Seguramente ya lo habré dicho alguna vez en esta bitácora, pero nunca está de más repetirlo.

La habilidad más importante del artista es la de sentarse a hacer su trabajo.

Y lo bueno es que cualquiera puede hacerlo, sin importar su nivel de habilidad.

Un novato puede conseguirlo a la primera intentona. Tampoco hace falta un intelecto privilegiado o un título universitario.

En realidad, ni siquiera es una habilidad, es algo más elemental que eso, una mezcla de tres capacidades básicas.

Uno es la capacidad para no hacer aquello que sabes que no debes hacer. En otras palabras, la capacidad de decir que no.

Otro es la capacidad de dedicarse a las cosas realmente tienes que hacer. O lo que es lo mismo, hacer lo que debes.

Y el tercero, y puede que más importante, es la capacidad para repetir los dos primeros comportamientos a lo largo del tiempo.

Es tan sencillo y tan complicado como eso. Por eso hay tan pocos artistas y tantos aspirantes a artista.

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Helloquence en Unsplash