Hace mucho que no hago reseñas en esta bitácora, algo que pienso corregir a partir de ahora. Y voy a comenzar con la crítica de uno de los libros que más me ha influido en mi carrera como escritor. Lo hizo cuando lo leí en las diferentes entradas que el autor iba colgando en su blog y lo hizo de nuevo cuando lo leí en formato de libro. Estoy hablando de Killing the Top Ten Sacred Cows of Publishing, de Dean Wesley Smith, el libro sobre la escritura más importante que no has leído todavía.
No es la primera vez que Dean, al que admiro y aspiro a ser como él, aparece en esta bitácora, y ya era hora de dar a conocer un poco su obra, comenzando por este libro que, te repito, es el libro sobre escritura más importante que no has leído todavía. ¿Por qué digo eso? Porque en este libro Dean desmonta, uno a uno, todos los mitos sobre la escritura que la mayoría de escritores tienen —o hemos tenido— como reglas inmutables del oficio.
Al final de esta entrada, estoy seguro de que muchos pondrán el grito en el cielo y poco menos que exigirán la lapidación de Dean, y la mía propia, por difundir este conjunto de herejías. Pero eso es porque están atrapados en esos mitos y no son capaces de ver más allá de los límites que tienen impuestos. Mi consejo es que leas el libro, que está cargado de sentido común de la primera a la última página, y después decidas por ti mismo. No dejes que otros lo hagan por ti. Si la lengua de Shakespeare no es lo tuyo, intentaré hacerte un pequeño resumen de los diez mitos que Dean aborda en este libro y los argumentos que usa para desbancarlos. Ya te aviso que es una lectura extensa, pero merece la pena.
Mito 1: Esa es LA manera de hacerlo
La escritura está llena de maestros y maestrillos que te indican cómo hay que hacer las cosas. Una novela se escribe de esta manera. Para conseguir que tu manuscrito llegue a una editorial tienes que hacer esto y esto. Los «buenos» libros tienen estas características; si el tuyo no las tiene, no es bueno. Todas esas reglas le vienen muy bien al escritor novel que, por su propia naturaleza, quiere sentirse legitimado y ¿qué mejor manera de hacerlo que cumpliendo con las reglas y la manera correcta de hacer las cosas?
Pero todo es falso. La verdad es que la escritura no tiene ninguna regla escrita en piedra. Y aunque la tuviese, todo está cambiando tan rápido que lo que hace cinco años eran buenos consejos hoy son errores que tienes que evitar. Todos los escritores son diferentes y no hay una manera única de hacer las cosas; lo que es bueno o lo que ha funcionado para mí no tiene por qué serlo o hacerlo para ti, y viceversa.
Esta simple verdad es algo que muchos no podrán asumir, porque carecen de la voluntad necesaria para defender lo que escriben frente a todos los que quieren imponer la manera «correcta» de hacer las cosas. No debes seguir reglas, debes escribir lo que sientes y después ponerlo al alcance de los lectores, publicándolo de forma independiente o de forma tradicional. Los lectores decidirán y, si no les gusta lo que escribes, prueba algo diferente mientras continúas aprendiendo y practicando. Y nunca olvides que la única manera correcta de hacer las cosas es tu manera.
Mito 2: Escribir rápido es malo
Si piensas que escribir rápido es sinónimo de mala literatura mientras que escribir despacio asegura la calidad de lo que escribes, sigue leyendo. Puede que te sorprenda, pero ni el tiempo empleado en el proceso de escritura ni las vivencias del escritor durante este tienen nada que ver con la calidad del texto final. No hay ninguna relación entre esos elementos; si no te lo crees, investiga un poco sobre los grandes clásicos de la literatura y el tiempo que tardaron sus autores en escribirlos. Verás cómo algunos tardaron semanas, otros meses y algunos de ellos hasta años. ¿Por qué? Porque todos los escritores son diferentes y ni el tiempo de escritura ni la experiencia del escritor no tiene relación con la calidad del texto final.
