Hay una frase que siempre repito y que los lectores habituales de esta bitácora seguro que conocen: no olvides como escritor lo que sabes como lector. Lo digo porque conviene recordar de vez en cuando que los lectores son tanto o más inteligentes que tú, y que si intentas engañarlos, es muy posible que salgas trasquilado.
Esto viene a cuento por el nuevo santo grial que perseguimos los escritores independientes, que es la publicidad. Concretamente, las promociones que podemos contratar en Amazon y Facebook. De la misma forma que la autopublicacion rompió todas las barreras artificiales entre escritores y lectores, ahora el propio escritor puede contratar publicidad para llegar directamente al lector, sin necesidad de contratar una agencia o disponer de un generoso presupuesto.
No nos engañemos, eso es algo bueno. Cualquier cosa que implique eliminar intermediarios aporta valor tanto al productor original como al receptor final. Yo mismo estoy investigando el tema con intención de tirarme a la piscina en 2022, año en el que —si cumplo el reto 365K— tendré varios libros nuevos en mi catálogo. Lo que pasa es que como todo, hay que saber hacerlo, y en el caso de la publicidad de Amazon y Facebook, debes estar dispuesto a poner de tu bolsillo con la esperanza de conseguir un retorno favorable de tu inversión.
Porque no debes llevarte a engaño, contratar publicidad no es como si compraras lectores, por mucho que lo parezca cuando conoces las cifras de gente a la que le funciona. La publicidad no te sirve de nada si no tiene un buen producto detrás, así que toca seguir trabajando en la misma receta de siempre: una buena historia (tu novela) en un buen paquete (tu libro). Esa es la única forma de aumentar tus probabilidades de conseguir lectores.
Sí, probabilidades, has leído bien. Si buscas certezas, te has equivocado de blog. No conozco ninguna receta infalible para conseguir lectores y me alejaría como de la peste de cualquiera que las ofrezca. Puede que la consciencia colectiva tenga memoria de pez, pero servidor lleva en estas lides siete añitos para ocho, y pisando el planeta Tierra mucho más, así que ya tengo el pellejo curtido.
No me voy a poner en plan abuelo Cebolleta (una referencia que los más jovenes seguro no entenderán; ¡leed más tebeos, pardiez!), pero he visto de todo.
- Gente que no había publicado un libro en su vida escribir en su blog sobre autopublicación.
- Gente que te enseñaba estrategias para ser número 1 en Amazon, y que han desaparecido misericordiosamente del mapa; supongo que ha vendido tanto que ya no necesita cobrarte por enseñarte cómo.
- Gente que recicla su libro sobre publicación año tras año, cambiando la portada y dejando el mismo contenido de 2018.
- Gente inasequible al desaliento que ha publicado más de 120 novelas (de verdad, os lo juro), y sigue haciéndolo a través de un word mal maquetado.
- Gente que no tiene ni idea, y se dedica a sabotear a otros escritores con reseñas falsas.
- Gente que está mal de la cabeza, y crea dos autores en Amazon para publicar el mismo libro cambiando la portada y una palabra del título. Lo más cachondo es que siguen a la venta.
En fin, que he visto muchas cosas y otras tantas de las que no me acuerdo. Todos estos ejemplos que te he citado son solo muestras de qué pasa cuando no haces bien las cosas. Algunos de esos escritores siguen en activo, otros han desaparecido por completo. Y cada día surgen nuevos escritores que tienen las mismas dudas sobre autopublicación que cuando todo esto empezo.
Yo sigo trabajando de la misma forma que cuando empecé, escribiendo una palabra tras otra y compartiendo lo poco o mucho que he ido aprendiendo por el camino. Porque hay cosas que no cambian, como que me sigo yendo por los cerros de Úbeda tengo muchas cosas que decir. Pero bueno, por hoy ya está bien. Voy a ver si escribo algo de ficción, y tú deberías hacer lo mismo.
Ya sabes, ten mucho cuidado ahí fuera.
Miguel Ángel, ¿Qué opinas de contratar un crítico literario o un corrector para la edición del libro? Alguien que busque incoherencias dentro del texto y faltas gramaticales, y demás, quiero decir. A veces, estás tan metido en la historia y tienes tanta info en la cabeza que das por sentada cierta información que el lector no tiene, etc…
A ver, contratado o no, sí que considero esencial (por todos esos motivos que citas y alguno más) que haya otra persona que lea tu libro y pueda ayudarte a detectar todos los fallos gramaticales y argumentales posibles. Esa persona puede ser un lector cero o beta, o también un corrector profesional. Todo dependerá de la confianza que tengas en tu texto y en la persona que vaya a corregirlo. Ahora bien, de ahí a contratar esos servicios… pues es algo que cada escritor debe valorar por sí mismo. Yo solo puedo hablar de mi caso: vengo del ámbito del periodismo y la comunicación, y mis textos están más pulidos y pulcros que los de la mayoría. Aún así, sigo teniendo erratas y fallos de historia, y para eso tengo un grupo de amigos escritores que me ayudan a detectarlos. No he contratado los servicios de un corrector profesional todavía y no sé si lo haré en el futuro, pero ese es mi caso. Como decía, cada escritor debe valorar el suyo propio y si considera que lo necesita.
Como tu, hablando con algún amigo escritor (2 para ser exactos) me han hecho un primer esbozo de lo que ellos piensan que se debería/podría mejorar y lo cierto es que bastantes cosas me cuadran. Mi dilema es si hacer que lo haga un profesional. Visto que me fue tan bien (desde mi punto de vista).
Esa decisión solo la puedes tomar tú, Pau, porque eres el único que sabe si te hace falta todavía o no. En cualquier caso, yo te animo tirar p’alante. Lo peor que te puede pasar es que nadie lea tu libro, con lo cual nadie se dará cuenta de los fallos si es que los hay. Y lo mejor que puede pasar es que guste a la gente y tengas muchos lectores. Creo que merece la pena el riesgo.
Bueno, de momento toca escribir, ya veré que hago más adelante. Agradezco tu punto de vista de todos modos.