Una de las entradas que suelen tener más visitas en esta bitácora es la reseña que hice de «Deep Work», de Cal Newport. Imagino que influyó mucho el hecho de adelantarme a casi toda la blogosfera castellana en el análisis de un libro pionero en muchos ámbitos. Ya sabes, el que pega primera, pega dos veces y todas esas cosas. Sin embargo, creo que todas esas visitas muestran el interés que hay en la productividad y la organización personal, un tema en el que, como escritor, estoy muy interesado.

Si existe una herramienta de productividad o gestor de tareas, lo más seguro es que lo haya probado. En los últimos años, a medida que tenía que hacer cada vez más malabarismos para cumplir con todas mis obligaciones, he probado varios sistemas de organización, desde los más básicos a los más complicados. Creo que no seré el único que ha descubierto que eso mismo es un síntoma de procrastinación: investigar sobre productividad no te hace más productivo. Trabajar es lo único que te hace más productivo.

Y para poder trabajar, necesitas enfocarte y tener claras tus prioridades. Porque tu subconsciente es un cabrón, por no decir algo más fuerte. Mientras intentas escribir un capítulo nuevo, no dejará de recordarte que tienes que actualizar tu contabilidad o que tienes que terminar ese proyecto para mandárselo al cliente antes de que te llame para quejarse. Por supuesto, también te recordará que esas labores influyen en tus ingresos, y que la escritura no, o al menos lo hace muy poco.

De hecho, creo que esa es una de las barreras más fuertes entre los escritores aficionados y los profesionales. Cuando la escritura te da dinero, es menos probable que tu subconsciente te moleste cuando te pones a escribir. En caso contrario, intentará reconducirte por «el buen camino» y que te preocupes de las cosas que deberían importarte más. Tenlo en cuenta cuando te sientes a darle a la tecla.

Por muy claras que tengas tus prioridades y cuál es tu plan a largo plazo, tu subconsciente (que no olvides es un cabrón) seguirá machacándote, y tendrás que poner en juego toda tu fuerza de voluntad para superar esa inercia. No siempre lo conseguirás. Es más, el resultado más habitual será que no lo conseguirás. La clave está en no rendirse y seguir batallando todos los días contra ti mismo y esa Resistencia interna.

Te hablo por experiencia. En marzo, llevo el #Reto365K muy mal, pero el acontecimiento del jueves pasado me va a liberar de muchas cosas. En este momento, mi subconsciente tiene un arsenal muy limitado de obligaciones con las que fustigarme, una de ellas incluso escribir este post. Porque si algún día fallo en mi compromiso de escribir lunes y jueves en esta bitácora, el cabrón de mi subconsciente tendrá un arma muy poderosa para darme la brasa: si no cumpliste con el blog, ¿cómo vas a cumplir con la escritura?

Pero hoy no. Hoy, publico nueva entrada y cuando la estés leyendo, yo ya habré terminado con todas las tareas que pueden distraerme y podré dedicarme a escribir. No ha sido un proceso fácil ni rápido, pero nada que merezca la pena en esta vida lo es. Un carámbano se forma de la noche a la mañana, y una estalactita tarda miles de años. Creo que ninguno puede dudar cuál de las dos cosas es más sólida.

Ya sabes, ten mucho cuidado ahí fuera.

PD: No, no he me olvidado de la serie «Cómo autopublicar tu libro». Salvo catástrofe, en los primeros días de abril publicaré el siguiente capítulo.