Antes el concepto de rapidez era poner tu libro en las manos de tus lectores lo antes posible. Así nacieron las listas de bestsellers, en las que solo podías entrar si vendías muchos ejemplares en poco tiempo.

Hoy, el concepto de rapidez es bien distinto. 

En un primer momento podrías pensar que se refiere a la rapidez con la que los lectores pueden descargar tus libros digitales. Lo veo, lo compro y empiezo a leerlo al instante.

Sí y no. Porque lo importante no es la rapidez en la descarga, sino el impulso del lector. 

Hoy, el concepto de rapidez es que el lector pueda leer tu libro en el momento que lo desee. Sin importar si está recién publicado o lleva años en el mercado.

Lo dije el otro día: un libro ahora nunca está descatalogado y siempre tendrá la oportunidad de encontrar nuevos lectores si el autor lo permite.

Por eso, me entristece ver a escritores retirar sus libros de la venta. Porque con eso están impidiendo que ese libro encuentre sus lectores y empobreciendo su catálogo al mismo tiempo.

Sé de autores que tenían varios títulos (y por varios me refiero a media docena) y los han eliminado de Amazon. Sus razones tendrían, pero no se me ocurre ninguna válida.

Incluso si están avergonzados de ellos, siguen siendo una muestra de su evolución. Hay muchas cosas que yo cambiaría de mi opera prima, pero entonces no sería el mismo libro.

Tal y como esta, es una fotografía de mi capacidad para narrar historias en ese momento de mi carrera. Creo que he aumentado esa capacidad, pero es algo que deben juzgar los lectores. 

Y lo harán. En el momento que ellos consideren oportuno, no cuando me venga bien a mí. 

Así funciona este nuevo mundo y así es como debe ser.

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Alternate Skate en Unsplash