Después de compartirte mis metas como escritor y hablarte en ellas, hoy quiero elaborar un poco más mis argumentos con respecto a las redes sociales y sus usos para los escritores. Aunque haya puesto Mi visión en 2017 en el título, lo cierto es que no he cambiado de opinión sobre ellas desde que escribí la entrada dedicada a redes sociales y la dedicada a tu plataforma de autor dentro de la guía Cómo autopublicar tu libro. Si te interesa el tema, te recomiendo que las leas para que tengas todos los antecedentes, ya que más que una entrada nueva al uso, la de hoy se trata de una actualización con la que organizar mis pensamientos y ofrecer una alternativa a otras visiones más populares sobre redes.

Dicho esto, vamos al lío. Y empiezo con una de esas perogrulladas que me gusta destacar de cuando en cuando: el mejor uso del tiempo para un escritor es escribir. Punto. Tienes que respetar tus prioridades: escribir siempre va primero, por encima de cualquier otro aspecto secundario de este oficio. Cualquier otra actividad tiene que ser siempre secundaria y si piensas lo contrario, aplica el test EME. Siempre que lo apliques con sinceridad, te demostrará una y otra vez que la escritura va primero.

Recuerda que atender tus redes sociales es una labor fácil y ligera, por lo que es sencillo autoengañarse pensando que son «trabajo». Tú y yo sabemos que el trabajo de verdad es poner el culo en la silla y escribir; es tan aterradoramente simple como cierto pero por si necesitas un argumento más, recientemente he descubierto uno en las Meditaciones de Marco Aurelio. Hace casi dos mil años el emperador romano escribió que el arrepentimiento es el reproche de uno mismo por haber omitido hacer algo provechoso y que nadie se ha arrepentido jamás de desdeñar algún placer. Creo que tu caso será el mismo, pero te pondré el mío como ejemplo: me arrepiento de muchos días en los que no tuve la fuerza de voluntad necesaria para escribir, pero no me arrepiento de los días que he desdeñado las redes sociales.

Recuerda: para un escritor la escritura siempre va primero.

Las redes tienen su utilidad y no es vender libros

Tras dejar sentado ese argumento, acepto también que puedes usar las redes en su justa medida y siempre que hayas dedicado tiempo antes a la escritura. Es muy lógico: puedes dedicar un tiempo a la escritura y otro a las redes sociales siempre que no olvides tus prioridades. Y tampoco tienes que olvidar que las redes sociales sirven para una sola cosa: establecer relaciones.

Para eso nacieron y para eso es para lo que sirven. Ahí sí que se puede justificar su uso; sin embargo, si buscas otro fin que no sea establecer relaciones, perderás un tiempo muy valioso que deberías estar dedicando a la escritura. No confundas establecer relaciones con promocionar de forma cansina tus libros. Nunca tienes que olvidar como escritor lo que sabes como lector. Y a ningún lector le gusta que le vendan libros, preferimos descubrirlos solos.

Si no caes en ese error y las usas para establecer relaciones, considero que el uso de las redes está justificado, pero siempre que sea un uso sin artificios y en el que estés dispuesto a dar sin necesidad de recibir a cambio. De esta forma podrás construir relaciones muy provechosas, aunque solamente sea para arrancarte una sonrisa. Otra ventaja de este planteamiento es que no tienes necesidad de dedicar horas a programar tus tuits o buscar contenidos que compartir. Al fin y al cabo, eres (o quieres ser) escritor; tú tienes que crear los contenidos que otros compartirán.

Las redes son enemigas del trabajo profundo

Ya hablé algo de ello en la reseña de Deep Work: las redes son incompatibles con el nivel de concentración que te exige la escritura. Los humanos somos monos sin pelo y como tales somos adictos a las distracciones. El problema es que satisfacer esa demanda de distracción supone que nuestro cerebro y nuestra mente pierdan poco a poco la capacidad de concentrarse. ¿Para qué esforzarse en una tarea que cuesta y es ingrata como la escritura cuando con mi post en Facebook recibo la atención que merezco?

Esa es la distracción mortal que ofrecen las redes, el ofrecer un feedback casi instantáneo que hace que el cerebro se haga adicto a esa sensación. Pero es una satisfacción efímera, que dura lo que dura un tuit. Puedes compararlo con la comida basura, y su efecto es el mismo: embota nuestro cerebro y lo hace incapaz de acometer con regularidad esfuerzos creativos profundos. Porque nuestra mente y nuestra imaginación es como cualquier músculo: cada vez que lo usas, se hace más fuerte. Si estableces una rutina de escritura y te concentras en aprovechar cada uno de esos momentos, verás que con el paso del tiempo cada vez te es más fácil.

Pero no si interrumpes esa rutina con las redes sociales. Recuerda lo que dije al principio: la escritura va primero. Protégela y defiéndela con uñas y dientes. Aunque te cueste escribir, aunque sientas que lo que escribes es una mierda. Piensa que cada palabra que escribes, cada frase y cada párrafo son entrenamiento para tu mente, el tipo de esfuerzo profundo que las redes sociales no te darán. Porque cuando escribes en redes escribes para otros, pero cuando te aíslas y escribes, escribes para ti. Y nadie será más exigente contigo.

Eso sí, todos los escritores son diferentes

Reconozco que podría seguir escribiendo unos cuantos párrafos más sobre el tema, pero ya es suficiente por hoy. Además, hay otra verdad como un templo que ya deberías conocer: todos los escritores son diferentes. Por tanto, lo que acabo de describir es válido para mí, pero no tiene por qué serlo para ti. Al igual que todo lo que se escribe en todas las bitácoras de la blogosfera hispana.

Tú y solo tú eres quien puede decidir lo que es válido para tu desarrollo literario y tu carrera de escritor. De hecho, el primer paso para dejar de ser un novel es aceptar que aquello que buscas desesperadamente no existe. No hay reglas para escribir una buena historia más allá de aquellas que te dicte tu corazón y tu mente. Hay aspectos formales que debes cuidar, por supuesto, pero son solo forma y en el oficio de contar historias, la forma sin fondo es un espejismo válido solo para discusiones teóricas.

La prueba de fuego de todo escritor es que lo lean, que unos completos desconocidos lean tu obra y la alaben o la critica. Y tú, como en el poema de Kipling, debes tratar a esos dos impostores que son la alabanza y la crítica como si fueran el mismo. Porque sabes que has dado lo mejor de ti en esa obra, y si no lo has dado, te mereces todas las críticas que recibas.

Todos los escritores son diferentes. Por eso todo lo que he escrito en esta entrada es válido para mí. Ahora queda para ti que lo leas y pienses si es adecuado para ti. Hazlo de forma racional, sopesando los pros y los contras, pero también fíate de tus instintos: si lo sientes como verdadero, lo más seguro es que sea verdadero para ti; si no lo sientes, no deberías perder tiempo en ello.

¿Lo sientes como verdadero?

¡Feliz escritura!

Imagen: Calum MacAulay via Unsplash.