Escribir una novela es como conducir de noche. Solo ves lo que alumbran tus faros, más allá solo hay oscuridad.
Puede que hayas consultado el mapa antes de salir, pero cuando estás ahí solo, comprendes que la carretera puede llevarte a cualquier parte.
Sin embargo, con lo que alumbran tus faros es suficiente. A mayor o menor velocidad, dependiendo de tu pericia al volante, vas recorriendo kilómetro tras kilómetro hasta llegar a tu destino.
Aunque a veces parezca que la carretera no termina nunca y que jamás llegarás a tu destino, tienes que confiar en el proceso, porque lo peor que puedes hacer es bajarte del auto y darte por vencido.
Confía en el proceso. Esas luces que alumbran tu camino nunca están equivocadas.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Maxime Staudenmann en Unsplash
Qué razón tienes y cuánto animan tus palabras. Gracias
Gracias a ti por pasarte por aquí y dejar que te anime, Marisa. ¡Un abrazo!