sorprenderá descubrir que, por muy bueno que sea, palidecerá al lado de todo lo que escribirás en el futuro.

¡Feliz escritura!