Lo he dicho muchas veces: la habilidad de postergar la satisfacción inmediata y concentrarse en el éxito a largo plazo es vital para conseguir cualquier objetivo o ambición importante.
En todo en la vida, sin excepción.
Para la escritura es más importante incluso, porque es muy raro que sus frutos sean inmediatos.
El mismo hecho de escribir un libro supone un ejercicio de postergación, en el que debes trabajar día tras día para conseguir tu objetivo.
Si eres capaz de seguir escribiendo un día sí y otro también, aunque el final esté todavía lejos, tienes mucho ganado para prosperar en este oficio, pues no todos tienen la paciencia necesaria.
Nada es inmediato, y nada puede sustituir a las horas de trabajo que inviertas en tu libro. Cualquier método que te cuenten para acelerar ese proceso es falso o poco ético (de los negros literarios ya hablaremos otro día).
Así que ejercita el músculo de tu paciencia. Es el más útil que podrás desarrollar.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Chris Benson en Unsplash