Cyanide and Happiness, a daily webcomic

Me encantan las tiras de Cyanide & Happiness.  Tienen un trazo simple que esconde unos guiones mucho más elaborados de lo que parece, con una mala leche políticamente incorrecta que es un soplo de aire fresco en estos tiempos, en los que si haces broma con según qué temas corres el riesgo de que te crucifiquen. La tira que ilustra esta entrada me ha llegado hondo, porque muestra en toda su crudeza la maldición del escritor.

En pocas palabras, la maldición del escritor consiste en que nunca estarás satisfecho de tu trabajo (en la tira hablan de la maldición del creador, pero como soy escritor, yo hablo de la maldición del escritor).

Superar esta maldición es una de las cosas que distingue a los aspirantes a escritor de los escritores. Un aspirante a escritor puede pasarse meses revisando su novela, examinando cada oración hasta dejarla perfectamente estructurada o modificando la trama hasta que funcione con la perfección de un reloj suizo. Pero la maldición del escritor le impide detenerse. Insatisfecho con su trabajo, continúa editando, reescribiendo y cambiando aspectos del libro una y otra vez, llegando al extremo de corregir sus propias correcciones.

Lo sé, porque a mí me ha pasado. He revisado incansablemente mi manuscrito, muchas veces incluso antes de terminarlo. Lo he impreso, he realizado mil correcciones en rojo, tachando y reescribiendo párrafos completos, para después incorporar todos esos cambios, volver a imprimirlo, e iniciar de nuevo el proceso.

Es un círculo vicioso en el que puedes caer muy fácilmente. Como además, quieres alejarte de tus escritos para poder examinarlos con ojos nuevos, dejas pasar semanas o meses. Cuando vuelves a leer aquello que te pareció tan brillante, lo encuentras insulso, carente de alma o hasta patético, y te desesperas porque tienes que reescribir buena parte de tu historia. Y el tiempo pasa, pero tu novela nunca está terminada

Cómo superar la maldición del escritor

Para superar la maldición del escritor, debes hacer algo tan simple y tan complicado como aceptar el hecho de que no puedes alcanzar la perfección. Siempre encontrarás algo en tu novela de lo que no estás satisfecho, siempre habrá algo que un lector calificará como fallo clamoroso. Esto es así, es una verdad inmutable del universo y cuanto antes lo aceptes, antes podrás superarlo.

No tienes que escribir un libro perfecto, porque no existe, tienes que escribir el mejor libro que puedas escribir en ese momento. Aceptar esta realidad es la que me ha permitido considerarme un escritor. Un escritor novel y novato, con muchos fallos y mucho que aprender, pero con la firme determinación de no dejar que me venza la maldición del escritor.

Además, esta entrada me sirve para poder hablar del proceso de edición y revisión de La Cosmonave Perdida, que llega ya a su fin. En estos momentos, estoy haciendo la última lectura, después de incorporar las sugerencias y correcciones de mis lectores beta. Tras ella, vendrá la compilación final y la publicación, así que la próxima semana ya estará a la venta.

Si me dejara llevar por la maldición del escritor, esto no sería así, y seguiría revisando una y otra vez la novela. Hay algunas cosas que me gustan de La Cosmonave y muchas más de las que no estoy contento. Sé que La Cosmonave Perdida no es perfecta; quizás pudiera mejorarla añadiendo o quitando cosas, pero tengo que dejarla libre y que los lectores decidan.

No hay otro criterio que deba importar a un escritor a esas alturas, ni siquiera el suyo propio. Una vez que has escrito la palabra FIN, tu novela deja de ser tuya: la tienes prestada mientras finaliza el proceso de edición, pero pasa a ser propiedad de tus lectores en el mismo momento que se publica. Llegar a ese punto es la prueba de que has quedado lo suficientemente satisfecho con tu libro como para lanzarlo al mundo y demuestra que has superado la maldición del escritor.