Como escritores, somos artesanos trabajando en silencio en nuestro taller para producir un intento de arte.

Con el tiempo, la experiencia y la perseverancia hacen que el producto de nuestro trabajo se parezca un poco a lo que teníamos en mente cuando empezamos.

Con más tiempo todavía, puede que lleguemos a hacer las cosas bien y que se nos considere artistas. 

Sin embargo, que lo hayamos hecho bien no lo hace importante.

La mayor cura de humildad que recibirás como escritor será cuando, a pesar de que tu historia cumple con todas las condiciones para ofrecer una experiencia memorable, los lectores la ignoren por un motivo u otro.

Puede que hasta hayas hecho tus deberes y tengas una portada atractiva, una sinopsis intrigante y un precio adecuado. Todo eso da igual porque, al final, la decisión no depende de ti. 

La atención de los lectores es un regalo. Los regalos no pueden exigirse, los recibes o no los recibes.

Si los recibes, recuerda siempre ser agradecido. Si no es así, quejarte y reclamar tu regalo no hará que te lo den, al contrario.

Mañana más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Nicolas Hoizey en Unsplash