La vida está llena de riesgos, y la vida del escritor no va a ser menos.
La diferencia está en que, como escritor, tú eliges los riesgos a los que te enfrentas.
Uno de esos riesgos es el de no terminar lo que escribes. La inmensa mayoría de aspirantes a escritor se atasca en ese punto. No en vano la segunda regla de Heinlein es más que tajante al respecto.
Para evitar ese riesgo, la única solución es ser implacable en tu escritura. Escribir una y otra vez en tu historia, acumular palabra tras palabra hasta llegar al FIN. Te tomará más o menos tiempo, pero la única manera de que no logres tu objetivo es rendirte.
O eso, o desviarte.
Sin embargo, hay veces que la musa te ataca con fuerza, tanta que no puedes hacer otra cosa que escucharla.
Yo estoy en esa fase en este momento. Una historia diferente de La Guerra del Ayer me ha agarrado por el cuello y no ha parado de lanzarme escenas y temas hasta que me he sentado a ponerla por escrito.
Hay veces que debes hacer caso a tu inspiración y seguirla. Vuélcalo todo en el papel para que deje de dar vueltas en tu mente. Cuando lo hayas hecho, podrás centrarte de nuevo en la historia con la que estabas.
Y si no eres capaz, sigue escribiendo hasta que vacíes esa idea por completo. Cuando vuelvas a tu otra novela, lo harás con fuerzas renovadas tras sacar lo que no te dejaba centrarte.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: dan carlson en Unsplash