En este negocio, nadie sabe cómo acertar con la tecla del gusto del público. Esto es así y si alguien afirma lo contrario, miente como un bellaco.
Por supuesto, yo tampoco sé hacerlo. Si lo supiese, sería millonario, y no es el caso.
Y como nadie sabe dar con esa tecla, todos los escritores vamos probando y experimentado, con mayor o menor éxito. Un factor de esa experimentación es el precio.
Ya he escrito unas cuantas entradas sobre el tema (aquí tienes la primera de ellas), y seguro que escribiré más.
Al fin y al cabo, es un factor que el escritor puede controlar.
Pero eso no significa que debas poner precios a la ligera. Piensa que aunque pongas a tu libro el precio que crees que vale, tu opinión no es la más importante.
Porque los lectores solo pagarán por tus libros lo que ellos creen que valen.
Cuanto más alejadas estén ambas percepciones, más tenderá a cero la posibilidad de compra. Parte de tu trabajo como escritor es aumentar esa percepción.
¿Cómo hacerlo? Hay muchas maneras. La más segura, que no la más rápida, es escribir historias que dejen satisfechos a tus lectores. No una, ni dos, muchas historias.
Un lector satisfecho siempre volverá a por más. Cuantos más libros tengas, más satisfecho estará y más ganas tendrá de seguir leyéndote.
Es simple, pero no es sencillo. De lo contrario, cualquiera lo haría.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Sharon McCutcheon en Unsplash