Y siguiendo con el destape profesional que vengo realizando en estos primeros días del año, ahora toca revisar mis objetivos para el cuarto trimestre de 2017. Para variar, no estoy muy contento con los resultados.
- Escribir el cuarto libro de La amenaza treyana, La Guerra del Ayer. Poco puedo añadir aquí a lo que vengo diciendo en los últimos días. Lo poco que he escrito ha sido un tímido avance, pero no se puede terminar un libro a base de tímidos avances.
- Seguir publicando en Confesiones de un escritor. A la vista está que he mantenido la regularidad en esto. Al menos, soy regular en algo.
- Trasladar la regularidad que he conseguido en esta bitácora a la escritura de ficción. No, no ha habido manera y eso que he intentado usar las mismas técnicas que utilizo para el blog, pero ¡oh, sorpresa! escribir un blog y escribir un libro no tienen nada que ver. Que a estas alturas tenga que darme cuenta de estas cosas demuestra que todavía me queda mucho por aprender.
El caso es que ahora no hay más excusas que valgan. Tengo a lectores y amigos (un par de Albertos, un Rafael, dos Juanes, un Jaime…) pendientes del final de La Amenaza Treyana, además de mi mujer y primera lectora, por lo que toca ir dejando de lado todos los pretextos y arrimar el hombro. Ahora mismo, mi plan de ataque es releerme todos mis libros para meter de nuevo todo este universo en mi cabeza y de ahí a escribir hasta que el libro se rinda.
Porque lo que es yo, no me voy a rendir.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Eric Rothermel vía Unsplash.