En alguna ocasión he hablado en esta bitácora sobre respetar las normas del género en el que escribes.
Es algo evidente, si lo piensas. La mejor forma de escribir una buena novela de terror, o ciencia ficción, o romántica es respetando las normas del género y cumpliendo las expectativas de sus lectores.
Sin embargo, todos intentamos romper esas reglas. Es bueno romperlas, de hecho; si no lo haces, seguramente no crearás nada memorable. Pero tampoco debes romperlas solo por romperlas.
Como siempre, tienes que pensar en los lectores.
Tomemos a los lectores habituales del género, sea el que sea. Si rompes demasiado las convenciones del género y te alejas de él, serán esos lectores los que se alejen después. No puedes salirte tanto del género; a ellos les gusta, por eso lo leen. Si lo conviertes en otra cosa, dejarán de leerte.
Si en cambio estás pensando en lectores que no son habituales del género, vas a tener que hacer una gran labor de promoción para que se decidan a probar un género que no suelen leer, y ni con eso los tienes garantizados.
Es como un restaurante que cambia de dueños, chef y camareros. A la gente que le gustaba como era antes, no le van a agradar los cambios, y a la gente que no le gustaba tampoco va a saltar de alegría y formar colas ante el local.
Así que ten cuidado cuando quieras estirar las fronteras de un género y prepárate para perder lectores que solo querían más de lo que les gusta leer.
Lo bueno es que, si lo haces bien, traspasarás fronteras y serás un pionero en terrenos inexplorados, en los que todas las riquezas que encuentres serán tuyas.
Es un riesgo que merece la pena correr. ¿No te parece?
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Tom Chen en Unsplash