Creo que todos los escritores hemos cometido el mismo pecado cuando empezamos: queremos escribir tanto que convertimos la escritura en una obligación, en una carga.
El problema es que, tarde o temprano, querrás librarte de esa carga.
Me ha pasado. Uno termina preocupándose tanto de escribir, que ya no disfruta de ello.
La clave está en que la escritura siga siendo un juego. Recuerda cómo disfrutabas escribiendo al principio y no lo pierdas.
Por eso, no es bueno que te pongas «premios» por escribir. Nada de ver una película o perder un poco el tiempo en Facebook.
El mayor premio al que puedes aspirar es escribir. Lo sabes y lo experimentas cada vez que una historia va tomando forma frente a tus ojos.
Que la escritura sea siempre un juego y no una carga. No necesitas más que eso.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Vance Osterhout en Unsplash