
Dan Aykroyd y John Belushi como Elwood y Jake Blues. También tienen una misión.
Como todo el mundo, yo también me he dejado llevar por la vida, viviendo día a día sin considerar nada más allá del corto plazo. No es un mal modo de vida tampoco y muchas personas son capaces de mantenerlo por siempre.
Yo no. Llegó un momento en que lo abandoné.
Desde entonces, estoy en una misión y ya no me dejo llevar. Igual que Elwood y Jake Blues.
Mi mujer y mi familia saben de mi misión y me dan el espacio necesario. Yo devuelvo el favor dándoles mi tiempo. Puedo perder horas de sueño, pero no con los míos.
No siempre puedo dedicarme a la misión. A veces, el día se va al garete. O la semana o el mes. La realidad se interpone, tengo que dedicar mi atención a otras cosas que no puedo aplazar o rechazar.
Pero la misión continúa. Espero, me adapto, trabajo de la forma que sea necesaria para ocuparme de las emergencias que surgen.
Y después regreso a la misión.
El guerrero y el artista tienen mucho en común. Ambos saben que encontrarán oposición, a menudo feroz, en ocasiones violenta. Ambos saben que tendrán que adaptarse, improvisar. Ambos saben que habrá bajas, sacrificios necesarios. Ambos aceptan que cada metro conquistado tiene un precio.
La misión te absorbe aunque no lo parezca. Te regala el don de la atención. Da significado a todo lo que haces. Te define, al igual que tú la defines.
Si estás leyendo estas líneas, es muy posible que también tengas una misión. Puede que la sientas, pero no sepas cómo definirla. Sea como sea, está ahí.
La necesidad de contar historias.
¿Tampoco tuviste elección en tu misión, verdad? No la escogiste. Te escogió a ti, igual que escogió a Elwood y Jake Blues. Y a tantos otros.
No es mala compañía.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!