Escribir rápido no es más que pasar más horas escribiendo y eso no es bueno ni malo per se. Este mito tiene mucha relación con cómo funciona la industria editorial. Una editorial normal no va a publicar más de un libro al año de un escritor —aunque este haya escrito dos, tres, cuatro o diez—, por razones que van desde su planificación editorial hasta el hecho que dos libros de un mismo autor competirán por el mismo espacio en la estantería de novedades. La publicación independiente ha levantado esta restricción y los autores más prolíficos son los que más probabilidades tienen de triunfar vendiendo sus libros electrónicos.
Mito 3: Tienes que reescribir para lograr un texto de calidad
Este es uno de los mitos más difundidos en el mundo de la escritura y uno de los que más te puede costar desembarazarte. Para comprender por qué, Dean cita una frase de Algis Budrys, que plantea una metáfora muy expresiva sobre si es posible arreglar una historia reescribiéndola: «No importa cuántas veces remuevas un humeante montón de mierda, seguirá siendo un humeante montón de mierda».
Sí, así de crudo.
También pueden ser de mucha ayuda para superar este mito conocer y cumplir las reglas de Heinlein, que te servirán para poder convertirte en escritor. Pincha en el enlace y lee lo que escribí sobre ellas hace más de año y medio, quizá te haga cambiar de opinión. Pero si no lo hace, recuerda que un escritor es una persona que escribe y que reescribir no es escribir. Lo mismo que documentarte no es escribir y relacionarte con otros escritores tampoco. Si sigues por ese camino, te convertirás en un autor, es decir, alguien que ha escrito.
Es difícil, lo sé. Todos los escritores noveles nos hemos tragado este mito por completo, con anzuelo y sedal. Pero cuando reescribes un texto, lo más seguro es que estés destruyendo todo lo que ha producido el lado creativo de tu cerebro, todo lo que hace ese texto único, todo lo que le puede distinguir de los demás. Cuando reescribes, es el lado crítico de tu cerebro el que se encarga de ello y nunca ha salido ningún buen libro de él. Confía en tu creatividad, termina lo que escribes y pasa a escribir la siguiente historia.
(Y, por cierto, estoy hablando de reescribir. Si no conoces la diferencia entre reescribir, corregir y editar, apréndela antes de blandir la antorcha y llamarme hereje).
Mito 4: Necesitas un agente para vender tu libro
Gracias a Amazon, la publicación independiente es un camino viable y la necesidad de agentes para vender libros ha desaparecido. Antes, el único modo de llegar a las grandes editoriales era a través de un agente. O bien, si conseguías que algún editor leyera tu manuscrito y lo comprara, necesitabas un agente para tratar con la editorial. Hoy en día, cuando publicar no es un trabajo, sino un botón, los agentes simplemente ya no son necesarios.
Hay agentes muy buenos y que se preocupan por conseguir los mejores tratos para sus clientes, no me cabe ninguna duda. Pero su utilidad está desapareciendo a marchas forzadas. El mundo de la publicación está cambiando y cada vez más deprisa. Antes había muchos eslabones en la cadena entre escritor y lector; hoy, el escritor y el lector están a un solo paso de distancia. Cualquier elemento de la antigua cadena que no aporte valor a esa relación entre escritor y lector está destinado a desaparecer.
Mito 5: Cada libro es un acontecimiento
Tratar cada libro como un acontecimiento, como algo especial, es algo que puede hacerte mucho daño como escritor. Solo puedes hablar de acontecimiento cuando terminas de escribir tu primer libro o publicas tu primer libro; esas sí son ocasiones para celebrarlo y darte una palmada en la espalda. Pero solo en esos casos.
¿Por qué todos pensamos en los libros como acontecimientos? Porque antes de escribirlos, los hemos leído y nos han parecido complejos e inalcanzables, casi mágicos. Los tratamos como algo especial incluso antes de saber que queremos ser escritores. Y por eso este mito está en la raíz de los problemas de muchos escritores. Tratar el libro como algo especial nos hace inventar excusas para no empezarlo («Es demasiado difícil»), para no terminarlo («Necesito madurarlo») y para no publicarlo («No es lo bastante bueno»).
No existe el libro perfecto, nunca ha habido ninguno y nunca lo habrá. Y tú no vas a escribir el primero.
