Cuando te gusta alguna materia, lo normal es que disfrutes aprendiendo cosas sobre ella. No solo satisfaces tu curiosidad, sino que aprendes ese tipo de datos que sirven para asombrar a tus conocidos y dejarles admirados ante tu conocimiento enciclopédico.

Hay mucha gente a la que le gusta escribir. De hecho, debe ser uno de los pasatiempos con más practicantes del mundo. Pocas cosas hay más fáciles que escribir, al fin y al cabo.

Muchas de esas personas aprenden cosas sobre la escritura y las comparten en internet. Imagino que es debido a la fiebre del oro.

Sin embargo, es fácil distinguir a aquellos a los que solo les gusta escribir de aquellos a los que les apasiona escribir. Cuando algo te apasiona, no te conformas con los datos más agradables de aprender, sino que investigas hasta encontrar no solo lo más recóndito, sino lo más rutinario de tu pasión.

Cuando te apasiona escribir te dedicas con entusiasmo a estudiar a los grandes maestros, sí, pero también aplicas ese mismo entusiasmo a los aspectos más aburridos y desagradecidos del oficio. Conocer todas y cada una de las etapas del viaje del héroe está muy bien pero, hoy en día, un escritor sigue teniendo que saber diferenciar viudas de huérfanas y, además, cómo funciona un libro electrónico y en qué se diferencia de un libro en papel.

Hay quien dice que eso no le interesa. Creo más bien que solo les gusta escribir, no dirían eso si les apasionara. 

Cuando te apasionas por algo, comienzas a ver cosas de las que antes no te dabas cuenta. Pautas y similitudes que estaban ocultas surgen a la luz. Entonces es cuando te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender.

Ahí es cuando empieza lo verdaderamente bueno. Siempre que no te falte pasión.

Mañana, más. ¡Feliz escritura! 

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Sábado, 7 de octubre de 2017

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Imagen: Samuel Zeller en Unsplash