Todos tenemos los nuestros. En el caso de los que nos dedicamos a juntar letras, o aspiramos a hacerlo, hay escritores que idolatramos y consideramos más que mortales.

Neil Gaiman, Arturo Pérez-Reverte, Dean Wesley Smith, Fernando Trujillo, Robert A. Heinlein, Marcial Lafuente Estefanía… La lista de nombres es tan interminable como el número de escritores noveles que soñamos con hacernos un hueco en ella.

Tanto a los que siguen vivos como a los que ya no están, es fácil que uno se los imagine como héroes invencibles que superan los miedos gracias a su suprema voluntad. 

Pero lo cierto es que son humanos como tú y yo. Y no me cabe ninguna duda de que han tenido mañanas en las que han perdido el tiempo haciendo cualquier cosa en lugar de escribir.

Nadie es mejor que nadie. Todos los escritores han cometido errores de novato y han aprendido a base de equivocarse. 

Es bueno tener ídolos, un modelo al que aspirar y que te guíe en tu carrera.

La clave está en que no olvides nunca que es tu carrera, tuya y de nadie más. Si imitas los pasos de tu ídolo no obtendrás el mismo resultado, porque esto no es una ciencia exacta y nunca lo será.

Para conseguir tus metas y objetivos, no hay otro camino que perseverar y seguir trabajando cada día. Incluso cuando parezca que no sirve para nada, lo que ocurre la mayor parte del tiempo.

No te rindas. Cuando quieras darte cuenta, puede que hasta te hayas convertido en el ídolo de alguien. 

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Sasha • Instagram.com/sanfrancisco en Unsplash