Mito 6: Los libros publicados por las editoriales son de calidad
Este mito y su corolario («Los libros rechazados por las editoriales no son lo bastante buenos para ver la luz») es tan equivocado, como toda generalización, que ni siquiera tendría que hacer falta desmontarlo. Que un libro haya sido publicado por una editorial solo significa que le ha gustado al editor o editora que se encargó de comprarlo, nada más que eso. Y todos los lectores somos nuestros propios editores, leyendo lo que nos gusta, nos divierte y/o nos hace reflexionar, que no tiene por qué coincidir con lo que piensan otros millones de lectores/editores, mucho menos con lo que piensa uno que trabaja en una editorial.
Basta con echar un vistazo a todos los libros publicados por las editoriales cada año para encontrar de todo, de lo mejor a lo peor. Hay joyas que pasan inadvertidas, libros de calidad dudosa que nadie se explica cómo pueden vender tanto y buenas y malas ediciones. Exactamente igual que en la publicación independiente. Pero muchos escritores siguen queriendo ese sello de aprobación que da el ser publicado de forma tradicional porque todavía no han entendido que estamos en un nuevo mundo, en el que la única aprobación que necesita un escritor es la de los lectores. De todos esos lectores/editores que son los que tienen el poder de decisión, y que siempre lo han tenido.
Mito 7: Debes escribir lo que está de moda para poder vender
Este mito viene precisamente de las editoriales, para las cuales es mucho más fácil vender un libro si es similar a otro de éxito. Todos conocemos las tendencias que cada cierto tiempo arrasan o han arrasado en las librerías: desde las novelas de espías en la guerra fría hasta las novelas románticas con vampiros, pasando por las distopias adolescentes, el «porno para mamás», las historias de zombis o las sagas protagonizadas por niños magos. Escribe algo en esa tendencia y lograrás el éxito ¿verdad?
El éxito nunca está garantizado y subirte al carro de lo que está de moda no te servirá para crearte una carrera a largo plazo que te satisfaga, porque siempre estarás a remolque de lo que hacen otros. Peor todavía, cuando intentas imitar a otros escritores lo que estás haciendo es eliminar esa parte de tu obra que la hace única y especial, esa parte que eres tú. Cuando tú te eliminas de tu trabajo, lo que queda es más de lo mismo y lo más probable es que los lectores lo vean a la legua y busquen otros libros. ¿Cómo no van a hacerlo? No tienes nada diferente que ofrecerles, nada que justifique que te lean, nada que haga esa lectura única y especial.
Recuerda que todos los escritores son diferentes. Sé tú mismo, escribe aquello que te apasiona, que te pone furioso, que te excita. O como dice Stephen King: «Escribe lo que te acojona». Sea lo que sea, será único, aunque no esté de moda, y puede que sea el libro que marque la próxima moda..
Mito 8: No puedes ganarte la vida escribiendo ficción
Quien todavía se crea este mito no tiene más que fijarse en cierta escritora británica de fantasía que ha terminado siendo más rica que la Reina de Inglaterra o, si quieres un ejemplo patrio, en el caso de Fernando Trujillo, posiblemente el escritor autopublicado con más éxito de este país. Podría seguir poniendo ejemplos, pero los más escépticos seguirían denunciando que por cada caso de éxito hay cien fracasos o más. Lo que se olvidan de apuntar esos escépticos es que para alcanzar el éxito hace falta trabajar muy duro, tener un poco de suerte y saber cómo explotar tus libros.
En este mito, Dean utiliza la metáfora de La Pastelería Mágica, que ya he usado alguna vez en esta bitácora. Aquí se centra en cómo cada historia, cada novela que crea el escritor, es una tarta mágica llena de copyright y cada pedazo de esa tarta es una fuente de ingresos si lo hacemos bien (derechos de edición electrónica, derechos de edición en papel, derechos del audiolibro…). Si tienes muchas tartas, tendrás un flujo de caja bastante constante, porque tendrás muchas fuentes de dinero trabajando. Piensa en los afluentes que se juntan para formar un río y lo entenderás.
