Esta entrada es la número 50 desde que empece este proyecto a primeros de año. Después de más de seis meses, cientos de ejemplares vendidos y miles de palabras escritas, tengo cada vez más claro que el sueño es posible. Hay que trabajar duro, pero en el mundo moderno de la autoedición, se puede vivir de la escritura. Pero hay otras cosas que he ido aprendiendo por el camino y que me apetece poner por escrito, para que quede constancia de ellas. Así que parafraseando a Groucho Marx, estos son mis principios. Si no te gustan, lo siento; son los únicos que tengo.

  1. Me apasiona escribir. Es la razón principal por la que me metí en esto. Me encanta inventar historias, crear nuevos mundos y poner en aprietos a mis personajes. Puedo vivir sin escribir, qué duda cabe, pero cuando no lo hago me siento culpable, y más desde que empecé a tomarme en serio lo que era una afición y que ha pasado a ser mi oficio, mi pasión y espero que pronto mi modo de vida.
  2. También me encanta aprender a escribir. No basta con escribir bien, hay que escribir muy bien para destacar entre todos los libros que se publican al año y me gusta aprender sobre este oficio que he elegido. Por ello me preocupo de seguir aprendiendo tanto en lo que se refiere a lenguaje como todo lo relacionado con contar historias, pasando por todo lo necesario para ser un escritor independiente hoy en día, que voy repasando en la serie Cómo autopublicar tu libro.
  3. Soy un seguidor de las reglas de Heinlein. Dediqué una de las primeras entradas del blog a estas reglas, que intento seguir siempre a rajatabla, especialmente las dos primeras. Cuanto más las sigo, más convencido estoy de su validez y creo que muchos aspirantes a escritor tendrían más éxito si las conocieran y cumplieran. Heinlein triunfó siguiendo esas reglas, así que no hay razón para que yo no pueda hacer lo mismo.
  4. Si no me divierte, no lo haré. El primero que debe disfrutar con lo que escribo soy yo; he comprobado que es el mejor barómetro para comprobar si mi texto va por dónde debe. Más de una vez he visto que si una escena me cuesta, es porque no disfruto con ella y que la solución era empezar de nuevo con otro enfoque. No solo lo aplico a la escritura, sino a este blog o todo lo relacionado con la autoedición; es la forma más fácil de saber qué voy por buen camino.
  5. Mi subconsciente es más sabio que yo. Con el tiempo, voy aprendiendo a escuchar esa vocecita que me dice que eso está mal o que me hace escribir algo en apariencia sin sentido. Cuando las piezas del puzzle que has escrito encajan de manera tan perfecta que parece magia, no queda otra opción que rendirse a la sabiduría de mi subconsciente.
  6. Nadie me debe nada; al contrario, yo se lo debo todo a mis lectores. Joe Konrath lo dijo muy claro en esta entrada suya que traduje en marzo: «Nadie te debe el cómo ganarte la vida«. Ningún lector está obligado a comprar o leer mis libros y yo no puedo exigírselo. Lo que tengo que hacer es ser consciente de que, como escritor, todo lo que consiga es gracias a ellos, y ser agradecido.
  7. Tengo que ofrecer a mis lectores el mejor trabajo posible. Como debo todo a mis lectores, mi responsabilidad es darles lo mejor: la historia más apasionante y el acabado más profesional que pueda conseguir. Por eso, debo seguir aprendiendo y perfeccionando mi oficio y también otros aspectos como la maquetación, corrección de textos o creación de portadas. Todo para dar a mis lectores solo lo mejor.
  8. La constancia es mi mejor aliado, porque esto es un maratón, no un sprint. Veo a muchos autores noveles obsesionados con la publicidad en redes sociales, o quejándose en foros de que cuesta mucho vender. Ante eso, yo siempre he tenido muy claro que esto es una carrera de fondo y que mis primeras novelas son las que me permitirán aprender el oficio e ir creando mi catálogo, pero no son las que me darán de comer. Necesito tiempo para mejorar mi oficio, conseguir lectores y crear mi imagen como escritor, y lo bueno es que tengo todo el tiempo del mundo por delante.