Uno de los efectos secundarios de publicar tus libros en la mayor cantidad de plataformas posibles es que te vas a encontrar con una tonelada de informes de cada una de ellas con los libros vendidos y tus (más o menos cuantiosas) ganancias. El problema viene cuando compruebas que cada plataforma funciona de una manera diferente y que cada archivo de excel que descargas de cada una de ellas tiene un formato distinto.
Armándote de paciencia, decides crear una tabla para unificar todos esos datos y poder controlar tus ventas y tus ingresos, pero el resultado nunca está a tu gusto, porque a medida que pasa el tiempo, cada vez son más datos los que tienes que introducir en tu tabla y no tienes tiempo. Controlar las ventas e ingresos de una única plataforma es muy fácil, pero a medida que sumas más libros y más tiendas, la tarea se va complicando cada vez más. Créeme, lo digo por experiencia.
Mi caso ha sido un poco menos doloroso, porque desde un principio tenía mis cuentas al día y una tabla donde ingresaba los ejemplares vendidos y los ingresos. Sí, cuando vendía en el Amazon estadounidense la tabla se me descuadraba un poco al recibir el pago en dólares y lo mismo cuando he vendido ejemplares en México, pero no era demasiado trabajo. Luego hice los ejemplares en papel de mis libros a través de Createspace, y eso añadió una nueva complicación.
Por si no lo sabéis, Createspace tiene dos plantas en Europa, una en Alemania y otra en Gran Bretaña, e imprime los libros en una u otra según le convenga. Pero cuando los imprime en Gran Bretaña, el pago lo realizan en libras, aunque hayas comprado en euros. Sí, yo tampoco le veo mucho sentido pero, oye, no es mi empresa. El caso es que añadía una nueva moneda a mi tabla, que ya empezaba a ser un poco difícil de manejar.
Entonces decidí expandirme y publicar mis títulos en el resto de tiendas electrónicas importantes: Apple, Google, Lektu, Kobo y Nook. Y ahí me encontré con cinco nuevos informes, cada uno de su padre y de su madre, que añadir a mi tabla artesanal. Ya la cosa se complicaba demasiado y cuando llegaba esa época del mes en la que los informes estaban listos para su descarga, mi pereza a la hora de introducir los datos era absoluta.
Igual estás pensando que todo ese esfuerzo es inútil, que basta con consultar en la web de cada una de las tiendas los datos cuando los necesitas. Al fin y al cabo, somos escritores, no contables ¿verdad?
Te equivocas.
Shantnu Tiwari es otro escritor independiente y si te manejas en inglés te invito a que leas esta entrada suya donde lo explica mucho mejor que yo. Si la lengua de Shakespeare no es lo tuyo, ya te lo explico yo.
Desde el momento en que publicas tu libro de forma independiente, para bien o para mal, no eres solo un escritor. Te has convertido en un negocio, lo que significa que se te aplican todas las reglas de los negocios, quieras o no. Cuanto antes lo asumas, antes podrás tomar decisiones basándote en esa realidad; mientras no lo hagas, seguirás dando palos de ciego y perdiendo tiempo y/o dinero en cosas que no son buenas para tu negocio. El control de tus ventas no es una de esas cosas, es algo que debe preocuparte y mucho.
Te pondré un ejemplo «prestado» de Dean Wesley Smith. Es su metáfora de la pastelería mágica adaptada para que entiendas la importancia de controlar tus ventas. Imagina que eres el dueño de una pastelería y que vendes varios tipos de pasteles, de diferentes formatos y sabores. Cada día, tus clientes se llevan uno o dos pasteles; hay días muy buenos que se llevan más pasteles y otros que no vendes ninguno.
¿Verías normal que al término de cada mes no supieses todos los datos de ventas de tu pastelería? Desde cuántos pasteles de chocolate has vendido cada mes durante el último año y qué clientes te los han comprado, hasta que tu pastel de pistacho es el menos vendido, pero el que más dinero te da porque es el más caro, toda esa información es vital para que puedas tomar las decisiones correctas para la pastelería.
Con tus libros ocurre lo mismo. Tienes que saber la tendencia de venta mes a mes de cada uno de tus títulos para decidir si necesitan algún tipo de promoción, cuántas unidades has colocado en conjunto y cuánto dinero has ingresado, por meses, por trimestres y/o por años. Solo de esa manera puedes darte cuenta de cuándo un libro está teniendo más éxito del que esperas (en cuyo caso deberías escribir una segunda parte) y cuándo está vendiendo por debajo de tus previsiones. Solo entonces puedes tomar decisiones correctas para tu negocio.