Esa es la clave para tener éxito en este nuevo mundo y la única característica en común que comparten todos los escritores de éxito que se te ocurran —aparte del trabajo duro—: todos ellos tienen varias obras publicadas. Los escritores independientes están dándose cuenta finalmente de la ventaja de tener más y más catálogo, más y más tartas mágicas. Las editoriales tradicionales siempre lo supieron, y por eso publican varios libros nuevos cada mes, construyendo todo su imperio en cientos de miles de pequeños pedazos de muchas tartas.
Puedes ganarte la vida escribiendo ficción, pero debes trabajar duro para conseguirlo, escribir mucho para tener el mayor catálogo posible y ser consciente de que no hay atajos ni trucos para lograrlo.
Mito 9: Para que sea buena, la escritura debe costarte
El mito de que para que sea buena, la escritura debe costarte (y por supuesto, no puedes disfrutarla) puede arruinar tu carrera si te lo crees. Decir que escribir es sufrir queda muy bien cuando eres Ernest Hemingway y te gusta tomar el pelo a los escritores noveles afirmando que «Escribir es muy fácil, solo tienes que sentarte ante la máquina de escribir y sangrar», pero lo cierto es que no tiene ningún sentido. Recuerda que ni el tiempo empleado en el proceso de escritura ni las vivencias del escritor durante este tienen nada que ver con la calidad del texto final.
Hay aspectos de la escritura que sí que cuestan y que no se pueden negar. Tener la disciplina necesaria para sentarte a escribir todos los días es duro, por ejemplo, sobre todo en los primeros tiempos de tu carrera, cuando no tienes nada que te anime a hacerlo. Escribir más de seis horas cada día también es duro y puede considerarse un trabajo físico; si no me crees, haz la prueba y escribe ocho mil palabras diarias durante un par de semanas. Verás lo que es trabajar como escritor.
Más allá de eso, escribir es algo que debes disfrutar. Tienes la oportunidad de sentarte y explorar mundos imaginarios, creando historias que te divertirán, te conmoverán o te asquearán, pero que producen una resonancia emocional en ti y —con suerte— en tus lectores. Eso no tiene nada de difícil y debes disfrutarlo, dejando que el lado creativo de tu cerebro tome las riendas y cree historias únicas, como solo tú puedes conseguir.
Mito 10: Si hago esto, arruinaré mi carrera
Sustituye «esto» por el error fatal para tu carrera que tengas en mente: ¿Publicar un libro con erratas? ¿Publicar de forma independiente tu libro y cerrarte las puertas a una editorial? ¿Publicar una historia que no consideras lo bastante buena? Elige cualquiera de estos o crea uno propio. Da lo mismo, porque en todos los casos esa equivocación que consideras mortal no lo es.
Solo hay una manera de arruinar tu carrera: dejar de escribir.
Es así de simple, de verdad.
Si tienes la oportunidad, pregunta a un escritor profesional, que lleve más de veinte años viviendo de su ficción, cuántos errores ha cometido. Seguro que suelta una carcajada y te responde algo como «¿En qué año?». Pero si empiezas a tomar decisiones, tanto creativas como de otra índole, basándote en que un error arruinará tu carrera, estarás tomando esas decisiones desde el miedo. Y el miedo nunca te llevará a ningún sitio, en ningún aspecto de la vida; cuando tomas decisiones con miedo, lo más seguro es que tomes malas decisiones.
E incluso si cometes esos errores y publicas un libro malo, con erratas o con cualquiera que sea el fallo, lo que ocurrirá es que nadie comprará tu libro. Pero no irán a tu casa con una pistola ni te pondrán en una lista negra, simplemente a nadie le importará. Eso es muy duro, pero no arruina una carrera. Una vez más, solo hay una manera de arruinar tu carrera: dejar de escribir. Aprende de los errores que cometes y sigue escribiendo. Con el tiempo, cometerás cada vez menos.
Y no olvides que solo hay una manera de arruinar tu carrera: dejar de escribir.
Conclusión
Llevo casi tres mil palabras en esta entrada y creo que podría escribir otras tantas. Así de bueno y de importante me parece este libro. Gracias a él, perdí el miedo y comencé no solo a escribir tomándolo en serio y no como un pasatiempo, sino a publicar los libros que escribía. Y aquí sigo, casi dos años después, cada vez más convencido de que voy por el buen camino y que el amigo Dean tiene toda la razón.
