Terminaba la anterior entrada de esta serie hablando de que el punto 4 en la ficha del personaje era el correspondiente a la trama del mismo. Pero antes de llegar a ese punto, quiero examinar otro de sus pilares básicos. Si te acuerdas, decía que toda buena historia se basa en un Personaje, en un Escenario, con un Problema. Ya te he hablado del Personaje, por lo que hoy quiero hablarte del Escenario, dedicando la próxima entrega al Problema, antes de examinar la trama y acabar con otro concepto importantísimo que es la cuarta pata del trípode de tu historia: el ritmo.
…en un Escenario…
El escenario es un concepto bastante sencillo en apariencia, pero que se te puede escapar de las manos si no sabes cómo manejarlo. Se trata del ámbito espaciotemporal en el que transcurre la acción de tu novela, que puede ser todo lo detallado que quieras que sea. De hecho, existe toda una escuela de pensamiento que vive por y para el worldbuilding, un anglicismo muy socorrido para la creación de mundos imaginarios, especialmente en el género fantástico (y es que la sombra de Tolkien es muy alargada).
Como todos los que hemos jugado a rol, yo también pasé por una etapa de worldbuilder pero, afortunadamente para mis novelas, se me fue pasando con los años. Hoy en día, mi posición con respecto al escenario es que hay que tratarlo como el marco en el que se desarrolla tu historia. Ni más ni menos.
Concebir el escenario como marco sirve para dos propósitos. En primer lugar, te ayuda a decidir todos los elementos de ambientación de tu historia, en muchas ocasiones condicionando el desarrollo de la misma.
Si recuerdas el ejemplo de la historia de Aníbal Reyes que empecé a desarrollar en la entrada anterior, el escenario de la misma sería el Madrid de la actualidad, por lo que hay elementos que deben aparecer en la historia como por ejemplo los smartphones, que los personajes pueden usar para comunicarse y buscar información. Si el escenario fuera Madrid pero a mediados del siglo XX, tendría que encontrar otra forma plausible para que los personajes hicieran esas mismas tareas. Al mismo tiempo, si en lugar de Madrid el marco de la historia transcurriera en Cádiz, tendría que tener en cuenta otros muchos detalles de ambientación, desde que Cádiz es una ciudad marítima y Madrid no, hasta el precio de una jarra de cerveza si es que es un detalle pertinente para la historia.
En segundo lugar, el escenario como marco te sirve para poner límites y acotar tu historia para que no se te vaya de las manos.
Siguiendo con el ejemplo anterior. una vez que decida dónde transcurre mi historia, ya no puedo poner características de un lugar en otro; es decir, no puedo meter el Faro de Moncloa en Cádiz, por mucho que me sirva para la historia. De la misma forma, si hago que la historia transcurra en la actualidad y uno de los protagonistas posee un ordenador cuántico, eso está fuera del marco de la historia. Es como si situara la historia a mediados del siglo XX y hago que utilicen un iPhone. Es el escenario el que decide los elementos de la historia, no al revés.
Puedes elegir cualquier tipo de escenario de tu historia, desde el Japón medieval hasta el siglo XLIV, pasando por cualquier mundo de fantasía que te venga a la cabeza. Cuanto más detallado sea el escenario, más rico será el marco de tu novela. Lo que nunca tienes que hacer es dedicar más tiempo a desarrollar el escenario que la historia que vas a contar. Y me explico.
Esto ocurre sobre todo en los escritores más fanáticos del worldbuilding, que pueden dedicar años y años a construir un mundo imaginario completamente coherente. Como pasatiempo lo veo muy bien, pero el mejor escenario del mundo no servirá de nada si se usa en una historia. La finalidad de crear un escenario, tan completo o incompleto como te sientas cómodo con él, es soltar dentro del mismo a un personaje con un problema para ver qué pasa. Se trata de escribir una novela, no una enciclopedia.
Ya he dicho que concibo el escenario como marco, pero en la práctica los escenarios que concibo se van creando poco a poco. Para mi, el escenario es un gran lienzo vacío en el que voy incluyendo elementos a medida que aparecen en la historia. Por poner un ejemplo, en mi novela La Cosmonave Perdida hablo del Gran Consejo como institución de gobierno de la Unión Galáctica de Planetas. Eso supondría que en una parte del lienzo, aparece la anotación Gran Consejo. En mi siguiente libro, Traición en el Gran Consejo, doy más detalles sobre el Gran Consejo, comenzando por su localización en el planeta Corona. En la anotación anterior ahora aparece Corona al lado. Así es como voy creando mundos y universos.
La ventaja de este método es que no necesito crear nada si no es necesario para la historia. El planeta Corona no pintaba nada en La Cosmonave y haberlo creado antes habría sido una pérdida de tiempo y energía. Solo cuando lo necesité para la historia, dediqué tiempo e imaginación para crearlo y enriquecer el escenario. Como mis libros transcurren todos en el mismo universo, eso hace que este sea cada vez más rico, y pueda aprovechar lugares y conceptos de un título en otro. Si tus novelas son autoconclusivas y no tienen relación entre sí, cada una de ellas partirá de cero en ese aspecto.
Sí, puedes crear todo un mundo y ver luego cómo encajarlo en la historia, pero creo que es más natural (y da menos trabajo) hacer que la historia revele por sí sola el mundo en el que transcurre.
Con esto se acaba esta entrada dedicada al Escenario. En la próxima, hablaremos del Problema. Hasta entonces, ¡feliz escritura!
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Viernes, 29 de septiembre de 2017
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Imagen: Ellie Adams vía Unsplash