Cuando te dicen que la mejor escuela para un escritor es la propia vida, no se trata de usar tus vivencias y experiencias como modelo para las de tus personajes. Aunque deberías hacerlo igualmente.
Se trata de aprovechar tus relaciones y conocimientos únicos para otorgar matices singulares a cada una de tus historias.
Lo comprenderás mejor con un ejemplo.
Uno de los aspectos del relato corto en el que estoy trabajando ahora surgió en mi vida laboral, cuando llegó a mi conocimiento un detalle que servía para otorgar verosimilitud a mi historia. No es nada del otro mundo, solo el vehículo que usan los protagonistas.
Pero ese detalle me sirvió para establecer otro punto de la historia, la organización para la que trabajan. Por esas casualidades (o no) de la vida, en dicha organización trabaja un buen amigo y colega escritor, al que dirigí algunas preguntas concretas que me respondió extensamente.
Apenas empezada la historia, ya tenía un fondo real y contrastado sobre el que escribirla. Solo tuve que corregir y reescribir algunos párrafos del principio para que fueran fieles a la realidad. El resto de la historia, la ficción, no necesita más visto bueno que el mío.
Este ejemplo te sirve para ver que cualquier detalle puede encender la bombilla, y que aprovechar tu red única de experiencias, conexiones y conocimientos puede hacer que una historia normal se convierta en algo diferente y nunca visto.
Eso ocurre con mi historia, que ahora está situada en un lugar y contexto en el que nadie ha escrito nunca un relato, al menos que yo sepa.
Y todo gracias a un simple detalle que me pasó por delante y que era la pieza de mi rompecabezas que yo no sabía que faltaba.
Por cierto que no acaba todo ahí. Cerrando el círculo, el matiz del vehículo que mencioné al principio me volvió a ser útil una semana después, cuando tuve que redactar un texto en mi trabajo bajo la presión de las fechas de entrega. De primeras no tenía ni idea de cómo enfocarlo, pero en cuanto recordé ese matiz, el texto se escribió solo.
Busca las conexiones insospechadas en tu vida. Enciende tu bombilla.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Riccardo Annandale en Unsplash