En estos años he aprendido unas pocas cosas sobre el oficio de escritor, y algunas de ellas hasta tienen que ver con la escritura en sí. Pero hay otras que no tienen que ver con el oficio, sino con la mentalidad que debes adoptar. Dean Wesley Smith lleva años hablando de ello en su blog, y Steven Pressfield lo cuenta muy bien en libros como The War of Art, Turning Pro o Nobody wants to read your sh*t, en los que habla de la diferencia entre escritores profesionales y escritores aficionados, entre muchos otros temas. Lo que vas a leer a continuación es mi propio destilado de esas enseñanzas y se resume en la regla No trates a tu libro como un acontecimiento.
Lo primero que voy a decirte es que hay una única excepción a esa regla: cuando acabas tu primer libro. El hecho de haber terminado tu primer libro es algo que debe ser celebrado y difundido en la medida que te sientas cómodo. Esto puede ir desde darte un capricho y regalarte algo hasta hacer una fiesta e invitar a todos tus amigos, pasando por simplemente compartir una botella de vino con tu pareja. La medida de ese acontecimiento solo puedes decidirla tú.
Hasta ahí llega la excepción. Más allá de eso, no trates a tu libro como un acontecimiento. En este punto puede que te estés preguntando por qué. Al fin y al cabo has terminado un libro, un objeto de arte al que has dedicado mucho tiempo, puede que años de tu vida. Es algo único y digno de ser leído, por lo que tiene que ser un acontecimiento, ¿verdad?
Me temo que no y te recomiendo que abandones esa mentalidad lo antes posible. Para ti como autor, tu libro puede ser la historia más hermosa jamás creada, de la misma forma que para unos padres sus hijos son perfectos. Pero es que no es así. Cada día en el mundo se escriben muchos libros y nacen muchos niños. Incluso aunque tu libro o tu hijo sean maravillosos, son solo uno más entre miles o hasta millones. Asúmelo. Para la única persona que tu libro es especial es para ti. No tratar a tu libro como un acontecimiento te va a ahorrar muchas desilusiones en el futuro.
Quizá pienses que la respuesta es proclamar a los cuatro vientos la singularidad de tu libro y convencer al resto de la humanidad de que realmente merece la pena. En tal caso, puedes invertir todos tus esfuerzos y capital en marketing online y offline, con la esperanza de hacer destacar tu obra entre todas las demás. Sin embargo, ese tampoco es el camino. Piensa en los esfuerzos y capital que invierten millones de padres en todo el mundo en sus hijos, con la esperanza de hacerlos destacar sobre todos los demás. ¿Qué resultado obtienen? ¿Cuántos de esos hijos pueden destacar de verdad? ¿Y cuántos más ignoran todos esos esfuerzos y siguen un camino diferente al trazado por sus padres? Con tu libro ocurrirá lo mismo, no lo trates como un acontecimiento.
Si lo haces, podrás tomar la distancia necesaria para ver sus puntos débiles y sus fortalezas, además de que así tendrás una perspectiva más imparcial ante los vaivenes de su trayectoria editorial. A lo largo de la vida de tu libro, habrá meses en los que venda mucho y otros en los que venda poco o nada. También recibirá críticas positivas y críticas negativas. Puede que las últimas sean más abundantes que los primeras o puede que sea al revés, eso no importa. Lo que sí importa es que no te tomes a pecho ni las críticas ni las ventas. Eso es un signo de que poco a poco vas adquiriendo la mentalidad de un escritor profesional, que es el primer paso para convertirte en uno.
Y lo mas importante, cuando evitas tratar a tu libro como un acontecimiento, puedes concentrarte en escribir el siguiente.
No es ningún secreto que la herramienta de marketing más potente que tienes a tu disposición es escribir y publicar el siguiente libro. Por sí solo, es casi imposible que un libro te sirva para algo más que para alimentar tu ego. Cuando empiezas a aumentar tu catálogo y tener más y más obras disponibles, podrás comprobar como aumenta tu número de lectores y tus ventas e ingresos.
Siguiendo la metáfora del libro como tu hijo, es como si fueras padre de familia numerosa, con todo lo que ello implica. Quieres a cada uno de tus hijos por igual y velas por ellos para que nada malo les ocurra, pero ya no son un acontecimiento. ¿Cómo podrías hacerlo, cómo podrías destacar a uno de ellos por encima de los demás? Todos son igual de preciosos para ti.
Ocurre lo mismo con los libros. Cuántos más tengas, más te preocuparás no por uno solo, sino por el conjunto de ellos y lo que pueden hacer por tu carrera. Cada nueva obra, cada nuevo vástago que traes el mundo de las letras, tiene su momento de gloria en el lanzamiento y después se une a sus hermanos, pues tú ya tienes que ocuparte del siguiente libro aún no creado.
Cómo aprendí a no ver los libros como un acontecimiento
Todo esto que lees no es algo que sea sencillo de aprender. Hay que vivirlo para darte cuenta de ello. En mi caso, lo viví muy pronto con mi primer libro, La Cosmonave Perdida.
Publiqué mi ópera prima en febrero de 2014. Había puesto todo de mí en ella, esforzándome por escribir una historia de CF que me gustase como lector. Pero siempre hay dudas, así que recluté otros lectores como a mi mujer (entonces novia) y algunos amigos, a quienes envíe el archivo para que me dieran su opinión. Todos estaban de acuerdo. Les gustó la historia y me animaron a publicar, así que me tiré p’alante.
Diseñé la portada, creé esta web aprovechando que tenía mi dominio comprado hace tiempo, comencé a escribir en esta bitácora y subí mi libro a Amazon y otras tiendas. Pero lo hice sin decir nada a nadie para evitar posibles bochornos, porque seguía teniendo mis dudas. En su primera semana, vendió ocho ejemplares, uno de ellos el mío. Pero en la segunda semana, el algoritmo de Amazon empezó a funcionar y vendí cuarenta y nueve. Y en la tercera sesenta y dos. ¡Y en la cuarta semana ochenta y uno!
Las dudas desaparecieron y me sentía el rey del mundo. Era el número uno indiscutido en todas las categorías de ciencia ficción de Amazon y llegué a alcanzar el puesto diecisiete de las ventas globales de Amazon.
¿Cómo no iba a hacer un pantallazo? Vendía muchos más ejemplares de los que habría podido imaginar y las reseñas que iban cayendo eran bastante buenas. Por aquel entonces, vivía el cuento de la lechera y echaba cuentas de mi progresión: había vendido doscientos veintiún ejemplares en marzo, así que a ese ritmo antes del verano habría vendido más de mil ejemplares. Puede que no ganase mucho dinero, pero era lo de menos. Mi novela de debut era un éxito y eso me hizo cometer el error de considerar mi libro como un acontecimiento.
Como puedes imaginarte, me duró poco la tontería. En el mes de abril, perdí el número uno de la categoría de ciencia ficción frente a otro libro que se mantuvo en dicho puesto bastante más tiempo que yo. Las ventas de La Cosmonave Perdida fueron cayendo mes a mes, una vez que pasó la novedad y no había más libros en mi catálogo que pudieran capitalizar el éxito inicial. Fue una cura de humildad que me sirvió para muchas cosas, entre ellas meterme en la mollera que no es bueno tratar tu libro como un acontecimiento y aprender a comportarme como un escritor profesional.
Es lo que llevo intentando desde entonces y, poco a poco, lo voy consiguiendo. Te recomiendo que hagas lo mismo.
¡Feliz escritura!
Imagen: Veeterzy vía Unsplash.