Cuando llevas un tiempo escribiendo, es normal que llegues a un punto en el que piensas que tu historia tiene todos los defectos del mundo. Predecible, sin alma, poco original, repetitiva… todos los escritores pasan por ese bache en el que creen que su obra es lo peor jamás escrito.
A los escritores les gusta dramatizar, especialmente si es su propia obra.
La verdad es que por muy malo que sea lo que estás escribiendo, seguramente no tenga todos esos defectos que ves en el texto. El escritor es el peor juez de su propia obra, ya sea porque sobreestima o menosprecia su historia, siempre en exceso. Una de las cosas que se aprende a medida que se van escribiendo y publicando libros es que los únicos jueces que cuentan son siempre los lectores.
No los críticos, no tus colegas y mucho menos tú. Los lectores.
Por eso, mi consejo siempre que llegues a ese punto de desesperación en el que tu historia es lo peor, es que sigas escribiendo. Confía en el proceso y termina el libro. Ya habrá tiempo para que alguien más imparcial que tú lo juzgue. Hasta entonces, siempre es mejor escribir una mierda que no escribir una obra maestra. Lo que se escribe, se puede corregir; lo que no se escribe… pues ya te imaginas qué pasa con ello.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
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Miércoles, 11 de octubre de 2017
Días seguidos publicando en el blog: 80
Días seguidos escribiendo ficción: 3. Mejor racha: 6
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Imagen: Álvaro Serrano en Unsplash
Eso tu, que tienes los pies en el suelo.
Hace un par de días tuve una pelotera con un «amateur». Él decía en Twitter que qué hacía falta para que le compraran su novela, que solo estaba a un euro y pico… Como siempre pico, me fui a Amazon y ya la presentación me enfrió no poco: el texto de la introducción estaba pegado de algún lado con los saltos de línea mal… Pero aun así me bajé la prueba…
Después de leer aquí o allí, el texto era algo así como «ella había hecho pis, luego había tocado la pared. Había sido muy bella en su juventud y había tenido problemas con el había, había un había que había haber habido al haber hecho el avío, del había y haber había otro había…» En fin, ya me entiendes.
Se lo digo al tío y me responde que todavía está esperando la mía, a lo que yo le dije que no piense en ello, porque aunque escribo bastante mejor que él ni se me ocurriría publicar nada, aparte de un colega que le nombró el ad-hominem auctoritas…
Acho, tío, hay por ahí cada ego… Su mamá le habrá dicho que es una novela muy buena y hala, al tajo. En fin.
Es que hay cosas que me tocan la moral bastante. Por ejemplo Blanch y su Luminion. El tío sabe escribir, pero no me gusta lo que escribe, por lo tanto no le digo nada. O Meneses. Jamás he visto argumentos más malos y repetitivos, pero el tío tiene algo que te engancha a leer, y le he dado caña por eso aquí y allí. Pero hay por ahí cada «iluminado» que da miedo. Menos mal que no está en política…
El problema con ese tipo de escritores es que no están preparados para la crítica, y no una crítica cualquiera, sino la del lector que no perdona que hoy has sido tú, pero que podía ser cualquier otro. Está muy bien recibir halagos y parabienes, pero desde el momento en que publicas, vas a recibir críticas feroces y despiadadas. Da igual que sean injustas o justificadas, si tu libro genera un mínimo de interés terminará llevándose alguna hostia y cuando eso te toca puedes aceptarlo o patalear. Pero que te las vas a llevar está garantizado. Yo me he llevado las mías y aunque no me han gustado, me las trago y sigo adelante. En ocasiones, me sirven para ver aspectos que puedo mejorar y en otras, no me sirven para nada, pero están ahí y hay que aceptarlas.
No sé si eso es tener los pies en el suelo, lo que sí sé es que si pides que te compren, corres el riesgo de que lo hagan, de que no les guste y de que reaccionen con furia visigoda. Si no estás preparado para eso, mejor dedícate a otra cosa.
¡Cuanto tiempo sin saber de ti, Rafa! Me alegra que te pases por esta que es tu casa. ¡Un abrazo y gracias por el comentario, siempre da gusto hablar con alguien que tiene las ideas claras!
Te sigo siempre, aunque en silencio. Te leo el blog en cuanto sale. Que lo sepas. 🙂