La vida en el campo es engañosamente sencilla, especialmente para la gente de ciudad. Se trabaja con el ritmo de las estaciones y la tierra va dando sus frutos para que podamos recogerlos.

Sin embargo, solo recogerás aquello que siembras. No existe una varita mágica que haga surgir cosechas por arte de magia. Y el trabajo del agricultor no se limita a sembrar y recoger, sino que todo el año debe estar pendiente de sus diferentes cultivos, del clima y de mil factores más.

¿Te suena familiar, querido escritor novel?

Hay muchas cosas que la tierra enseña a los que la trabajan. Posiblemente la más importante es que el trabajo duro da su fruto, no al revés.

¿O acaso esperas que esa novela se escriba sola? Y en el hipotético caso de que lo haga, no pienses que se va a publicar sola.

Recogerás aquello que siembras. Si no siembras, ya puedes imaginarte qué va a pasar.

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Levi Morsy en Unsplash