Hace poco más de dos años que dejé de escribir en esta bitácora. En aquel momento pensé —iluso de mí— que podría dedicar más tiempo a la escritura y terminar con los proyectos que tenía pendientes. Creo que no sorprendo a nadie al decir que no fue así, y todos los lectores que están esperando La Guerra del Ayer continúan esperando. 

Eso es algo que me da pena y rabia. Con todos los consejos para escritores que he publicado en esta página, algo se me debería haber quedado. Pero no, era más fácil seguir pensando y planeando, aunque de sobra sabemos que lo único efectivo es poner el culo en la silla y escribir. 

Bien, este regreso a la actividad bloguera busca servirme como patada en el culo para escribir. Como bien saben mis amigos y la gente que (todavía) me sigue, eso es algo que ya no hago como antes y no hay mejor día que hoy para comenzar. Y aquí estoy e iré informando de cómo avanza esa novela y todas las que vengan. 

Pero ese no es el único motivo que me ha hecho regresar. Desde que deje de escribir han pasado muchas cosas en el mundo de la autopublicación en castellano, pero veo que muchos escritores autopublicados siguen trabajando como si estuviéramos en 2014 y para triunfar en Amazon bastase con poner tu libro unos días gratis. Aquellos días de vino y rosas han desaparecido para no volver nunca más. La autopublicación es hoy más competitiva que nunca, puede que incluso más que la publicación tradicional, y para triunfar solo hay dos caminos: tener mucha suerte (algo que no puedes controlar) o trabajar para tener mucha suerte (algo que sí puedes controlar). 

Y no hay que olvidar el año que —¡por fín— está terminando. Este 2020 de mierda que se ha llevado a tantos por delante y ha arruinado la vida a muchos más. Personalmente, para mí 2020 ha sido un año horroroso, en el que he perdido a mi padre y varios tíos, y en el que el miedo al puto coronavirus ha contaminado todo. Incluso así, 2020 ha tenido puntos positivos, como el haberme establecido como trabajador autónomo o el nacimiento de mi nieta. Eso y el apoyo de la familia son los pilares que me dan fuerzas para seguir, caiga quien caiga. 

Saco el tema del puto bicho a colación porque leo muy poco en la blogosfera hispana de la autopublicación sobre el tema. No veo reflexiones serias sobre cómo ha impactado y va a seguir impactando la pandemia en la industria editorial, tanto en España como en el resto del mundo. No encuentro artículos sobre experiencias personales de los escritores durante el confinamiento, o sobre si el coronavirus ha hecho que vendan más o menos durante este 2020 tan puñetero. 

Viendo los blogs mas señalados escritor por y para autores autopublicados, parecería que este año 2020 no ha pasado nada, así que vengo con la intención de romper esa burbuja. No puede ser que hayamos sufrido el evento más importante de lo que va de siglo y que nadie escriba sobre ello. Hay esperanza en el horizonte sanitario con la famosa vacuna, que ya veremos cuándo llega y si sirve para contener al bicho, pero en el horizonte económico nos quedan muchos años hasta volver a ser algo parecido a lo que fuimos. 

Digo algo parecido porque hay muchos sectores que ya venían tocados y el confinamiento les ha dado la puntilla. Veremos que pasa, pero creo que las salas de cine, los grandes eventos deportivos y las grandes giras de conciertos van a tardar mucho, pero mucho, en volver. Cualquier industria que confiase en las grandes aglomeraciones de personas para hacer caja va a tener que reinventarse o morir. Pero eso no ocurre con la autopublicación.

No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que los lectores han devorado libros electrónicos durante el confinamiento y que muchos incluso lo han hecho por primera vez. Así lo cuentan muchos autores de la blogosfera estadounidense, y lo que he hablado con algunos autores patrios me indica que aquí vamos por el mismo camino. No podía ser de otra forma, ya que la lectura no necesita de grandes masas de gente para desarrollarse, solo el deseo de un lector o lectora de entrar en un mundo distinto al suyo. 

En cualquier caso, ya iremos viendo todos estos temas (y muchos que se quedan en el tintero) en las próximas semanas. Aunque mis obligaciones fuera de la escritura son cada día mayores, quería volver. Por todas las razones que he expuesto y porque uno solo da lo mejor de sí bajo presión. Debo confesar que tengo más presión que nunca, aunque puede que precisamente por eso esté tomando la decisión correcta. 

El tiempo lo dirá, pero el hecho de terminar estas líneas ya es un compromiso, conmigo mismo y con todos los que me leen. Cada jueves, publicaré una columna de opinión semanal, en la que me despache a gusto sobre temas relacionados con la autopublicación, con la perspectiva que me da el tiempo, la experiencia y las nulas ganas de aguantar gilipolleces. Como decía la canción de Loquillo, no vine aqui para hacer amigos

Eso los jueves, porque los lunes estarán dedicados a Cómo autopublicar tu libro en 2021, la nueva versión de la guía que publiqué hace más de un lustro. Hay partes que han envejecido muy bien y siguen siendo igual de válidas y otras que ya no valen para nada, así que hace falta una actualización. Porque hay muchas cosas que han cambiado y ahora son infinitamente más sencillas que en 2014, y otras que han surgido que son los nuevos «problemas» con los que se chocan los escritores noveles. Y también porque no me viene mal repasarme el temario, que nunca hay que dejar de aprender, y más en este negocio. 

Ya no tengo nada más que decir. Ahora ve a hacer algo productivo, como escribir. 

Aquí no hay nada que ver, ¡circulen!

Imagen: Dayne Topkin en Unsplash