De todas formas, aunque sigas creyendo en todos esos mitos y pienses que Dean Wesley Smith y yo no tenemos ni idea, sí me gustaría que te quedaras con dos verdades inmutables que se repiten a lo largo del libro, y que deberías grabar a fuego en tu mente.
- Todos los escritores son diferentes.
- Si no puedes disfrutar escribiendo ¿por qué escribes?
Si de todo lo que has leído hasta ahora no te convence nada, al menos llévate estas dos perlas. Te harán mejor escritor, no me cabe duda.
Hola, Miguel.
He leído dos veces el artículo. Es un resúmen muy claro de los consejos Dean Wesley Smith, aunque confieso que los años me enseñaron que hay tantos consejos como escritores, porque, como tu muy bien dices, cada escritor es diferente.
Yo creo (SImepre digo creo, porque no soy el dueño de ninguna verdad) que lo interesante es que este tipo libros nos acompañen en la formación, pero al final del camino deberíamos tener construida nuestra propia caja de herramientas, en la cual guardaremos nuestras convicciones literarias. Algo así como nuestros autoconsejos,
No estoy muy de acuerdo con la frase de Algis Budrys: «No importa cuántas veces remuevas un humeante montón de mierda, seguirá siendo un humeante montón de mierda». Es una metáfora que impacta, pero no creo que sea aplicable a la escritura. La escritura automática nos hace disfrutar, que es la esencia de esta vocación, pero también nos hace parir historias que pretenden rondar un tema, y no nos sale muy bien y, entonces, la archivamos. Pero un día, quizás días o años después, lo recogemos con más lucidez y experiencia y lo reescribimos desde otro punto de vista, o sometemos determinadas escenas a un proceso de reformas. Yo he reescrito muchos relatos porque el tema no estaba correctamente objetivado, y eso no es corregir, es reescribir.Aunque igual es solo una cuestión semántica.
Yo creo, o siento, que el disfrute del escritor es escribir, escribir sin parar (escritura automática), y el trabajo es revisar, e incluso reescribir, aunque solo sea una escena.
Lo que sí me ha llamado la atención es que el mito 1 dice: «No debes seguir reglas», pero el mito 3 recomienda «cumplir las reglas de Heinlein».
Yo no creo que el amigo Dean tenga la razón. La razón la tienes tú mismo, con tu propia forma de ser y de escribir. Dean con sus razones, tú con las tuyas y yo con la mías, aunque alguna de las tuyas o de las de Dean me puedan servir.
Un abrazo.
Muy buenas, Néstor. Muchas gracias por tu comentario que, como no podía ser de otra forma viniendo de ti, está lleno de sabiduría y buenos consejos. Estoy de acuerdo contigo en que todos los escritores debemos ir aprendiendo y construir nuestra propia caja de herramientas y autoconsejos. Es tan simple como aplicar el sentido común y decidir por uno mismo si esos consejos son válidos o no para uno mismo, porque todos somos diferentes. En esa labor estoy, aprendiendo poco a poco, tomando lo que me interesa de unos y de otros y desechando lo que no creo adecuado para mí. Eso es lo que debemos hacer todos, ¿verdad?
La frase de Budrys está hecha para impactar, desde luego, y consigue su objetivo de hacer reflexionar sobre la escritura y la reescritura, porque es tan lícito retomar relatos antiguos y reformularlos cuando tenemos más experiencia, como dejarlos archivados para siempre y crear nuevas historias constantemente. Porque tan cierta como la frase de marras es la otra que dice que «no hay malas ideas, sino escritores inexpertos». Es lo bueno de este apasionante y poliédrico oficio, en el que las verdades absolutas lo son solo si tú las dejas. De ahí también que se hable de que busques tu propia manera en el mito 1, y luego aconseje seguir las reglas de Heinlein en el 3.
Desde luego, lo que nadie puede refutar es tu último párrafo. Cada uno de nosotros, con nuestra forma de ser y escribir, tenemos nuestra propia razón y es la que debemos seguir.
Un honor que comente en esta humilde bitácora, maestro.
Un abrazo.