Hasta hace unos meses, acceder a esa información era un trabajo extra que no me hacía ninguna gracia, pero ahora todo eso ha cambiado gracias a un software específico llamado Trackerbox. Desarrollado por el escritor y programador Mark Fassett, permite importar de forma sencilla y rápida todos los archivos de excel que descargues de tus plataformas de venta en una única base de datos que luego puedes consultar a tu antojo. Cuesta sesenta dólares pero, junto con los que gasté en Scrivener, son la mejor inversión que podría haber hecho en mi carrera como escritor.
Si hay interés, puede que dedique una entrada a este fantástico programa, pero hoy lo que buscaba era hacerte ver la importancia de controlar tus ventas y, especialmente, tratar tu escritura como un negocio, porque eso es lo que es desde el momento que publicas. Y si no estás de acuerdo, espero que lo debatas conmigo en los comentarios.
Ahora, si me disculpas, volveré a mi pastelería. Tengo que terminar un nuevo pastel.
Imagen: Miguel Ángel Alonso Pulido
Pues una cosa te voy a decir: que no es un mal que únicamente aqueje a los escritores. Le pasa a todo el mundo. Anda que no estaremos cansados de oir a escritores, comerciales, veterinarios, camareros… En fin, a toda esa gente de bien que se gana la vida con su propio negocio que «bastante tengo ya con lo mío».
¡¡Qué error!!
Saber controlar las cuentas, los números de tu propio negocio es vital. Al fin y al cabo, sea por vocación, por interés o por necesidad, un negocio es un negocio, no una ONG. Se trata de ganar dinero; con tu arte, sí, pero ganar dinero.
Y para muestra, un botón: no estoy seguro, pero juraría que no has hecho ninguna entrada sobre los réditos artísticos que te da la escritura, los beneficios místicos o cómo gozas dándole al teclado. Generalmente hablas de lo que vendes y cómo vender más. Que no es un insulto velado, que la emoción de escribir va implícitga, pero hoyga, ahí está.
Abrazote.
¡Muy buenas, Alberto! Lógicamente, los vicios de los escritores en el aspecto empresarial son extensibles a prácticamente todas las demás profesiones; tampoco somos tan especiales, al fin y al cabo. En cuanto a los «beneficios místicos» de la escritura, es cierto que son implícitos, pero también he escrito sobre ello, sobre todo cuando empecé a escribir en esta bitácora. Entradas como «Por qué elegí ser escritor de ciencia ficción» o «Estos son mis principios» son algunos ejemplos. Lo que pasa es que luego son otras las que tienen más repercusión; eso sí, yo sigo con mi hoja de ruta.
¡Un abrazo, señor!
Thanks for the shoutout, Miguel!
I had to use Google translate to see what you were saying (I was scared you might be insulting me! :D).
But it’s nice to see people outside the 1-2 English speaking countries sell books on Amazon.
Thanks a lot for your visit, Shantnu!
It was a pleasant surprise when I saw your comment. The link was obliged, as you said in your post a lot of truths that I share and believe in. As you can see, there is life in the indie spanish market and the magic of the web can bring us together on occasion. 🙂
Kind regards.
🙂
Fantástico artículo. Y muy necesario.
La primera traba es que muchos escritores tiene una relación extraña con lo de las ventas. Y no me refiero a que no controlen lo que venden, cómo y cuándo, sino a que no les importa vender.
Es algo propio de los trabajos de índole artística. Parece que no nos podemos apartar de la máxima de «el arte por el arte». Y que querer ganar dinero con nuestro trabajo está feo. Pero todo el mundo recibe dinero por su trabajo: un camarero, un taxista, un administrativo. ¿Qué hay de malo en que lo haga un escritor también?
Hay que vencer ese escrúpulo.
No conocía el artículo de Shantnu Tiwari, que voy a leer detenidamente, pero en nuestra web hemos publicado dos sobre este tema:
– «¿Vendes libros? Entonces eres empresario»: https://www.sinjania.com/vendes-libros-empresario/
– Y «¿Cuánto vale tu trabajo de escritor»: https://www.sinjania.com/cuanto-vale-tu-trabajo-de-escritor/
Creo que ambos amplían las ideas que expones en tu post, pero si no te parecen apropiados, borra los enlaces al aprobar el comentario.
Con tu permiso, comparto el artículo.
Saludos.
Tienes toda la razón, yo también he encontrado muchos escritores cuyo primer y difuso objetivo es «que me lean», sin ninguna otra consideración a los aspectos prácticos del negocio del libro. Yo también quiero que me lean y para eso tengo que vender libros (aunque también pueden leerme si los regalo, claro está, pero esa es otra historia que he tratado aquí, por ejemplo). Ignorar esa realidad está muy bien si tratas la escritura como un pasatiempo; los que aspiramos a ganarnos la vida con lo que escribimos no podemos darnos esos lujos.
Un saludo, y gracias por la visita, el comentario y por compartir el artículo.