Esta entrada de Gigaom de hace unos días me descubrió la figura de Neil Harbisson, el primer cíborg reconocido por un gobierno. No conocía nada de su historia, y me pareció fascinante, porque muestra como la ciencia ficción está ya en nuestras vidas.
Por si no sabéis nada de Neil Harbisson, se trata de un artista que nació con una enfermedad llamada acromatopsia que no le permite percibir los colores, haciendo que viva en un mundo en blanco y negro. Tiene implantada una antena cibernética en la cabeza con un sensor que traduce los colores a sonidos, que él puede sentir en los huesos de su cráneo mediante un chip instalado en su nuca. De esta manera, puede escuchar el color, pero quién mejor que el propio Neil Harbisson para explicarlo en esta charla de TED:
Además de para demostrarnos que la realidad supera a la (ciencia) ficción, el caso de Neil Harbisson me sirve para plantear un tema que desde fuera se considera muy importante, pero que pierde su importancia una vez que te adentras en el mundo de la escritura. Ese tema no es otro que las ideas.
Todavía no me he encontrado con alguien que me pregunte de dónde saco las ideas, pero es una pregunta bastante tópica que han tenido que responder muchos escritores. La respuesta es muy simple: no lo sabemos. Yo al menos no lo sé, pero sí hay algo que sé y es que las ideas son fáciles. Cualquier historia de la vida real puede inspirarte; de hecho, la historia de Neil Harbisson me ha dado muchas ideas.
Algunas son tópicas, como el pensar en una cultura en la que implantes como el suyo son habituales, pero esta idea se ha desarrollado hasta la saciedad en incontables novelas y películas del género cyberpunk. También me vino a la mente una historia en la que poder analizar cómo trataría una sociedad futura a las personas discapacitadas, pero entonces me acorde de la genial obra de John Varley La persistencia de la visión y aparqué la idea. Nunca podría superar ese magistral relato, que se llevó los premios Hugo y Nebula en 1978.
Pero también me vinieron ideas que quizá sean un poco más originales, como una historia en la que una raza aquejada de la misma enfermedad que Neil Harbisson llega a la Tierra y el primer contacto entre ambas especies está condicionado por la acromatopsia, que impide a los alienígenas distinguir entre los enviados al encuentro. Puede que haya un científico mostrando imágenes de los muchos y diversos pueblos de la tierra, que para el alienígena sean todos absolutamente iguales. Podría dar para un relato corto divertido. Con esto quiero demostrar que el problema para un escritor no son las ideas; es en el desarrollo de las mismas donde radica el verdadero trabajo. Cualquiera que se haya sentado a escribir puede dar fe de ello.
De hecho, te voy a proponer un reto. Escribe una historia corta de no más de siete mil palabras con el argumento que acabo de darte: el primer contacto entre la tierra y una raza alienígena incapaz de ver los colores. Yo haré lo mismo y publicaré el resultado en este mismo blog, el próximo jueves 19. Tú no tienes fecha de entrega, más que nada porque igual estás leyendo este texto en 2020. Puedes publicar tu relato en los comentarios o incluir un enlace, como prefieras.
Con este reto, acabo de trastocar mis planes para la semana, que ya la tenía bastante ocupada, pero creo que será un divertido desafío. Así que no lo dudes, únete y muestra a todos tu talento.
Imagen: TED Conference vía Flickr y meme de elaboración propia.
GRACIAS AMIGO DESCONOCIDO. HOY ME DISTES UNA EXTRAORDINARIA IDEA, AUNQUE NO ACEPTARÉ TU RETO, SIN EMBARGO, COMPRENDÍ DETALLES INTERESANTES.
Muchas gracias, José. Me alegro que esta entrada haya servido para estimular tu creatividad. Y aunque no te pongas con ello ahora, te animo igualmente a que te plantees el reto de la historia corta, puede que el resultado te sorprenda. ¡Saludos!