Igual soy un poco repetitivo con este tema, pero creo que merece la pena: el mejor momento para que empieces a perseguir tu sueño es ahora. No mañana, o la semana que viene. No puedes posponerlo, porque tu recurso más preciado y escaso es el tiempo y, tarde o temprano, se te acabará como a todos, por lo que la única manera de sacar adelante aquello que anhelas es trabajando hoy, ahora, en ello.
Imagino que debe ser una cosa de la edad. Cuando escribo estas líneas, tengo 44 años; cuando tú las leas, puede que sean muchos más, y no me extrañaría que así fuera. Algunas entradas que escribí cinco, seis o siete años atrás siguen recibiendo centenares de visitas a la semana todavía hoy, y quién sabe si con esta ocurrirá lo mismo. Pero vivir de éxitos pasados no te sirve para avanzar. Cada día tienes que decidir qué haces con el tiempo que se escurre entre tus dedos.
Seguro que conoces el famoso poema de Rudyard Kipling If, donde le cuenta a un hijo la receta para ser un hombre. Yo lo conocí gracias a una historieta de Makinavaja del inmortal Ivá, publicada en la época dorada de El Jueves, y me lo volví a encontrar posteriormente en un cómic, uno de los que formaban la miniserie de Flash publicada por Ediciones Zinco hace la torta de años. De ambas se me ha quedado la parte final, la referente a «llenar el inexorable minuto con el equivalente a sesenta segundos de distancia recorrida».
Porque los minutos van pasando, y cuando quieres darte cuenta, ya es demasiado tarde. Aunque escuches cantos de sirena sobre atajos y trucos para triunfar, debes mantener la cabeza fría y perseverar en el camino que sabes que te llevará a donde quieres llegar. No necesitas estudios para graduarte en la universidad del esfuerzo y el trabajo duro, de la misma forma que no necesitas la aprobación de nadie para presentar tus obras a los lectores de todo el mundo. Y cuanto antes lo hagas, mejor.
Lo que ocurra a partir de ahí, ya no puedes controlarlo.
Ya sabes, ten mucho cuidado ahí fuera.