Ya han pasado varios días de noviembre y llega el momento de hacer un primer resumen de mi experiencia en el NaNoWriMo. La verdad es que solo se me ocurre una palabra para definir esa experiencia: increíble. No sé si es por el hecho de haberme planteado el reto o por que voy haciéndome cada vez más profesional, pero el hecho es que he escrito todos los días (excepto uno, por motivos personales) y en todos ellos he superado las marcas que tenía establecidas antes del NaNoWriMo en cuanto a número de palabras diarias. Pero una imagen dice más que mil palabras.

Así quedó ayer, día 8, mi cuenta de palabras en Proyecto Armagedón, la segunda parte de La amenaza treyana. Hoy ampliaré esa cifra e intentaré dejarla por encima de las 16.000 palabras, pero eso no me preocupa. Lo principal es que estoy disfrutando mucho con la escritura y que no me está costando tanto como pensaba alcanzar la media necesaria de palabras para llegar a las cincuenta mil necesarias para ganar el NaNoWriMo. Ahora, solo me queda seguir escribiendo y seguir sumando, además de mantener la regularidad de escribir todos los días (o en mi caso, todas las noches).

Ese fue la razón principal por la que me planteé el NaNoWriMo: demostrarme que puedo escribir con regularidad durante un mes y, hasta ahora, lo estoy consiguiendo. Además, alcanzar cincuenta mil palabras es un reto que supone multiplicar por dos mi mes más productivo. Y de ahí el siguiente paso es de pura lógica: si puedo hacerlo un mes, puedo hacerlo todos los meses y convertirme en un escritor realmente productivo, algo esencial para poder triunfar como autor independiente. Esas dos facetas, regularidad y aumento de la productividad, son las que quiero lograr en este NaNoWriMo.

Cada domingo, contaré en esta bitácora cómo va el reto. Si quieres estar más al día de cómo avanza Proyecto Armagedón, puedes verlo en mi página del NaNoWriMo.

Ahora, deja de perder el tiempo en internet y ponte a escribir.