Solemos pensar que el mundo ha cambiado. Que ya no es como en nuestra infancia y se ha vuelto demasiado complicado, demasiado rápido, demasiado inhumano… Es algo que se acentúa con la edad, cuando dejamos de querer cambiar el mundo a conformarnos con que se quede quieto un rato.
Sin embargo, como en tantas otras cosas, nos equivocamos.
Los seres humanos solemos darnos demasiada importancia. El mundo (sea lo que sea a lo que denomines «mundo») no se preocupa en absoluto de lo que nosotros hagamos o dejemos de hacer. Estaba ahí antes de que nacieras y seguirá mucho después de que hayas muerto. No, el mundo no cambia porque a ti te lo parezca. Tienes que cambiar tu perspectiva
Eres tú quien ha cambiado.
Ahora eres capaz de realizar tareas que tus abuelos solo podían soñar. Comunicarte al instante con otro continente y ver la cara de tu interlocutor. Acceder a todo el conocimiento de la humanidad con un aparato que te cabe en la palma de la mano, pero que se usa más para hacer fotografías, como si documentar la vida de uno aumentase su valor.
O —y esto ya nos toca más de cerca— apretar un botón y que tu libro quede publicado y al alcance de todos.
Has cambiado. Ahora puedes escribir tus historias y llegar directamente a tus lectores. Nadie te lo impide ni ejerce de gatekeeper que vele por un supuesto estándar de calidad.
No culpes al mundo por lo que hagas o dejes de hacer. La responsabilidad es solo tuya.
—————————
Domingo, 8 de octubre de 2017
Días seguidos publicando en el blog: 77
Días seguidos escribiendo ficción: 0. Mejor racha: 6
—————————
Imagen: chuttersnap en Unsplash