La vida del escritor independiente está llena de «problemas». Tenemos que escribir nuestros libros y ser productivos pero también tenemos que maquetar nuestros libros electrónicos y de papel, asegurarnos de que las versiones que existen en las tiendas están actualizadas y corregidas, o manejar nuestra plataforma de autor, entre otras muchas tareas. De hecho, creo que si me pusiera a hacer una lista, más de uno y más de dos se pensaría lo de dedicarse a esto.

Pero la motivación es algo que viene de cada uno y no es de lo que quiero hablarte hoy. Hoy toca hablar de esos «problemas» y las herramientas necesarias para afrontarlos, especialmente de una que más escritores deberían usar: el sentido común. Porque creo que es de sentido común que uno no se molesta en buscar herramientas hasta que tiene un problema, pero parece ser una práctica habitual entre los escritores noveles ponerse la venda antes de la herida e invertir su tiempo y esfuerzo en cosas que todavía no les son necesarias.

Para empezar, voy a recordarte que todos los escritores son diferentes. Lo que es válido para mí no tiene por qué serlo para ti, como bien entenderás. Por esa misma regla de tres, no debes tomar como dogma de fe nada de lo que hagan o digan otros escritores (yo incluido), a no ser que, primero, tengas similares problemas y/o necesidades y segundo, que en tu fuero interno consideres esos consejos o prácticas dignos de ser imitados.

Un ejemplo muy claro es el de la herramienta de escritura que utilices. Creo que no sorprendo a nadie al revelar que en mi caso es Scrivener, cuyas virtudes no me canso de ensalzar. ¿Por qué es Scrivener una herramienta adecuada en mi caso? Por varias razones, como que tengo el problema de ser un escritor muy caótico y debo hacer un esfuerzo consciente para organizarme; con Scrivener puedo tener todo mi caos de notas y divagaciones en un solo lugar de fácil acceso y referencia. Otra razón, bastante más pragmática, es que como escritor independiente necesito un archivo epub de cada uno de mis libros para poder cargarlo en las tiendas online, y Scrivener soluciona esa necesidad de forma rápida y sencilla.

Scrivener es una herramienta que me permite resolver una serie de problemas y necesidades que tengo. En cambio, tu caso puede ser totalmente diferente. Puede que no te interese para nada personalizar tu archivo epub y que confíes en la conversión que hace Amazon u otras tiendas de tu archivo de Word, por ejemplo. O puede que seas muy organizad@ y no necesites más que un único documento para tu historia y otro para tus notas (¡que envidia!). En ese caso, como es lógico, no has tenido la necesidad de buscar una herramienta para un problema que no tienes.

La organización también viene a cuento a la hora de planificar tus tareas. Hasta que la escritura sea mi trabajo y me dé de comer, debo equilibrar mi jornada entre el trabajo que me paga las facturas, el tiempo con mi familia, las (escasas) horas de sueño, y la escritura y todo lo que conlleva. Para organizar mi tiempo, necesito una herramienta que sea flexible para acomodarse a mis prioridades —que pueden cambiar de una semana para otra—, versátil para poder acomodar proyectos tan diversos como escribir un libro de no ficción, ir al banco a hacer trámites o recordarme llamar a mi tía, y de fácil acceso para poder llevarla encima en todo momento. Además, debe permitirme controlar mi tiempo para asegurarme de no perderlo, que tengo muy poco.

Imagino que tú también quieres una herramienta así, porque muy posiblemente tengas ese mismo problema. Yo lo vengo arrastrando desde hace más de tres años y he encontrado una combinación de herramientas que me permite solucionarlo con Todoist y Toggl. Con Todoist, tengo un gestor de tareas versátil, que tengo instalado en el ordenador y mi teléfono, con lo que puedo apuntar todo lo que tengo que hacer, con fechas y recordatorios. Al sincronizarlo con Toggl y usar proyectos con el mismo nombre, puedo controlar el tiempo invertido en cada tarea y recibir informes con el detalle de lo realizado durante la semana, como el que tienes aquí abajo.

Con esta combinación de herramientas he podido introducir orden en mi caos y centrarme en las cosas que tengo que hacer, en lugar de perder el tiempo asustándome de todo lo que tengo que hacer. Hay quien usa con éxito otras herramientas para este problema, como Raquel de Isla Tintero con el Bullet Journal. Yo lo probé también, pero no resultó adecuado para mí, porque hay ocasiones en las que no puedo llevar una libreta. En cambio, el teléfono lo llevo siempre y me resulta más sencillo y cómodo utilizarlo. En tu caso, las circunstancias serán muy diferentes y puede que hasta no necesites ningún tipo de organizador, sino que seas capaz de centrarte y priorizar tus actividades de forma natural.

Otro ejemplo de problema para el que tuve que buscar herramienta. Cuando empecé a tomarme en serio la escritura y a contabilizar las palabras que escribía, tuve que comenzar un registro. Como a veces escribía desde casa y otras desde mi (anterior) trabajo, necesitaba una herramienta que pudiera utilizar en ambos lugares. Ahí fue cuando comencé a usar de forma más seria Evernote, apuntando en una nota las palabras que escribía después de cada sesión. Durante un tiempo, me bastó con eso, pero entonces me surgió la necesidad de comparar los datos de ese registro a lo largo de los meses para mis balances mensuales. Entonces fue cuando desarrollé la primera versión del cuantificador que, con otros formatos, sigo usando hoy en día.

Como ves, se trata de solucionar los problemas en cuanto surjan y no antes. Utilizando este último ejemplo, si eres un escritor novel que está empezando su primera novela no tiene mucho sentido que te preocupes de llevar la cuenta de tus palabras escritas, a no ser que te encanten esos datos como a mí. Tu mayor prioridad debería ser siempre terminar ese primer manuscrito; el número de palabras no es tan importante.

De la misma manera, no tiene ningún sentido que busques los modos de aumentar tu número de seguidores en redes sociales, o las visitas de tu blog, si no has terminado tu primer libro y te has esforzado para que este tenga calidad. Ser una rockstar de las redes no te servirá para nada si no tienes un título hacia el que canalizar ese apoyo (otra cosa es que tu objetivo sea ser una rockstar de las redes).

En realidad, un solo libro tampoco es que te vaya a servir de mucho si no tiene calidad, porque los lectores no son tontos, aunque muchos parezcan olvidarlo cuando se ponen a escribir. Y no me refiero a la calidad literaria que siempre es subjetiva, sino a la calidad de su edición (portada, sinopsis, precio, maquetación, corrección…) que es la que determinará si los lectores se animan a dar una oportunidad a tu libro o no.

Tu plataforma de autor es una herramienta que podrás exprimir cuando tengas una cierta cantidad de libros en tu catálogo. Hasta entonces, en un 99% de los casos, la relación entre el tiempo que inviertas y los resultados obtenidos no lo justifica; no necesitas buscar herramientas para un problema del que no necesitas ocuparte todavía. Utiliza un poco de sentido común y distingue los problemas reales que tienes de aquellos que pueden esperar, o que no lo son.

Te aseguro que tu carrera será mucho más relajada.

¡Feliz escritura!

Imagen: Jeff Sheldon vía Unsplash.